En esta ocasión no tenemos a un director actual ni de estreno, más bien nos centramos en un clásico, de los que se recuerdan en el tiempo, Fritz Lang, de la mano de Fernando Usón Forniés con su último libro Fritz Lang. La telaraña del destino. Un libro donde disecciona la obra del director alemán, tanto en su etapa en Alemania como en la que posteriormente tuvo en Estados Unidos, y el autor del libro nos ha respondido a unas preguntas para conocer un poco más del libro y de su mirada ante la obra de Fritz Lang.

El cine es fundamentalmente imágenes y sonidos, y este estudio se centra, por tanto, en los rasgos más puramente formales de la obra de Lang.

Fritz Lang. La telaraña del destino es un homenaje a la obra del director coincidiendo con el centenario de su primera película. ¿No fue posible sacar el libro en 2019?

Aunque era la intención, no fue posible. En un principio, el lanzamiento estaba previsto para finales de ese año, pero la editorial con la que tenía apalabrado el proyecto quebró. Por fortuna, Providence se entusiasmó con él, y el libro encontró su vía de escape; afortunadamente, en realidad, ya que Providence me ha dado libertad absoluta para sacar el libro que yo quería, de lo que estoy sumamente agradecido.


En tu forma narrativa hablas en plural, pones al lector como espectador y te diriges directamente a él, sin quitar un ápice de tu autenticidad como comentarista: ¿lo plasmas como una colaboración, o como que tu pensamiento puede no ser solo el tuyo?

Digamos que en mis libros y otras publicaciones me gusta usar el plural mayestático (como el Papa, ja, ja, ja, ja), simplemente porque tiene una apariencia más académica y científica y, por tanto, da más la impresión, tal vez, de que lo expuesto está razonado y no son meras apreciaciones subjetivas, sin más; como creo, de hecho, que es el caso de mi estudio (por más que, evidentemente, siempre exista un sesgo subjetivo). En cuanto a esa interpelación que hago al espectador dirigiéndome a él en segunda persona, no es nada nuevo en la literatura, ni de lejos, pero en este libro me gustó utilizarla, ya que es una trasposición de una técnica que usó el propio Lang en M y Encubridora; es decir, era una forma de adaptar el estilo del libro al tema. Y, como en el caso de Lang, está reservado para el principio y el final.


Dices que el libro no pretende ser exhaustivo, pero al final uno ve que los pequeños detalles que das si nos lleva a ello. ¿Podrías haber sido mucho más minucioso y concreto? ¿Y en qué hubiera virado el libro y su narrativa?

Bueno, creo recordar que no era exactamente eso lo que escribí, sino que la presentación de algunas imágenes características de Lang en la introducción no iba a ser exhaustiva porque otras se irían incorporando en los siguientes capítulos. Sea como sea, Lang tiene unas cuantas películas tan sumamente ricas y complejas que cada una de ellas podría dar lugar, ella sola, a una monografía; y, evidentemente, es materialmente imposible dar cuenta de todos los detalles de una película en un libro, aunque sólo sea porque, para empezar, deberíamos reproducir todos los planos, y aun los momentos de cada toma donde el cuadro variara significativamente. Dicho esto, sí he intentado dar una aproximación lo más exhaustiva posible para cada película importante (que son muchísimas: Lang es mucho Lang) centrándome en los detalles visuales que a mí me parecen más significativos para su discurso. Subrayo lo de visuales, ya que con demasiada frecuencia la literatura sobre cine es eso, literatura (buena o mala, ya es otra cuestión): muchos libros se centran en exclusiva en los guiones. Pero, como indica su nombre, un guion es una guía, no la película. El cine es fundamentalmente imágenes y sonidos, y este estudio se centra, por tanto, en los rasgos más puramente formales de la obra de Lang.

¿Para hablar de Fritz Lang qué es más complicado, hablar de su forma o de su fondo?

Para mí los dos conceptos son indesligables: la forma es la que crea el fondo, aunque yo prefiero hablar del discurso (que no mensaje); y, si no es así, se trata de mal cine. Por responder a tu pregunta concreta y, si nos basamos en la bibliografía previa sobre Lang (o cualquier otro director o movimiento), está más claro que el agua que resulta mucho más fácil hablar (o perorar) sobre el fondo que sobre la forma. Y es que muchos críticos de cine, demasiados, tienen una mente literaria, no visual.


¿Por qué eliges primero hablar en general y luego de cada época y no viceversa?

Me parecía más interesante comenzar con una perspectiva general sobre el cine de Fritz Lang. Empezar a saco con las primeras películas, continuar con las siguientes, etc., etc., y dejar las conclusiones generales para el final tiene sentido para un trabajo académico de tipo artículo o tesis doctoral, pero este es un libro que está dirigido a cualquier tipo de lector.

