¡Que hablen de mí, aunque sea mal!, ese dicho que tanto frecuentamos en nuestro país se lo podemos adjudicar a Beginning de Dea Kulumbegashvili y a la distribuidora que lleva la película en España, Surtsey Films. Unas frases de corte, bastante, negativas por parte de un conocido crítico cinematográfico han sido las que han sido titulares en la promoción.

La película se alzó con cuatro premios en la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián, no también sin alguna que otra polémica de por medio, y no fuera por otra cosa, qué por el número de galardones, algo que personalmente no creo que tenga la menos importancia, no por los premios, si no por el revuelo en sí. A veces la palabra fuera de la propia sala de cine desvirtúa la esencia de la película, pero también la potencia. Y todo esto, ambas anécdotas, lo único que han hecho ha sido potenciar este título de dirección de novel femenina.

Yana es la esposa de líder, David, de una comunidad de Testigos de Jehová. Ella ayuda a los niños en sus catequesis, es lo que dejan que haga. Una mañana mientras están en pleno sermón la iglesia es atracada por un grupo extremista y se quema totalmente. Ahora David tendrá que irse unos días para lograr financiación para una nueva iglesia y Yana y su hijo se quedarán solos. En esos días ella ahondará en su mente y los sucesos le darán pie a tomar decisiones, buenas o malas, pero sus decisiones.

La directora Dea Kulumbegashvili ha pasado de sus cortometrajes a un brillante largometraje con Beginning, dibujando y retratando el interior de una persona, de una casa, de una familia y de una religión. Con sus aristas, con sus pliegues emocionales tanto personales como sociales.

Lo que sale de la cámara no solo parece un fotograma, parece un retrato, una escultura, el realizar esas tomas largas casi sin movimiento hace llevarnos por la sensación de lo estático del cuerpo de la protagonista, del miedo y el pánico que aborda su mente a reaccionar, a cambiar, a tomar decisiones.

En Beginning los diálogos no abundan, pero cuando los hay tienen una relevancia importante, porque van dejando pistas de lo que va calando en la protagonista, es como un hilo que se va tejiendo en forma de decisión. Luego está la imagen, perfecta, casi de enmarcar, con claros oscuros, y cuando sale el color es cuando ella misma cierra los ojos y sueña, se deja llevar por una senda del sigilo y de la tranquilidad, algo que su mente no tiene.

Otro dato a destacar es ese sonido ambiente, casi de silencio absoluto que va mermando la esencia de esa familia, que va calando como si de un frio fuera en cada personaje. Habla sin hablar del distanciamiento, y lo hace desde la falta de comunicación, quedando en cada escena ese poso de vacío en todos los sentidos, emocionales y físicos, personales y sociales.

Hay detrás de ese retraimiento del personaje una presión social, del ambiente en el que vive, y dónde no la valoran ni como persona ni como mujer. Algo que con el transcurso del metraje podemos comprobar que viene de lejos, de esas herencias que por no hablarlas se enquistan en nuestra mentalidad sin dar margen a ser como uno quiere ser, pudiendo tener vida propia con sus propios deseos.  

Definir el final es una labor un poco complicada, unos minutos que transcurren casi en silencio, por inercia y muchas interpretaciones, donde posiblemente estén escondidos esos pequeños mensajes que anteriormente se nos fueron dejando. Desde luego no deja indiferente.

DIRECCION DEA KULUMBEGASHVILI GUION DEA KULUMBEGASHVILI & RATI ONELI DURACIÓN 120 MIN GÉNERO DRAMA AÑO 2020 NACIONALIDAD GEORGIA DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA ARSENI KHACHATURAN DISEÑO DE PRODUCCIÓN GURAM NAVROZASHVILI VESTUARIO KETEVAN KALANDADZE MÚSICA NICOLAS JAAR SONIDO RIN FAVRIAU, TENGO MANDZULASHVILI & STÉPHANE THIEBAUD ACTORES: Ia SUKHITASHVIL, Rati ONELI,  Kakha KINTSURASHVILI, Saba GOGICHAISHVILI 

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