Temblor Abisal es la primera obra literaria de Daniel Martín Sáez de Parayuelo, aunque se le puede conocer más por ser guionista de series, su último trabajo ha sido Matadero. Su formación académica es literaria, pero dada la situación de la misma le llevó al medio audiovisual y en concreto al cine, por parte de la escritura de guiones.

Temblor Abisal cuenta con 15 cuentos, durante la conversación que tenemos, algo más de una hora que dan para conocer bastante de su profesión y ahondar en detalles del libro. Reconoce que es un género que le gusta mucho y que casi siempre se relaciona con niños, cuando esas historias son incluso más difíciles de escribir porque en menos palabras tiene que ser más conciso, para que todo lo que cuente sea más veraz y concreto para el lector. El cuento lo ve infravalorado pero al mismo tiempo un formato clásico, que nace desde el principio de la escritura, y le interesa el contexto de tener que hacer una selección tan profunda sobre elementos narrativos para poder encontrar una historia.

Ambos comparamos los cuentos cortos con las series, puede que ese nexo de unión le haya llevado a que su primera escritura fuera así. Nos lleva a ello por el mero hecho de cortar en un momento dado, tanto en cada cuento, como en cada capítulo, ya sea por una serie procedimental o una larga. Así mismo la comparación del cuento con el cortometraje también es algo que sale como analogía y comparación de literatura y cine, donde el escritor vuelve a afirmar que la selección tiene que ser muy certera en ambos para que llegue al espectador o al lector.

Aquí en Temblor Abisal la sutilidad es uno de los adjetivos que podría definir su trabajo, con pequeñas pinceladas y matices ha conseguido que se pueda divisar un pequeño hilo conductor, palabras, pequeños toques en las historias que se recuerdan entre ellos. Admite que ha querido introducir la sensación y el universo del miedo existencial, en cada cuento al personaje le pasa algo que le hace tener ese temblor, un temblor abisal que da nombre al libro. Daniel Martín dice que es algo que está pero que es no es tan fácil apreciar, lo llama paso o trasferencia, desde luego se nota, a poco que el entusiasmo te llegue con cada uno de los cuentos, que se deslizan poco a poco por la mente recreando el texto en imagen en nuestra -en mí- imaginación. Y es algo que lo ha hecho con gran soltura y en el que se nota tanto su faceta de formación de letras y su experiencia en la escritura del guion.

Tanto el guion como la literatura se complementan dentro mí, no sé qué fue antes.

“El sabor nostálgico es una manera de ponerse delante de una hoja en blanco”, es algo que sale al preguntarle si es más fácil escribir desde el dolor que desde la felicidad, ya que personalmente veo un halo de añoranza, de tristeza, de miedo a las pérdidas y a la soledad en muchas de las historias. Esto lo compara con la música: todos los movimientos de rock y de punk en sus letras son puras vomitonas de sus estados de ánimo, y toda lo que sale de estados de ánimo más felices, no es tan guerrera y ni luchadora. Por eso reconoce que en Temblor Abisal también va así, ha funcionado con materiales un poco tristes. Todos los cuentos, eso sí, están tratados con sumo tacto, incluso algunos donde la infancia y los maltratos son recogidos, la pérdida de la memoria existencial y racional, los recuerdos entre otros, y ante todo ha sabido llevarlos a lo universal, a que los lectores nos encontremos cómplices de esas historias, incluso si nos viéramos reflejados, podríamos así corroborar que no somos únicos, y es una forma de universalizar las emociones y los sentimientos.

