Esta es la segunda semana en cartelera de Sole de Carlo Sironi y resiste, bajo la distribución de Márgenes, coproducción entre Italia y Polonia, una cinta donde reside la añoranza de vivir bajo los deseos y sueños de cada protagonista, todo bajo el telón de los vientres de alquiler y sus pormenores.
Sole acaba de recibir la nominación a los European Discovery 2020-Prix Fipresci en los Premios del Cine Europeo 2020 para reconocer el debut de Carlo Sironi. Una ópera prima, en dirección y coguionista, que nos lleva de una manera sutil y limpia de mirada hacia un tema espinoso, la maternidad subrogada.
Ermanno parece que no tiene oficio ni beneficio, pasa el día junto con sus conocidos y realizando pequeños hurtos. Lena es una joven polaca que llega a Italia con siete meses de embarazo y está decidida a vender a su hijo nada más dar a luz. Para ello tendrán que convivir, hacer que son pareja, y luego ya ceder la custodia de ese crio al tio de Ermanno. El joven tendrá que hacer las veces de cuidador de Lena, a veces parece su carcelero, aunque ambos están presos de su propio destino.
Cada personaje busca un lugar, el suyo, mucho más allá de lo que la sociedad marca en edad y estatus. Todo ello a base de silencios, de miradas, de interpretaciones al propio espectador que especulará con cada avance, y que es una montaña rusa de emociones, al igual que la maternidad en sí. Ese paralelismo hace que el tema se vea implícito en ambas casas, en esas parejas que distan tanto una de otra, pero que al final tienen algo en común, el sobrevivir a ellos mismos y sus deseos.
Sironi busca la balanza de la emocionalidad en una historia donde las apariencias son importantes a destacar, porque los personajes viven de cara a la sociedad de una manera, y de otra muy distinta en sus propias casas, presos de su destino, abogados a un devenir que no saben si será lo correcto pues la vida no les dará la oportunidad de una vuelta atrás, aunque en el guion haya ese juego de llevarnos por el terreno de voltear las cartas y que no sean las que se juegan al principio.
Por eso convence, porque muestra la fragilidad del ser, la duda existencial frente a lo que realmente pueda parecer como algo inalterable y fuera de cambios. Unas vidas por cambias que el director lleva de la mano de las imágenes totalmente neutras sin excesivos colores, con el mismo color del alma de los dos jóvenes que son los que están poniendo su vida entre una encrucijada.