No siempre es fácil encontrar buenos cortometrajes, pero Dona he de admitir que me sorprendió gratamente, además de erizarme la piel a medida que los minutos avanzaban.
Hay cierta forma teatral en la estructura de Dona, ya que mientras la protagonista, la madre, narra sus vivencias a un doctor, todo se muestra en imágenes, donde sus recuerdos van dando sentido y dolor a lo que cuenta y a lo que su silencio esconde.
Madre, hija y nieta componen una familia totalmente fracturada por el pasado aunque las dos primeras hagan como si nada para que la más pequeña de la familia no sufra. Ahora que la madre está ingresada en una residencia y nunca habla, piensa que ha llegado el momento de contarle al mundo, y en ese caso al viento y a un médico que por ahí pasaba, su verdad y la verdad de la familia.
Cada una de las protagonistas guarda un secreto, algo que podría afectar a la contraria, sobre todo en la parte adulta. Las miradas sombrías y distantes no harán presagiar lo que contiene un guion contenido en la brevedad de un cortometraje, bien estructurado en el vaivén del presente y el pasado, con lo que ha marcado a cada una de ellas.
Silencios que no dan libertad, todo lo contrario, madre e hija se encuentran encerradas en una jaula del dolor y culpabilidad que no quedará libre hasta que se miren en el espejo de la contraria.
Decir que hay sutileza en una película donde aparece un maltrato parece una gran incongruencia, pero así es, solo es la voz, que ya es lo bastante escalofriante lo que se puede apreciar, no hay imágenes directas de los hechos, pero como siempre las palabras a veces hieren más. Eso sí quedan las secuelas que son lo que la directora Marga Melià nos cuenta y nos pone en bandeja para un debate social de necesidad de cambio ante el hecho de que una mujer no pueda hablar, solo callar.
Dona es el resumen de tantas bocas silenciadas con épocas y generaciones donde la supremacía del palabra hombre estaba siempre por encima de la persona mujer.
La directora ya estuvo en Atlàntida Film Festival del 2016 con su largometraje Bittersweet Days, que aunque no tengan que ver nada en temática, si que hay un punto de nexo en común, y es la necesidad de plantearse la vida de otra manera, de cambiar para mejorar.