No hay nada más grato como ver que una directora encaja a los actores en protagonistas que cuentan, que narran y que llegan casi con la mirada. Es todo un placer disfrutar de una interpretación de Juana Acosta dentro de su registro dramático, ese que saca lo mejor de la actriz. Sabemos que encaja en la comedia, pero percibir todo lo que trasmite en una historia donde el dolor, la impotencia, el olvido y los recuerdos son los protagonistas es una maravilla, es donde la actriz parece no interpretar, la naturalidad flota en su personaje.

Fabiola está sumida en una gran depresión tras la pérdida de su marido. Está arropada por su hija y por su padre, pero no reacciona, no quiere salir de su burbuja donde esconde del dolor que siente que tampoco quiere compartir. En un arrebato de salir adelante decide volver a la isla que acogió su infancia, y donde su familia paterna tiene una casa un poco abandonada. Ahora volverá a esos lugares de su niñez para buscar refugio, pero al mismo tiempo enfrentarse a sus fantasmas.

Las consecuencias es una historia de silencios, de historias tapadas y de tormentos que rompen a las personas. Cada personaje tiene su papel en ese escondite moral y emocional en la película, poco a poco van saliendo las capas de las situaciones vividas, para bien o para mal, y que sin querer han marcado la personalidad de las protagonistas más jóvenes, en este caso Fabiola y su hija Gaby.

Alfredo Castro ha estado en el Festival de Málaga por partida doble, aquí en Las consecuencias tenía un papel difícil, duro, dual como el decía, con sus fisuras, pero con esas dobleces de una personalidad que ha sufrido y que huye para espantar a la sombra que le persigue. Está encantado con su papel, con interpretar papeles que cuentan, que poseen fuerza, pero aquí el remarca que ha tenido una gran ayuda por parte del plantel femenino. Confiesa que ha sido un placer rodar con Carme Elías, Sonia Almarcha, Juana Acosta y con la debutante María Romanillas, que ha recibido la Biznaga de Plata a la Mejor interpretación femenina de reparto.

Los posos del pasado, de lo sufrido, aunque parece estar en ese presente, se está evitando en todo momento y realmente los personajes evitan que sean el futuro, realmente en parte porque el subconsciente para alguien no le deja pensar con claridad para evaluar lo que realmente teme. Una familia con secretos que no se hablan claramente, solo se van expresando con actos y miradas, parece que la palabra no sido lo que ha querido utilizar la directora Claudia Pinto Emperador para expresar lo que pasa en cada protagonista.

Las consecuencias también se ha alzado con el Premio de la crítica. Es una película compacta, llena de matices, de recovecos sentimentales que hacen del drama un puro thriller emocional y muy personal, porque encara a cada personaje a sus miedos y a sus dudas. La isla es ese espejo en el que todos se miran, la rudeza de las rocas, del agua que llega y se va es pura metáfora de pensar en positivo y negativo, de saber que algo se esconde por el dolor y se relega, pero hay una parte que quiere gritar y sube esa manera que muestra la revolución interior de la verdad que no se quiere contar.

Los personajes que encarna Carme Elías, Sonia Almarcha y Héctor Alterio -en colaboración especial- son imprescindibles para completar la historia, son pequeños detalles los que van dejando a lo largo del metraje, pero sin ellos sería imposible detectar, con el paso y prisa que la directora ha querido impartir, la historia de una familia que esconde más que cuenta por miedo, por dolor y por haberse forjado una coraza y no querer recordar.

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