La muestra de folk El viaje infinito tendrá lugar del 16 al 18 de septiembre en la Sala Berlanga de la mano de La Fundación SGAE. 3 días de conciertos donde buscan reivindicar nuestras raíces por medio de una combinación de artistas que llevan en sus venas la composición, la música y el folclore. El ciclo ha sido elegido por Joaquín Díaz, musicólogo donde su base es el folk y la cultura de nuestra tierra, fue uno de los participantes en el del documental ¡FOLK! Una mirada a la música tradicional, una cinta importante para entender el Folk y la música en general.

El día 16 estará Luis Delgado en solitario y con el trío Vivere Memento con Mª José Hernández, Joaquín Pardinilla , el viernes 17 será el momento para Germán Díaz con el trompetista de jazz David Herrington y Lidia Pujol con su homenaje a Cecilia. Y ya para terminar el ciclo Raúl Rodríguez y Eliseo Parra. Un cartel elegido con mimo por alguien que conoce la música desde dentro y fuera de los escenarios, con una gran capacidad crítica para hablar y programar al respecto.

Os dejamos una pequeña entrevista con Lidia Pujol una de las protagonistas de El viaje infinito en la Sala Berlanga:

¿Qué significa para ti estar en la muestra El viaje infinito?

Significa que aquello que empieza en mi se realiza en relación. Formar parte de este ciclo me reconoce como miembro de la comunidad que busca y se orienta a propiciar lo mejor del ser humano.

El viaje infinito, el ciclo en el que vas a estar, tiene el eslogan: La Fundación SGAE organiza una muestra para acercar nuestro folclore popular y las culturas enterradas. ¿Estamos perdiendo la base de la música?

Estamos en riesgo de perder el fundamento de lo que nos humaniza: la libertad de escoger amar. Reaccionar no es una elección. Mi perro no elije. Actuar sin responsabilidad no es libertad. Cuando el pez grande se come al pequeño no es un acto de libertad.

¿Cómo surge ese disco homenaje a Cecilia?

Este disco surge de mi necesidad de trascender los bandos para ponerme en relación con la posibilidad de darle a mi vida una dimensión infinitamente más amplia, alta y profunda que un estadio de fútbol.

¿Qué te impacta de Cecilia para elegir su repertorio para un disco?

La diversidad de lecturas que tienen sus letras. Y que todas tienen una  misma orientación: el bien común de la especie y del planeta del que formamos parte.

La cantautora madrileña tenía unas 50 canciones publicadas, ¿en qué te has basado para grabar un disco con 20?, ¿cómo se eligen?

Se eligen las que te resuenan personalmente y te dan la posibilidad de conversar contigo misma y con los demás de cuanto nos afecta.

No es un disco al uso, 20 canciones, ¿por qué tantas y, posteriormente, cómo es la elección cuando estás en el escenario?

El orden de las canciones tiene un guion interno. Va desde lo que nos precede: la familia y el lugar donde nos toca nacer y lo que ésta espera de nosotros en tanto que pertenece a una cultura, un orden social, político, económico, espiritual, de color y género, y el momento en que decidimos tomarnos en serio a nosotros mismos y nuestra posibilidad en diálogo con lo que nos precede.

Jaime Aragay

¿Qué proceso has seguido para adaptar esas canciones tan conocidas y populares?

Desnudarlas de las producciones de la época, ir a la fuente, tomar las canciones partiendo de los acordes y la melodía y, finalmente, poner mi interpretación personal, arreglos y producción radicalmente al servicio de la letra.

Qué impone más al subirse al escenario cantar tus canciones o las de Cecilia, en este caso.

Cecilia es para mí como un instrumento que estoy aprendiendo a tocar. Su obra mira la vida en su complejidad, sabe que no hay quien esté libre de pecado y pueda tirar la primera piedra. Nos reconoce a todos vulnerables y necesitados de amor y reconocimiento. Su obra nos invita al coraje de revelarte para rebelarte. Canto a místicos, poetas, pensadores, filósofos. Cecilia está entre ellos como un eslabón más de esta aventura de humanizar la humanidad que se enfrenta a aquellos a quienes conviene infantilizarnos y animalizarnos.

