Hay un comienzo en Trance que define la vida actual de un artista, la lucha hoy en día por sacar adelante un trabajo, un concierto, una actuación, que los números salgan y que su arte y magia brille por encima del materialismo impuesto hoy en día. Jorge Pardo se expone a cámara mostrando las batallas que lidia cada día para que su pasión, que acaba siendo su medio de vida, salga adelante.

Emilio Belmonte ya demostró con Impulso que es capaz de encontrar la balanza
de lo personal y lo profesional de un artista, que todo cobre un sentido sin
que nada sobresalga si no lo tiene que hacer. Ahora vuelve a abordar a un peso pesado
del jazz y del flamenco, de la fusión, y lo hace intercalando la propia vida
presente del artista, mirando un poco al pasado, pero lo justo, porque como
declara Pardo en el documental: ahora solo quieren el pasado, no quieren lo
actual, lo nuevo, los cambios. Y como afirma él quiere plasmar en el escenario
su evolución.

Jaime Massieu

Artista de fusión, de magia, de soledad y de conjunto. Todo es lo que lleva
al escenario su individualidad, pero al mismo tiempo lo colectivo, que como
demuestra el metraje es lo que le ha llevado a ser lo que es hoy en día. No se
le caen prendas de admitir sus altibajos, tanto profesionales como personales,
y ahí en esa parte es donde lo más íntimo se conjuga en todo uno, en la persona
de Jorge Pardo.

Demuestra en el escenario que canaliza su virtuosismo profesional bajo el saxo y la flauta travesera, que esconde en parte esa parca timidez y ese rostro que parece contener historias forjadas a lo largo de los años. En lo personal se dibuja como hombre de distancias cortas, de escuetas palabras y de hechos de los que aprende sobre todo cuando se equivoca y se arrepiente. Todo eso que parece esconder en una personalidad distante, lo gana en las conversaciones musicales, en el entorno que él quiere como medio de expresión y de vida. Lo demuestran los 250 conciertos que puede llegar a hacer anualmente, su vida es la música.

Jorge Pardo busca disfrutar, emocionar, trasmitir y para nada quiere la perfección ni en el jazz ni en el flamenco, que cree que es una de las razones por los que son tan parecidos, aunque la gente crea lo contrario, por esa potencia personal que trasmite cada uno de ellos, y la facilidad con que se quieren y pueden fusionar.

Aunque es verdad que el parece decir que ahora mismo solo se quiere el pasado, se refiere a la hora de las contrataciones, es parte de su faceta que le trae de cabeza y que no quisiera tener que tratar. Porque su pasado está, y no puede estar más orgulloso, de esa trayectoria con los grandes, con lo que aprendió y compartió música en los escenarios como Paco de Lucía, Camarón o Chick Corea, ente muchos otros. Pero él no tiene remilgos en bajar a otros géneros, en mezclar, experimentar y entrar en trance en un escenario, con conocidos o desconocidos, solo busca el arte y obtener un viaje que le haga olvidarse de todo y trasladarse a ese sueño que un día tuvo de poder tocar en la luna con Paco de Lucía.

Belmonte ha realizado una road movie musical, esa búsqueda de ese concierto Trance, que se convertiría en todo un espectáculo. Ver cómo son los entresijos de unir a todos en un escenario, de los retos a los que se enfrentan fuera del escenario para conseguir la infraestructura, técnica y humanas, de una actuación. A la vez, han encontrado la forma mostrar esos refugios personales que muestran la paz que realmente quiere tener el artista en su día a día.

Imposible casi nombrar todos los artistas que aparecen en Trance, numerosos, más o menos conocidos, (Chick CoreaAna MoralesMark GuilianaPepe HabichuelaNiño JoseleBandoleroFarruquitoJavier ColinaDiego CarrascoAntonio SerranoFernando de la MorenaEdmar CastanedaIsrael FernándezRicardo MorenoAmbi SubramaniamDuquende y Diego Del Morao entre otros,) pero no por ello menos importantes. Para Jorge Pardo todos son compañeros, todos tienen su duende y merecen su espacio.

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