Estamos ya acostumbrados a que a los realities formen parte de la televisión y que cada vez estén más presentes, pasando ya a ser casi como otros jueces más de nuestra sociedad. Recuerdo que años atrás había en nuestro país algo parecido a un juicio con un moderador con casos no simulados, eran reales, pero no de esos que se hubieran denunciado, eran de esos litigios personales donde los implicados eran incapaces de hablarse a la cara, pero sí detrás de una pantalla. No pude por más que acordarme de ello cuando comencé a ver esta película, Yalda, la noche del perdón.

Maryan tiene 22, y tiene a sus espaldas una sentencia a muerte por haber matado a su marido, Nasser de 65 años, en un accidente. Solo hay una persona que puede que esa condena sea retirada, y es Mona la hija de Nasser. Para que esto pueda ocurrir tienen que ir a un programa de televisión y que reciba en perdón en directo. Todo se centrará en ese plató, en revivir el pasado, y mirar hacia el futuro. Ahora habrá que ver que piedras saldrán en esa conversación al resurgir en sus mentes el pasado.

Todos somos jueces, todos tenemos la razón, somos incapaces de mirarnos al espejo y ver nuestros defectos, pero estamos dispuestos a dictar lo que está bien o mal fuera de nuestro ser. Cuando esto llega a pasar es que algo está mal en la sociedad, que deja de la mano de un número de opiniones personales que alguien pueda declararse culpable o inocente. Pero, es más, y si la indemnización de la persona afectada se paga con esos sms que la gente paga con sus mensajes que son votos, puede parecer surrealista, pero es parte de una realidad que se produce en un país como Irán.

Yalda, la noche del perdón, aborda muchas temáticas donde la mujer es por momentos una simple figura de un juego que pueden mover el resto a su antojo, la sociedad, el materialismo, los prejuicios y la familia. Surgen en los diálogos nombres de tipos de matrimonios, estatus sociales que discriminan, que rebajan respecto al hombre a la mujer. Por otra parte, está la presencia constante de la mujer en el trabajo, en la que manda en la familia, pero sin la verdad, es un submundo para sobrevivir y poder mandar, pero sin que se sepa.

Las escenas en ese plató de televisión son histriónicas, dispares, absolutamente surrealistas, me repito, pero no es para menos, como si de un show se tratase, y es lo que quieren mostrar, pero realmente es la verdad y el honor de las personas y protagonistas lo que está delante del televisor. Bien es verdad que no todo será la realidad, pero con que solo sea una milésima parte es para replantearse un país y una sociedad.

A veces se suele decir que las películas que son ficción, son mero entretenimiento, pero dar a conocer un hecho sí, bien vale el visionado, y si después de eso te enteras que ese programa ha desaparecido, el director Massoud Bakhshi ha realizado un gran trabajo.

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