Buscas más las conexiones que el orden de creación de sus películas al principio, luego, a medida que avanzas, sí que hay orden cronológico. ¿Se analiza mejor la carrera del autor en comparativa o en evolución?

El primer capítulo de Fritz Lang. La telaraña del destino se centra, en efecto, en las constantes del cine del autor, ya que me interesaba resaltarlas porque aparecen a lo largo de toda su obra. Yo creo que lo ideal es precisamente conjugar los dos enfoques, el comparativo y el evolutivo, porque es evidente que los grandes artistas progresan con el tiempo, habitualmente para bien, pero al mismo tiempo tienen toda una serie de temas y de recursos formales característicos que se repiten de continuo y también van mutando en su desarrollo. Una matización sobre la disposición de los capítulos: el orden no es estrictamente, sino aproximadamente cronológico, porque he unido películas que, aunque rodadas más o menos en la misma época, presentan aspectos en común. Así, por ejemplo, Los crímenes del doctor Mabuse, la última película de Lang, aparece no al final, sino en el antepenúltimo capítulo, porque creo que tiene más en común con sus películas de cine negro que con la también tardío-alemana El tigre de Esnapur, que es la película que precisamente cierra el libro, dentro del capítulo dedicado a su cine de aventuras.

Las tres luces – Fritz Lang

Hay una obra, Las tres luces, que tiene su parte en un capítulo como todos films, pero además es una obra a la que te refieres mucho. ¿Crees que fue su punto de partida para abrirse a otros campos y expresiones cinematográficas o géneros, o cuál es la razón de que Las tres luces la nombres tanto?

Las tres luces, no me parece, a pesar de su mítica, una obra maestra. Pero es indiscutiblemente una película importantísima para la historia del cine, amén de la piedra angular de la filmografía de Lang: la mayoría de sus temas más importantes y muchas de sus formas surgen en ella. Debo añadir que muchos grandes directores apenas posteriores, como Buñuel o Hitchcock, confesaron haber descubierto su vocación por el cine gracias a este film.

¿Cuánto tiempo te ha llevado escribir el libro y cuántas revisiones de sus películas has tenido que hacer, ya que el libro está lleno de comparaciones de búsqueda de hilos entre cada una de ellas?

Comienzo con lo de las revisiones: cuando comencé a escribir el libro, ya había visto todas las películas de Lang más de una vez; algunas incluso, como La mujer del cuadro o Los sobornados (no por nada, dos obras maestras), en torno a la decena de veces, la verdad es que ya he perdido la cuenta, puede que incluso sean más. Creo que para escribir honestamente sobre un tema hay que conocerlo a fondo. Luego, en cuanto al tiempo de trabajo, como quiera que Fritz Lang. La telaraña del destino, guste o no guste, convenza o no, está elaborado a conciencia, al igual que los otros libros que he escrito, su redacción me ha ocupado en torno a un año: soy incapaz de escribir un libro en un par de meses, creo que, en un lapso tan breve, se pierde esa posibilidad de reflexión, de volver a capítulos anteriores o presagiar los siguientes, de pulir y relacionar mejor todas las partes del texto, de corregir incluso; el tiempo aporta una perspectiva más amplia. Eso, en cuanto a la escritura. Finalmente, la maquetación ha sido casi igual de laboriosa: como quiera que la interacción entre texto e imágenes es fundamental en el libro, ha sido necesario casi otro año más para colocar los fotogramas en el sitio adecuado para que el lector no necesite ir diez páginas más allá para comprobar con el fotograma lo que asevera el texto, incluso para que deba voltear la página el menor número de veces posible. Es un poco aplicar la lección de Lang y de otros muchos grandes directores: hay que pensar en el receptor de tu obra para que este la disfrute y la comprenda lo mejor posible. Siempre tengo en mente, tal vez por mi pasado de director amateur, que el espectador, el lector son nuestros interlocutores.

En el libro te decantas por la etapa americana de Fritz Lang.

Así es. Y eso que, a pesar de todo el vuelco que supusieron los Cahiers du cinema, con Chabrol, Rivette, Godard, etc. como paladines, en la valoración de la hasta entonces (los años cincuenta) subestimada etapa americana, en los últimos tiempos ha habido una corriente importante de críticos que han tendido a priorizar la etapa alemana. En mi opinión, eso es un error, a no ser que uno se mueva por la mítica “expresionista”, pues Lang, como Lubitsch y como Hitchcock, tan sólo se desarrolló plenamente cuando pisó suelo americano; es más, el Lang mudo, por muy atractivo que sea (que es), resulta bastante irregular y a algunos títulos se les pueden oponer serias pegas. Sin embargo, debo aclarar que a lo largo de los años yo he acabado matizando esta oposición, que ya no me parece tanto entre Europa y América como entre los títulos mudos y los sonoros, pues los dos primeros rodados por Lang con este procedimiento, esto es, M y Das Testament des Doctor Mabuse, ya muestran a un gran cineasta en posesión de todos sus recursos.

