La vida era eso se ha hecho esperar pero a partir de mañana ya está en cartelera, David Martín de los Santos a cargo de la dirección de dos actrices, Petra Martínez y Anna Castillo, que combinan la veteranía con la juventud en un guion que ambas defienden con grandes interpretaciones.

En una habitación de hospital en Bélgica dos mujeres españolas de distintas generaciones se encuentran. María lleva ya muchos años en el país, emigró en la juventud y formó una familia y Verónica es una joven que acaba de llegar en busca de un trabajo y una oportunidad distinta a España. De primeras la edad y la forma de ser hacen que sean distantes, pero con los días la naturalidad de Verónica atrapa a María para dejarse llevar y ser un poco más ella. A los pocos días María se verá abocada a buscar las raíces de Verónica y será el momento de redescubrirse y por ende, plantearse las bases de su vida.

Sobrio y contenido es el personaje de María, totalmente opuesto al de Verónica, que es abierto y alocado. Dos personalidades dispares, totalmente opuestas y que lentamente irán virando al mismo ritmo que les marca la vida y los acontecimientos.

Petra Martínez está deslumbrante en ese camino hacia el interior de su papel protagonista, en esa forma de expresar descontento con la vida y con ella misma. Pero no está muy lejos la interpretación de Anna Castillo, mucho más natural que en otras ocasiones, se nota el paso del tiempo en ella, como ha ido madurando rodaje a rodaje, y como aquí el director, David Martín de los Santos, ha sabido sacar gran partido a su potencial enérgico que posee pero también a la carga dramática que la actriz sabe explorar y explotar en sus interpretaciones. Ya lo hacía en Viaje al cuarto de una madre, pero aquí impone también esa frescura de la juventud, de la alegría a la par que vierte la emotividad en todo lo negativo que debe de aportar a su personaje.

La película está llena de detalles de ternura entre ambas mujeres pero sin llegar a la sentimentalidad entre ellas, va creando una atmósfera y relación casi de madre e hija, de persona y espejo, respectivamente, hasta convertirse en confesoras y confidentes casi sin hablar, porque ante todo entre ellas está el respeto y el apoyo. Un universo de la mujer concentrado en dos, donde el dolor de la palabra maternidad también está implícito. Una por no haber disfrutado de su madre y otra por no sentirse valorada como madre.

Petra es al contrario, comienza contraída, encerrada en un mundo que la lleva por derroteros de automatismo, de vivir sin sentir, solo estar y ser lo que otros quieren que sean, pero con el metraje, con la apertura de ojos y de puertas al mundo, ese que tampoco estaba muy lejos, recupera otro color en la cara al igual que en el alma.

La vida era eso es un cuento de sueños, de realidades, de recorridos emocionales por lo que navegar y no despertar. Es un canto a la libertad individual sin medidas, ya que la vida pueda ser un cortapisas, y hay que andar al paso de la felicidad, que en realidad es lo que busca, la felicidad en los pequeños detalles.

El director y guionista, David Martín de los Santos, se recrea con la cámara en los planos individuales de cada una de las protagonistas, donde absorbe los pequeños movimientos de su cuerpo, de su cara, de su expresividad, porque aquí en La vida era eso cuenta mucho más la imagen que la conversación, hay muchos más detalles expresivos en los semblantes que en los diálogos. Es una película para disfrutar con las interpretaciones de rostro que con las actuaciones en texto.

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