Hace más de un mes que he visionado Vida, las tres temporadas, en los primeros capítulos no pensé que me iba a llegar tanto, pero a medida que pasaban los capítulos, había tantas piezas que unir y tanto que reflexionar que me fue atrapando, tanto por la temática, las actuaciones y una gran banda sonora y música que llena cada uno de los capítulos.

Emma (Mishel Prada) y Lyn (Melissa Barrera) son dos hermanas que se reencuentran tras el fallecimiento de su madre, quien vivía en el este de Los Ángeles. Ellas provienen de México pero se han criado en América. Su madre tenía un bar que quieren vender, pero descubren que la vida de su progenitora no era como ellas pensaban tras la separación de su padre. Ahora les tocará enfrentarse a la realidad de cara.

Emma es la hermana mayor, se ha labrado un gran futuro empresarial y es quien guarda más rencor por su pasado, por todo lo que le ocurrió en la infancia. Lyn es más alocada, de primeras, pero posee una vena más conciliadora, ve la realidad con otros ojos.

El guion de Tanya Saracho va virando en cada capítulo, van surgiendo temas a tratar mucho más allá de la familia: el amor, la discriminación social y racial, la sexualidad con su necesaria tolerancia y su aceptación. La manipulación de las personas por un bien propio y no el común, es lo que abunda en todo momento, pero ello dará paso a que ambas hermanas se complementen y cuando una falle la otra esté al tanto, no estarán siempre de acuerdo pero si tendrán ese punto de inflexión para que la contraria entre en razón.

Vida busca la palabra comprensión en cada uno de los personajes, porque lo que si que deja según avanza cada una de las temporadas es que ninguno de los protagonistas, no solo los principales están exentos de tener que bordear su vida de forma diferente.

El nombre de la serie tiene varios matices, la vida como sinónimo de viveza, de evolución, de biografía de cada uno de los personajes ya que se retrocede hasta la infancia de todos ellos, también como concepción de expresarse y sentir, pero al mismo tiempo es el nombre de la protagonista que siempre está, pero que no se ve, la madre de ambas protagonistas principales, Emma y Lyn.

Vida trata la sexualidad de una forma abierta, de hecho es casi la punta del iceberg de la trama, porque de ahí de la diversidad, de la necesidad de expresarse surgen los conflictos emocionales entre los personajes, y se dibujan cada uno de ellos de distinta forma y con conceptos distintos.

Hay una valoración bastante fuerte y acertada de la maternidad y paternidad. Influye en el pasado de Emma y Lyn, pero también está presente en su futuro, en su día a día, tanto ya sea a ellas directamente como con las personas que les rodean y que van a compartir vida.

Cada capitulo tiene un metraje corto de 35 minutos como máximo, y se enlaza casi todos por medio de la música y sus letras que nos cuentan la trama de una manera muy concreta. Es una serie de consumo rápido, que engancha y que uno pudiera pensar que eso hará que te olvides de todo, pero no es así, cada capítulo tiene esa pequeña particularidad que se recuerda, y que se va uniendo uno a uno hasta el final, para hacer un conjunto evolutivo y con reclamación de la tolerancia en todos los campos de la vida humana.

No todos los capítulos tienen la misma dirección, van variando y eso enriquece la forma de narrar, hay partes más dramáticas y otras donde la ironía cobra potencia y se agradece para quitar un poco de dramatismo, aunque cuando hay que hacer énfasis en el dolor, como cuando aparece el padre, se realiza de una manera muy sutil pero a la vez desgarradora.

Recibe nuestra Bienvenida a La Estrategia Del Caracol. Puedes dejarnos un comentario si quieres.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.