Lo primero de todo destacar que me parece algo bastante significativo y de alabar el hecho que la dirección corra a cargo de un hombre, Juan Diego Solanas. Una película La ola verde que bebe de la realidad, del día a día de mujeres pero captado por un hombre, sin que ello quite un ápice de veracidad.

Habría muchos calificativos para La ola verde, pero en el cine no seria preciso tanta concisión, pero si diría que es una cinta importante por lo que refleja y cómo lo hace.

Hace dos años, en 2018, en Argentina se llevó a la Cámara de Diputados la ley del aborto, después de tener al país dividido y ser aprobado allí, solo quedaba el voto favorable del Senado. La ola verde plasma la batalla por esa ley, de las víctimas, de las voces de todo el país, sobre todos las feministas que estuvieron en esa batalla, ya que cada semana muere una mujer allí por no tener a su disposición un aborto legal y seguro.

Reconozco que el comienzo me resulta irregular, porque cada uno de los casos que se nombran no se explican y se me queda difuso, solo se reclama pero no se exponen las razones, por lo que pudiera quedarse en lo meramente sensacionalista.

Pero todo cambia, y ya cada caso se explica con detalles, dando los motivos por las que están dentro de la cinta y de la reivindicación. Ahí es cuando la información se ve veraz, certera y más que comprensible. La ola verde es una lucha por unos derechos para aquellas personas que lo deseen. Tal y como se explica nadie de imponer solo que esté disponible y que cada cual elija, pero que se pueda realizar en buenas condiciones.

La ola verde además de ser un espejo de la ley del aborto, tiene varios subtemas que al final si se fusionan son el compendio de lo es el derecho de la libertad en una sociedad. Aboga por una buena información, de una sanidad, de una educación, todo ello unido es la libertad de la persona a elegir que poder hacer, si no se tiene la información necesaria al alcance de la mano no somos libres, estamos presos de las circunstancias y no siempre las deseables.

Además la estética y fotografía de la película a mitad de metraje se funde con las declaraciones de las mujeres que han sufrido de una u otra manera, la falta de la ley que se reclama, y lo hace de una manera sutil, con la mirada de la cámara hacia espacios amplios pero desangelados, abandonados y solitarios, a casas individuales que en la distancia producen la necesidad de una llamada de socorro. Esta parte es la que más me llega, porque las imágenes poseen un sonido que llega como si de un eco fuese, reclamando la invisibilidad de la situación en sí.

El director no solo se ha quedado en las declaraciones de las mujeres o familiares que reclaman este derecho, si no que también ha querido incluir la parte contraría de todos aquellos que están en contra de la ley del aborto, para que se vean las diferencias y que cada uno pueda interpretar cada idea y cada posición.

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