No hay mejor definición de un nosotros cuando esa unión ya no está, cuando todo se ha perdido y se convierte en un tú y yo, pero sin unión. Así lo ha definido David Färdmar en su primer largometraje, por medio de una ruptura y ver como cada uno ve el futuro después de una ruptura, y ver como era esa relación antes de lo sucedido.
Hampus y Adrián son dos jóvenes que deciden dejar su relación. No es la primera vez, y no saben si será la última, aunque uno de ellos lo tiene más claro. Ahora uno tendrá que dejar su hogar y marcar distancia para crear el olvido necesario para cerrar cicatrices tras una relación un tanto tormentosa, aunque con recuerdos que pueden hacer ver que todo era felicidad en su relación. Vendrán los reencuentros y ahí sabrán si todo estaba perdido o por el contrario algo quedaba.
El primer plano, casi sin palabras, con un fondo blanco, que podría determinar algo positivo, armonioso y de unión, no es otro que el color que da lugar a un túnel, a un viaje sin saber si hay retorno, y ver como hay que buscar una luz para seguir adelante. Ese plano es verdad, la que sienten en ese momento los protagonistas, luego ya vendrán los grises y los negros, cuando cada personalidad salga a relucir. Además, ese escenario, esa habitación y sobre todo esa cama, es otro protagonista mas en Vivir sin nosotros. Pero hay más simbolismos en ese fotograma, un peluche, seguro que símbolo del amor, unas fotos de los recuerdos, una serenidad en las poses de ellos necesaria para encarar la situación y unos silencios que cuentan todo lo necesario en cuanto a la pérdida de una relación
El director va de menos a más, con ciertos momentos lineales como los propios personajes, mostrando cada cara de los protagonistas, viendo como viran a su alrededor sin saber que rumbo tomar, sobre todo el personaje de Adrián, quien parece ser más robusto emocionalmente, pero es solo una pose ante el miedo a él mismo y a la situación.
Vivir sin nosotros es un buen relato de la palabra dependencia, así como de la palabra confianza dentro de las relaciones personales y afectivas, de cómo el tiempo da o quita la veracidad de los sentimientos. En esta cinta no está plasmado lentamente, comienza con ello, y con varias imágenes y confesiones hace una revisión del pasado. No son necesarios demasiados tramos para ver como ha fue esa relación, y cuales son los talones de Aquiles de cada uno de los protagonistas.
Destacable que en la cinta no haya un exceso de personajes que estén circulando alrededor de la historia, con poco le ha bastado al director, en su primer largometraje, para contar la relación de dos personas en común, y lo venidero. Bien es verdad que aquí lo que más cuenta son las miradas, y con ello conocemos el interior de ellos, hay que llegar a la parte final para ver que ciertos diálogos vienen a reforzar una historia, que casi estaba narrada desde el primer momento, que deben contar ellos mismos con su reposo emocional más que con el histrionismo del primer instante de la cinta.