El prólogo del libro de Jesús Ferrero nos invita a viajar en algunos sentidos y a enfrentarnos a miedos universales, según palabras de Daniel Martín, y comparto esa sensación, porque cuando lo leí, me hizo remontarme a la aventura de lo desconocido, de ese ritual de cuando en la infancia sabías que ibas a conocer algo nuevo, sin saber si era positivo o negativo, pero sí intuías que marcaría en algún sentido:

“Concebido como un juego de abalorios donde las cuentas son ágatas negras y brillantes como la noche que evocan sus personas, sus situaciones y sus desenlaces, Daniel Martín ha elegido la brevedad ejemplar, la precisión y la transparencia, sin olvidar nunca la ciencia de la ironía y la gramática sibilina de la ambigüedad” Jesús Ferrero – Prólogo

Daniel Martín Sáez de Parayuelo
Daniel Martín Saéz de Parayuelo

Daniel Martín está muy agradecido por las dos páginas que Jesús Ferrero escribió para él, quién fue su profesor y un referente (le define como un escritor total y un gurú para él) es la casilla de salida describiendo lo que en páginas posteriores vendrán. Durante la charla que tuvimos surgen más nombres de influencias en su carrera como son Edgar Allan Poe o Cortazar entre otros, pero éstos dos escritores los nombra en varias ocasiones.  

Daniel Martín ha plasmado experiencias suyas físicas, otras que son de contacto directa con las emociones, y algunas que ya pudieran ser más universales como el amor. Algunas historias ahondan en temáticas que le interesan y las ha llevado al cuento, hay varias que incluso nos llevarían a pensar en relatos más clásicos e históricos y eso le puede venir de su vena de guionista en series clásicas, por eso cobra significado lo que antes me decía, que tanto el guion como la literatura se complementan dentro de él.

Remarcar que Daniel Martín en Temblor Abisal ha dibujado cada historia con colores distintos, la paleta de matices narrativos nos lleva mentalmente a desarrollar en nuestra mente un color, dependiendo de los sentimientos y es algo en lo que ha trabajado mucho porque lo quería recalcar al pensar que es importante dentro de la escritura, sobre todo creando las atmósferas, es una preocupación por parte del escritor de que el cuento se pueda ver en la cabeza del escritor y por supuesto que tenga el color que corresponda al texto, porque le gusta envolver al lector. Y por todo esto el cuento le parece tan complicado, tiene que ser casi milimétrico, calculando bien las atmósferas y los ambientes. Por eso lo ve con la sinestesia, pudiendo así trasmitir mejor el texto con una formalidad de un color escrito que genera la atmósfera.

El título lo logró encontrar después de releer varias veces sus cuentos, y fue porque encontró el miedo existencial en cada uno de ellos, y ahí es cuando dio un contexto con el propio título, aunó todo lo que había escrito. Pero así mismo el equilibrio lo buscó en la distribución de los cuentos, alternando los sentimientos positivos y negativos, y también la longitud de los mismos, pero sin dejar al azar la conexión entre cada uno.

Un largo trayecto para llegar a la edición de Temblor Abisal. Después de muchas editoriales que rechazaron su trabajo por ser cuentos se topó con Ediciones Carena, al comprar un libro de cuentos de la misma, y aceptaron su trabajo. El ya casi había desistido. Y lo mismo pasó con la portada, de Iván Harón, un dibujo que se había hecho en su momento para un cartel de un concierto y que se quedó en el cajón. Daniel Martín quería algo que tuviera gancho, pero no solo llamativo, si no con cierto carácter narrativo de su trabajo, y el trabajo de Harón le pareció el mejor. Ese pulpo tiene la similitud de la extrañeza de sus relatos, la casa representa a cada personaje, ahora que cada uno busque lo que signifique el pulpo.

Daniel Martín cuenta, en primicia, que el libro tiene una pequeña continuación, pero no de su mano si no de la de Carolina Lapausa, actriz, que está intentando hacer audio libro. Al tener las historias un gran potencial visual, quiere poner voz y ambiente y sonido a siete historias del libro, además alguien se ha interesado en llevar alguno de los cuentos a cortometraje y el estaría encantado, pero afirma que sería incapaz de ponerse detrás de una cámara. Por ello en lo que se encuentra en estos momentos es en poner guion a una serie de HBO, Sucesión aquí en España, al igual que hizo con Matadero que venía de la serie de Fargo.

Temblor Abisal es un libro al que se puede recurrir tras su lectura y releer cuentos dependiendo de situaciones, emociones y colores.

Daniel Martín Sáez de Parayuelo

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