Hoy día 11 a las 19:00 tendrá lugar la segunda proyección de Río Turbio de Tatiana Mazú en la 29a Mostra  Internacional de Films de Mujeres de Barcelona en la Filmoteca de Cataluña, y hemos podido conversar con la directora respecto a su propuesta sobre:

Tatiana Mazú al principio no tenía el proyecto de realizar Rio Turbio, simplemente estaba acercándose a material, a información que luego fue fundiendo en la película, un archivo Vhs de su padre sobre un pueblo muy cercano a Rio Turbio, otro material mudo que dice que mostraba un universo masculinizado, de ahí dice haber escrito unos poemas preguntándose dónde estaban las mujeres.

Poco después encontró otra cinta de una visita familar al lugar en unas vacaciones, ahí visionó a una persona que abuso de esa de ella, pero esta historia no la introdujo en la película, pero sí de pie a que la cinta tomara otra forma, otro enfoque. Posteriormente al escanear una foto de su abuela, esa foto se distorsionó, por el mal funcionamiento del scanner, y esa pixelación la ha dejado en el metraje. Además, se encontró un libro en la calle un manual de geología del subsuelo, que tiene que ver con la explotación minera. Todo ello no relacionado, pero al mismo tiempo llevaba a la autora a un lugar, pero no sabía muy bien que le rondaba con todo ello. A partir de ahí habló con su tía, comentando sus experiencias, y a raíz de ahí supo que quería hacer una película sobre el silencio de las mujeres en un pueblo minero, partiendo de su silencio personal, pero hacia el encuentro de esas mujeres que habitan ese paisaje, pero evita todo lo personal, porque piensa que fue un eco, pero sí que trató la película a partir de ese hecho y pensar que estructura social produce las violencias.

La película busca más las causas más sociales y estructurales

Rio Turbio es una cinta de capas, mezclando todo lo que la directora fue descubriendo y alterna con esas conversaciones de texto de las mujeres, de sus quedadas, de sus sentimientos, de sus reivindicaciones. Todos esos mensajes mudos y en fundido a negro. A veces pienso que la película funciona como esas escenas clásicas de detectives, donde tienen en la pared un montón de objetos y de informaciones que parecen desvinculadas entre sí. Hacer la película fue buscar los hilos que unían un montón de pistas, visuales, sonoras, personales, más públicas. Las imágenes surgen porque es historiadora y estaba investigando sobre las mujeres y minería, y ahí tomo contacto con toda lo relacionado con los mitos patriarcales a nivel mundial entorno a la minería, la tierra es mujer, los minerales son los frutos del vientre y los mineros son esos hombres son los que tienen la tarea de extraerlos con el celo de la mujer, y lo fusioné con el libro encontrado, y otro de anatomía humana. Y con todo esto la directora ha formado unas imágenes de capas geológicas que nos llevan al cuerpo humano, ese simbolismo de la persona y el mineral

Río Turbio oscila, según la directora, entre el documental y un cine más experimental visual y sonoramente, y ambas estamos de acuerdo que la palabra ensayo también sería una buena definición. Es una película que se aleja del ensayo por esas conversaciones en voz en off, partiendo del silencio a la palabra escrita, al ruido, a la palabra dicha en voz alta, individual y colectiva que se realiza por el recorrido de los materiales. Es una película sin guion, con la libertad de ir realizar un engranaje con todo lo que estaba apariendo, era un sentir a través del micrófono que tenía que ver con el clima, las texturas y los problemas que la película quería plantear, y que fue totalmente estructurada en la sala de montaje, la palabra dicha apareció al final porque no queríamos estar influenciados por un exterior. Aunque a priori no aparezca el sonido, la película acoge el sonido desde la infancia desde la voz de una niña, refleja la infancia, y aparece el color buscando un poco la positividad, ya que siempre la cinta está en blanco y negro, incluso buscando las estrellas. La directora afirma que siempre hay unos puntos blancos, una negro y gris con luz.

Intenté poner sobre la mesa una situación que es dura, opresiva, áspera, fría y que implica una explotación de la tierra y de la mujer (por su exclusión), de los varones mineros, pero buscando un balance con una luz y no quedarse solo en la oscuridad.

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