La vida y la cultura más allá de lo urbanita queda demostrado que es posible, si no con Soñando un lugar y Pueblos en arte tenemos la muestra y el botón, como ejemplo a la posibilidad de poder y querer cambiar en la vida, teniendo otro ritmo distinto y además llevando el arte más allá de los grandes espacios.
Lucía y Alfonso van a ser padres y deciden irse a un pequeño pueblo para que su hija crezca fuera del bullicio de una ciudad como Madrid. Son los comienzos del 15 M y aunque ambos están dedicados al mundo del arte y ahora hay movimiento, creen que es la mejor decisión para seguir adelante. en el pueblo hay poco más de cien habitantes, y el mundo parece haberse parado, poco a poco van conociendo a sus vecinos y sus vivencias y así podrán hacerse una idea de lo que allí podrán lograr y aportar al entorno.
Soñando un lugar no es solo una mera exposición de lo que se puede realizar con los sueños y las imaginaciones creativas fuera de los ámbitos más urbanos y más capitalistas, es pensar en el disfrute de lo pequeño, de la inspiración obtenida de la naturaleza, de todo aquello que se crea con las manos, y de cómo volver a la esencia de la persona sin la materialidad como medio de supervivencia.

La cámara ha retratado la naturalidad y la temática en esa pequeña, Greta, que es la base principal y como esos padres cambian su modo de vida, por un mundo mejor, por una calidad de vida, para la niña y para ellos, para que la familia tenga mucho mejor desarrollo. En ese retrato de su crecimiento se ve y alimenta las imágenes de alegría y de felicidad ese rostro inocente y que es el mejor juez del mundo porque no ha conocido nada más, y sabe valorar lo que tiene desde el primer instante.
De primeras uno puede pensar que el documental va meramente de los pueblos abandonados, y de cómo poco a poco se pueden ir recuperando, va un poquito más allá. Es la adaptación, la búsqueda de la sencillez pero sin dejar de lado todo aquello que enriquece el alma, como es la cultura, y además con ello aportar energía vitalidad a un entorno.

Sin caer en la torpeza de lo lineal Soñando un lugar lleva un ritmo perfecto con bastante dinamismo que engarza el día a día, con esas representaciones y trabajos artísticos en el momento adecuado, insertando las labores del campo como medio de trabajo de antes y la visión actual.
Plasma al mismo tiempo cómo aunque las localidades de los pueblos están despobladas siempre se encuentran piedras en el camino, como son conseguir un techo bajo el que vivir. Alfonso Kint ha buscado matizar como los arraigos para muchos son importantes, viendo lo difícil de las renuncias a las pertenencias que al final no son más allá que cuadro paredes, pero para muchos tiene un valor especial.
Alfonso Kint, graba durante siete año su propia vida y la de su familia, ayudado por su mujer Lucía Camón, y su hija Greta la sonrisa viviente del documental, donde la vida que se refleja es la que quieren y es la que están viviendo.

Soñando un lugar es una performance de la vida, pero de esa que se quiere llevar y disfrutar como cada uno desee, al mismo tiempo que aporta la energía sensorial cultural a lo que está sucediendo en cada instante.
Título original: Soñando un lugar Año: 2018 Duración: 70 min. País: España Dirección: Alfonso Kint Guion: Alfonso Kint Música: Pascal Gaigne, Damián Peña Steffen Fotografía: Alfonso Kint Género: Documental Vida rural