Decía Cecilia allá por el 70 que la mujer había avanzado mucho pero que quedaba más que conquistar, ¿qué dice a día hoy Lídia Pujol?

Sea cual sea el género que te haya tocado, en su más amplia diversidad, forma parte de algo más esencial: cada uno de nosotros es una pieza única. Hay quien se orienta a realizarse como perfecto hombre o perfecta mujer. Personalmente, no sé lo que es ser una perfecta mujer, pero hay quien sí. Yo diría que soy una mujer que aspira a ser Persona. El patriarcado lleva conduciendo a la humanidad al precipicio al que nos enfrentamos con este estúpido andar a la pata coja que el poder designa para privilegiar a unos en detrimento de otros. Creo que lo masculino y lo femenino andan en cada uno de nosotros independientemente del hecho biológico. Deseo que el ser humano crezca en consciencia y active esa otra pierna que no es otra que la de la fraternidad.

¿Cuál de las canciones de Cecilia definiría más el momento actual que está viviendo la sociedad?

Si no fuera porque creo que toca el momento crucial que estamos viviendo como especie y que de ello depende. Se trata del orden de los factores que en lo que atañe al sentido, la cualidad y la calidad humana, si altera el resultado. Hoy que el Covid ha decantado totalmente la balanza en preservar la vida material, vemos como la protocolarización absoluta de la vida ahoga el espíritu. Se podría decir lo que canta Cecilia en su canción: Si no fuera por el Amor y la Libertad, me mataría mañana sin pensarlo más.

Las dos que fueron prohibidas, Cíclope y Soldadito de plomo tienen también un interés capital. La primera nos invita a mirar la realidad por nuestros propios ojos más allá de las pantallas. Creo que no hay acto más revolucionario que la presencialidad en estos días en que vivimos la vida preservados y comunicados íntegramente a través de intermediarios. La tecnología, en su medida y con la educación y la vigilancia necesaria, es maravillosa.

Igualmente censurada en su época y evidentemente antibelicista, Soldadito de plomo tiene, como todas sus canciones, una lectura desde la profunda e infinita necesidad del ser humano, ser aceptado y reconocido por quien es, no porque tienes más que los demás y obedeces sin pensar…

Me parece escuchar una voz a lo lejos de una niña que le dice a su padre que, para para amar y ser amado, no hace falta que tenga que luchar por un general de madera, ni lucir condecoraciones, ni hacer lo que otros esperan de él.

¿Qué hubieras sido si no fueras cantante?

Comunicadora, tal vez mediadora de conflictos, quizá trabajaría con niños. Durante la pandemia he realizado más de 60 audiciones en escuelas con la intención de llevar una escuela de amor ambulante. Hablarles a los niños de Dignidad, de Amor y Libertad. De soberanía personal como punto de partida del gran reto del ser humano: la comunidad humana.

Tiempos complicados en la música hoy en día, ¿cómo te ha afectado a ti la pandemia y todas sus restricciones?

Todos hemos pasado y seguimos pasando por el miedo. Estamos siendo invadidos constantemente con mensajes contradictorios, sin garantía alguna, sin responsables directos, obligados a obedecer sin matizar, sin debate, sin libertad personal, sin aventura de vivir, sin riesgo que asumir para ser. Blanca y negra es mi ceguera, como dice la canción Cíclope. Hoy, más que nunca, consciencia. Despertar de tu santa siesta, Mi querida Humanidad, con los versos de la poeta, de Cecilia.

Un sueño por cumplir.

El gran reto de vivir, cueste lo que cueste y, aunque nuestra especie lo extermine, seguir intentando y aprendiendo a formar parte. Sin perder la esperanza en el ser humano, recordar y potenciar su infinita necesidad de amar y ser amado. Vencer es continuar hasta el fin de mi propia vida, de mi propia especie. El Amor del hemos privado a muestro mayores es la única factura pendiente de todo esto. El abuso de poder lo conocemos desde que Caín mató a Abel.

Casaldáliga decía “somos el ejército vencido de una causa invencible”.

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