Comenzar con una tarde de comedia en Sé_cine un domingo no está nada mal, La peor persona del mundo de Joachim Trier. A priori por el título no intuiríamos que pueda ser divertida, y efectivamente no lo es en su totalidad. El director ha ido variando de géneros entre ese prólogo, 12 capítulos y el epílogo, donde la comedia, el romanticismo y el drama se van fusionando, cruzando y entremezclando casi sin que nos demos cuenta. En esta cinta hay que partir que desde primer momento la protagonista te puede caer tan bien como mal, resultar una egocéntrica como desenfada, pero no por ello dejaremos de disfrutar de sus cambios de ritmo de vida y de humor al mismo tiempo. La peor persona del mundo retrata la juventud, algo reiterativo en la filmografía del director, sus vaivenes emocionales y circunstanciales que hacen que los personajes de la cinta naveguen en la incertidumbre de sus vidas, ya que no solo es la protagonista la que duda. La peor persona del mundo es una búsqueda de la identidad por medio de las relaciones personales, del aporte en cada momento y cómo el pasado vuelve aunque no se quiera para poner muchas cosas en su sitio. El director ambienta todo en diferentes tonalidades visuales, dependiendo de cada capítulo y ese avance de la protagonista para que el espectador se sienta más identificado con el sentido de ese momento, de los cambios que va otorgando en cada momento. En cada capítulo es como si el director fuera vistiendo a la protagonista, que con cada uno de ellos va formando capas de personalidad que acaban definiendo el epílogo. La única pega, un metraje un pelín extendido en algunos capítulos.

Personalmente la mejor de las películas que he podido disfrutar en Sé_cine es Ali & Ava de Clio Barnard. Una cinta propiamente de autor, con su tono en ritmo, en color y en guion que define ese cine de sociedad, de identificación y de humanidad. Un cine que se encuentra entre Ken Loach y algo de los hermanos Dardenne. Dos protagonistas que se encuentran solos anímicamente, aunque estén rodeados de mucha gente, el totalmente extrovertido, ella destinada a ser una mujer que solo vive para cuidar a sus hijos y nietos. Se conocen por casualidad, y el mismo día ella dice que es su amigo, algo que en la cinta desprende la necesidad por parte de ella de entablar una amistad y al mismo tiempo destaca la confianza que él le ha aportado. Una sola cita, nada calculada, que hará que ella se replantee que su mundo puede ser otro. La directora ha abordado las periferias sociales y culturales del norte de Inglaterra de cómo el encasillamiento por países de origen provoca un distanciamiento social a la par que clasista. Cada uno de los protagonista está hiper encorsetados por su casa, están condicionados a sus relaciones mucho más allá de sus sentimientos, y aquí es donde ambos rompen la barrera social e incluso personal para ver un poco más allá de las fronteras de su familia. Podríamos pensar que los tonos grises que están en todo momento presentes es por la zona donde está grabada la película, pero ciertamente esa tonalidad imposta realismo a la temática, al contexto social y personal de cada uno de los personajes y de los barrios que plasma. Una cinta que desprende positividad dentro de situaciones totalmente contrarias. También otras de las partes destacables es la música, no solo porque los personajes se identifican con una en concreto, si no más bien, porque en todo momento está presente y les representa tal cual son.

Tan sencilla como redonda es Petite Maman de Céline Sciamma, una película que nos regala 72 minutos de serenidad y de posicionamiento ante la cámara que observa desde un plano cercano, pero al mismo tiempo lejano, como si de un observador se tratase, una historia sencilla donde las generaciones, el pasado y las herencias son parte de los protagonistas. ¿Quién no ha soñado o pensado cómo fueron sus padres a su edad? Aquí en Petite Maman la directora incide en los recuerdos trasladados de generación a generación, como si de un juego se tratase, o meramente un sueño. Deja fluir la infancia en su mente, en sus divagaciones y en sus indagaciones tanto físicas como emocionales. Todo sencillo, completamente limpio de rellenar con más que lo que plasma en la esencia de esa niña que juega con otra niña sin saber o sin doblegarse a las miradas y a los miedos, solo a vivir lo que le está sucediendo. Cada secuencia es un viaje del espectador a la trama, a dibujar una historia, ya que la directora abre una caja de emociones y sentimientos para que todo pueda ser posible. Céline Sciamma vuelve a envolvernos en un mundo de búsqueda de identidad, de encontrar los referentes de las mujeres y de nuevo en la infancia. Aquí no solo la protagonista principal quiere conocer lo ocurrido si no que la madre busca su espacio de reflexión para encontrarse así misma. Un guion que busca las dudas emocionales ante los dramas, los acontecimientos duros que acontecen y que dejan huella.

Jayro Bustamante está presente en el festival con La llorona, no es europea, pero el festival ha abierto fronteras para compartir cine de calidad, y además cuenta con colaboración francesa a la hora de la producción. La llorona está enclavada en la palabra recuerdos, en dos partes, por una vía en lo que el personaje principal va no recordando, o no queriendo recordar por el alzheimer y lo que sí recuerdan las víctimas por medio de la LLorona el espíritu de los que fueron asesinados por Enrique Monteverde en Guatemala, pero del que ha quedado libre tras haber sido acusado de genocidio. La cinta es un ajuste de cuentas moral por medio de las sombras de la vida y representado en ese espíritu que hará que todo el mundo dude.

Hoy día 23 de puede disfrutar de Libertad de Clara Roquet, donde la directora en su ópera prima hace un retrato familiar con mucho realismo y al mismo tiempo la distancia social entre las personas que trabajan dentro de una casa y los llamados señores. Esa desigualdad que dicen no tener se aprecia en la evolución de la cinta, donde aparecen los clasismos, al igual que en Ali & Ava, pero aquí en el entorno laboral y familiar, ya que lo antes era familia no lo acaba siendo, ese aporte de confianza que impostan los personajes, que la directora ha reflejado con aire de superioridad va aumentando a medida que crece el metraje, y salen a relucir las carencias emocionales de los protagonistas, sobre todo la familia Vidal. Nora y Rosana son las adolescentes que intentan crear una amistad pese a las diferencias sociales, ambas para distanciarse de sus madres, pero sobre todo la segunda por interés de una salida de escape, de esa casa que no es la suya, y en la que se encuentra prisionera y discriminada. Una cinta que recuerda mucho a El ombligo de Guie’dani, pero en Libertad hay más aristas, todos los personajes tienen algo que esconder y que reclamar al contrario.

Si alguien quisiera decantarse por una intensa película de época del siglo XIX enmarcada en Transilvania, su título es Malmkrog de Cristi Puiu, donde el vestuario, el entorno y de las decoraciones no llevan a vernos inmersos en esa fechas, por medio de conversaciones intensas, en juego de dialectos para debatir sobre las relaciones, la vida, la religión, la política o la moral y todo por medio de un terrateniente, un político francés, un general ruso y una condesa, hasta llegar a los límites de cada uno. Unos diálogos que enganchan que llevan al enfrentamiento incluso con uno mismo, ya que el confrontamiento verbal es constante y hace que el posicionamiento personal pueda verse alterado por las reflexiones. Todo esto es la parte positiva, lo negativo es su metraje 200 minutos aunque hay que reconocer que se hacen muy llevaderos.

Además también se pueden ver de nuevo Next Door, Un blues para Teherán y Marcos y Vida.

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