Entrevista a Ana Isabel Bustamante por su largometraje La asfixia, cinta que estuvo la semana pasada en el ciclo Documentalistas latinoamericanas en la 29a Muestra Internacional de Films de Mujeres

La Mostra Internacional de Films de Dones vuelve en su 29ª edición en el ciclo Documentalistas latinoamericanas. La semana pasada fue el turno de La asfixia de Ana Isabel Bustamante, primer largometraje dirigido por la directora

En su primer planteamiento tenía este retrato que ha hecho de su país, Guatemala, por medio de la figura de su padre, o una película sobre gitanas feministas. Dice que la decisión de finalmente hablar sobre su padre fue mientras que estaba haciendo el pitch, ahí ya sabe que es esa la película que realmente quiere hacer.

La investigación dice que fue dura, aunque como nos cuenta al ser periodista profundizó bastante en la parte política y quería reflejarlo más, aunque finalmente esa parte la dejó un poco más de lado y se centró en lo personal vinculado con los hechos. Pero ese bloqueo a la información dice que le vino dado por si solo en las imágenes, en las conversaciones, y así se plasmó la dificultad a poder hablar abiertamente de lo ocurrido.

La figura de su madre es un gran pilar en La asfixia, de hecho, Ana nos cuenta que fueron las conversaciones con ellas las que le dan el punto de partida para saber que otras charlas tiene que tener para hacer un buen recorrido en la historia de su país y de su padre. En todas las entrevistas le surgían otros hilos de donde tirar. Ella grabó dos películas una más política y otra más personal, pero la última es la que finalmente ha llevado a la gran pantalla:

Creo que en la personal hay una referencia sutil a la parte política, y ahí invito a la gente a hacer una reflexión de lo personal, y que si no sabes la realidad de Guatemala que lo busques por tu cuenta. No quería sacar un panfleto político. Mi objetivo dentro de la película era que independientemente de tu ideología, de lo que hayas vivido, o del país del que provengas, tengas la capacidad de empatizar con la detención y la desaparición forzada, para que no esto no vuelva a ocurrir y no pase en ninguna circunstancia. Por esta razón me alejé de la parte super política y de consignas.

Ella comenzó la película desde Barcelona y reconoce que los comienzos fueron fáciles, porque en cierta forma era un proceso de una niña busca a su padre, ya que no le conoció. Lo complicado le vino después, dice que incluso un poco inconsciente por no saber dónde se metía en ciertos momentos, por buscar una verdad de un país, pero al final buscó su verdad, que es lo que quería contar algo que desprendería verdad, y para ello se tuvo que bajar a las profundidades de sus emociones, y a lo más íntimo.

Durante el metraje uno nota el zigzagueo entre lo personal y lo social, ya no lo político, y es por cómo ella aborda el tema: Fue tal la violación de los derechos humanos, rebasando cualquier ideología, y ahí es como abordo este tema, y por ello esos saltos, sin buscar de hablar de bandos, pero sí empatía del público, sin dejar de ser yo, una mujer feminista y con mi opinión política. Me interesa que la película te deje pensando, de hecho, es el cine que me guste, que cuando salga de la proyección siga en ella. Si das todo masticado y concluido el espectador pierde todo ese proceso de reflexión.

Uno de los puntales de La asfixia es el montaje, esa parte que ha creado de simbolismos, de escenarios y lenguajes que puede que cuentan tanto con la palabra como con las imágenes. Dice haber tenido mucho trabajo en esa parte del montaje, que no ha realizado sola. Tras los dos meses de grabación posteriormente pidió muchas imágenes de archivo para completar la película. Esa herramienta de combinar lo grabado con otras imágenes hace una combinación de lo actual con el pasado, con las metáforas que ayudan a que todo lo que cuenta tenga un recorrido más humano, incluso por momentos poético, pero, sobre todo, destacar la calidad de la fotografía en sus grabaciones, hay una perfección en delinear los espacios con colores nítidos buscando esa definición de verdad, algo que como ha dicho antes, es lo que busca.

Tenía como objetivo que la película fuera bella, como estética, en contraste con la dureza de la temática, aunque fuera una grabación de bajo presupuesto. El uso de las fotografías fue puntual, no quería llenar la película con ellas, pero si quería ver mi acercamiento a ellas. Tengo muy pocas, y eso es parte de la historia, la vida se para y ya se deja de registrar. No quería que fuera un documental donde todo fuera negativo, por eso quería que la fotografía fuera buena y que desprendiera algo positivo.

Una de las cosas que logré con la película, más de lo que yo conocí de la historia, es ver como mi familia se dio cuenta cuando vieron la película, de cómo todo lo que sucedió les ha afectado. Cada uno puedo escuchar lo duro que fue para el otro, y eso les acercó y para mí fue hermoso. Y de todas las grabaciones yo he tenido que asimilar mucho, y sigo viviendo ese proceso, pero sigo pensando que hablar es sanador. Creo que es importante preguntar y sobre todo repreguntar

Ana está viviendo un proceso interno muy fuerte, nos cuenta que en estos momentos han planteado una denuncia al gobierno guatemalteco a través de las Naciones Unidas con la Comisión mundial en contra de la tortura. Para ella esto es toda una terapia real, pasar un duelo que no había pasado ni asimilado, dado que lo sucedido con su padre en su país en cierta forma para ella era algo desconocido.

La asfixia habla del olvido, de todos los atropellos dictatoriales cometidos en Guatemala, por medio de una mirada personal y humana. En esta entrevista Ana Isabel, la directora y protagonista como narradora de una historia, habla sin tapujos a tumba abierta de lo que siente y de lo quiere conseguir, que esa denuncia prospere, que se conozca todo, y poder encontrar el cuerpo de su padre, aunque sabe que esto último es muchísimo más complicado .

El ciclo de documentalistas latinoamericanas tienes dos proyecciones más: el viernes 14 la proyección de Negra de Medhin Twolde (México) y el viernes 21 El Tiempo perdido de María Álvare, (Argentina)

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