Nahuel Pérez Biscayart es sinónimo de buena interpretación, de esa que casi ni se inmuta llevando el peso durante toda la película, aquí en El profesor de persa, y de ir poco a poco desvelando su personaje y su personalidad. Un personaje cauto, sencillo, con pocas aristas, con el solo deseo de sobrevivir, y para ello su semblante solo dice miedo, pero con paso firme.
Se suele decir que cada persona somos un mundo, y cada uno una historia, y si hablamos de guerra y de campos de concentración esa afirmación se puede hacer más real. Aquí la historia basada en hechos reales, no es que sea una más, sino una más de las sorprendentes argucias que muchos tuvieron que hacer para sobrevivir.
En 1942 Gilles es arrestado en Francia por soldados de las SS y trasladado a un campo de concentración en Alemania. Gracias a la astucia de decir que no es judío, sino persa, se salva de ser ejecutado. Ahora estará en cocinas y al mismo tiempo tendrá que enseñar persa a uno de los oficiales que está al mando. No conoce el idioma, y su imaginación será su lenguaje y su tabla de salvación, mientras que la relación entre ambos crece y por ello la confianza, la que no tiene el resto de soldado.
Es verdad que hay dos papeles principales el de Gilles y el del oficial, y ellos nos dan esas secuencias donde la seguridad de uno apabulla al pavor del otro, haciendo que la intriga esté en constante estado de gracia en la película. Pero al mismo tiempo no son ellos solos los que dan todo el juego a la cinta, porque El profesor de persa es como un árbol en cuanto a personajes, están los principales que podrían ser el tronco, pero luego están esas ramas, con sus propias hojas, que son los soldados y el resto de prisioneros, cada uno con sus miserias con sus envidias, con sus rivalidades. La cinta no solo abarca la historia de una persona que sobrevivió ante una persona, sino ante una situación que estaba rodeada de muchas personas que veían las lagunas que podría cernirse sobre la persona.
Es verdad que hay dos papeles principales el de Gilles y el del oficial, y ellos nos dan esas secuencias donde la seguridad de uno apabulla al pavor del otro, haciendo que la intriga esté en constante estado de gracia en la película. Pero al mismo tiempo no son ellos solos los que dan todo el juego a la cinta, porque El profesor de persa es como un árbol en cuanto a personajes, están los principales que podrían ser el tronco, pero luego están esas ramas, con sus propias hojas, que son los soldados y el resto de prisioneros, cada uno con sus miserias con sus envidias, con sus rivalidades. La cinta no solo abarca la historia de una persona que sobrevivió ante una persona, sino ante una situación que estaba rodeada de muchas personas que veían las lagunas que podría cernirse sobre la persona.
Muchos símiles en la forma narrativa y en lo visual con respecto a lo que podría estar pensando el personaje. Una película con tonos muy oscuros, donde la claridad no es algo relevante, todo lo contrario, los grises son los que destacan para representar a los sentimientos y las situaciones. Así como ese ritmo lento, casi a veces de cámara lenta, que podría ser la reacción ante las situaciones adversas. Difícil de ser ágil cuando la vida se va en ello.
Pero Gilles no es el único que esconde algo detrás de ese idioma, Klaus Koch, el personaje de Lars Eidinger, busca también una liberación con un tono incluso también personal a la par casi que político y social, pero eso ya es para descubrir detrás del metraje y el guion de El profesor de persa.
Título: El profesor de persa Dirección: Vadim Perelman. Guion: Ilja Zofin (Novela de Wolfgang Kohlhaase) Duración: 127 min. Nacionalidad: Rusia, Alemania y Bielorrusia Año: 2020 Reparto: Nahuel Pérez Biscayart, Lars Eidinger, Jonas Nay.