Huellas tiene dos partes visuales, la que posee la voz en off de la directora y es esa parte personal donde sus emociones se entremezclan con las imágenes naturales, de agua, de vida que engancha, y que está realizada con una gran potencia visual y con pulcritud fotográfica, y la segunda que es aquella donde las conversaciones y labor de investigación sobre el fondo en sí van dando forma a una parte el documental.

¿Qué es lo que imprime nuestra infancia en nuestra vida? ¿Estamos marcados desde el día de nuestra creación personal? ¿Todo influye en la formación de nuestra personalidad, sobre todo la infancia? Huellas es la indagación de la evolución como persona desde la mirada de la maternidad, desde la visión de la directora, como futura madre, hija e incluso desde la semilla que un día fue.

Digo una parte porque el documental creo que dejo la puerta abierta a muchos temas. Está cargado de pinceladas de extractos de nuestra sociedad, de debates y de claves para entender nuestras raíces y nuestro presente, por medio de un pasado, para que el devenir sea más inteligible, sobre todo a nivel emocional. La película aborda la felicidad y su creación, de dónde viene, cómo se construye y desde cuándo. Sin entrar demasiado en detalle el guion también aborda la violencia obstétrica, algo que se encuentra a debate y reivindicación hoy en día.

Me interesa mucho más todo lo visual con las reflexiones de Maru Solores, es la base de lo que quiere contar, de sus miedos, de sus preguntas ante una nueva vida y también ante lo que vivió, y cómo fue su propia creación. Muchas preguntas, incógnitas, dudas y reflexiones La directora pone un toque poético y metafórico en muchos momentos envolviéndonos en lo visual, en la vida en movimiento, en ese oleaje que son los embistes de la propia existencia, de los cambios, y de los golpes que tenemos en nuestro avance diario.

Y ahí, en esas divagaciones enlaza con una estupenda fotografía, unas grabaciones que enganchan haciéndote querer saber más de lo que le está sucediendo, de cómo sus reflexiones, además de personales pueden ser universales, pero ella con gran humanidad y sinceridad lo relata sin pudor, pero sí con el propio miedo que lleva en su interior.

La parte que aglutina el documental entorno a la parte científica, a las declaraciones del resto de matrimonios que van a esas clases de concienciación, de conocimiento de la maternidad/paternidad (desde las clases del parto), de las herencias emocionales, queda abierta a poner a debate aquello de todo influye, todo nos marca, y lo que nos ocurre tiene un porqué. Pero, aun así, es la parte que menos me atrae, en cierta forma hablan en una generalidad que puede o no ser compartida y queda abierta a una búsqueda de información, y al mismo tiempo me falta la autocrítica de la sociedad actual, de cómo vivimos sin pensar que lo que hacemos afecta en el presente y que todo viene de antes. Sí, sí, que hace algo de marcaje en esa parte, pero muy de soslayo, se para en los miedos, pero no tanto en las razones actuales. Puede que el documental deje demasiados frentes abiertos que abordar, algo que dependiendo del momento personal de cada uno puede jugar a favor o en contra.

Por ello lo más natural son los propios sentimientos de la directora y de esa conversación con su propia madre, de tú a tú, donde la naturalidad de progenitora llena la pantalla, sin dobleces habla de cómo vivió su maternidad y sin esconder si se pudo o no equivocar, esa secuencia es pura verdad, que realmente es lo que busca el documental.

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