Das Testament des Doctor Mabuse – Fritz Lang

En el libro pones en duda también que Lang fuera un cineasta expresionista.

¡Él mismo lo negaba! Y Lotte Eisner, durante muchos años su analista oficial, ya puso los puntos sobre las íes en su libro La pantalla demoníaca: ni Lang, ni Murnau, ni Pabst, ni mucho menos Lubitsch fueron nunca expresionistas. Otra cuestión es que todos ellos, muy puntualmente (Lubitsch nunca), utilizaran recursos expresionistas. A intentar deshacer este testarudo malentendido dedico un capítulo del libro, de hecho.

¿Cómo se eligen los fotogramas? Porque es otro de los puntales del libro.

Los fotogramas se han elegido no porque sean más bonitos, sino por el significado que acarrean, bien solos, bien (casi siempre) en relación con otros del mismo film. Hay, de hecho, algunas secuencias que están “reproducidas” enteras, con un fotograma por todos y cada uno de los planos de los que constan, porque es fundamental verlos todos para comprender el sentido y también la fuerza de estos fragmentos. Así sucede, por ejemplo, ya no solamente con algunas de las películas mejores y más célebres de Lang, como Das Testament des Doctor Mabuse, Furia o Deseos humanos, sino también con otras tan espléndidas y, sin embargo, tan injustamente menospreciadas como You and Me y Espíritu de conquista, que cuentan con sendas secuencias analizadas con sumo detalle en Fritz Lang. La telaraña del destino.

Cada capítulo también tiene una foto/cartel, ¿cómo se elige una cuando estás hablando de varias?

Primero, en función de la relevancia de cada película o de que sea significativa del conjunto que se analiza en el capítulo; luego, teniendo en cuenta qué fotografías están libres de derechos; finalmente, una vez hechas las anteriores cribas, nos quedamos con la que resulta más atractiva en sí misma.


Una calidad inmejorable en el papel: ¿has querido destacar la calidad de la fotografía del director con la calidad en el libro del papel fotográfico?

Primero, queríamos ofrecerle al lector la mejor calidad posible. Y, segundo, había que hacerle justicia a Lang, uno de los gigantes de todo el séptimo arte, y a su admirable obra, máxime cuando los fotogramas son fundamentales para el análisis que propone el libro; algo que, por desgracia, pese a las muchas posibilidades de capturar imágenes que existen hoy por hoy, se está desaprovechando: pareciera que la literatura sobre cine, en su conjunto, no se hubiera dado por aludida de los avances tecnológicos del siglo XXI. Al fin y al cabo, insisto, estamos hablando de cine, y el cine es un arte eminentemente visual, y creo firmemente que su valoración y estudio debe basarse en las imágenes (y los sonidos) y las relaciones que se generan entre ellas (y ellos). Por ello, uno de los objetivos que me fijé con Fritz Lang. La telaraña del destino fue indagar en su obra con parámetros estrictamente cinematográficos, aunque, por supuesto, sin renunciar a otros que les sirvan de complemento; en resumen, el de intentar valorar eso que antes se llamaba cine puro, del que Lang es uno de sus máximos exponentes.

¿Qué proyectos tienes para el futuro?

A finales de 2022 se va a lanzar la reedición de mi monografía King Vidor. La conquista del espíritu, que nunca tuvo una distribución decente y que hoy en día está descatalogada por los muchos problemas que tuve con la editorial correspondiente, cuyo nombre mejor omitir piadosamente. Pero no va a tratarse de una segunda edición, ni de lejos, sino de una absolutamente distinta, también bajo el paraguas de Providence, maquetada totalmente de nuevo, en el mismo estilo de Fritz Lang. La telaraña del destino, con fotogramas adicionales, con la redacción revisada, y con una serie de observaciones e incluso apartados que no existían en la malhadada edición primigenia. Y, luego, para más adelante, tal vez 2023 (como he dicho, cada libro me lleva en torno a un año de escritura), hay otro proyecto que no puedo desvelar todavía.

¿Cuáles son tus sueños?

Los íntimos me los dejo para mí, ja, ja, ja, ja. En lo que toca a lo cinematográfico, ya que la mediocridad general del cine actual parece que no tiene remedio después de más de veinte años de decadencia, mi sueño es que se difundan decentemente los grandes directores del pasado. Y es que hay muchos genios del cine, sobre todo japoneses o del cine mudo, cuya obra es casi totalmente desconocida debido a su muy escasa y constreñida distribución: Teinosuke Kinugasa, Daisuke Itô, Keigo Kimura, Kôji Shima, Kôzaburô Yoshimura, Arthur Robison, en menor medida Hiroshi Shimizu, ¡incluso una media docena de películas mudas de King Vidor, sólo asequibles en los archivos!, etc. Otro sueño es que se restauren por fin algunas grandes obras maestras ninguneadas por la distribución o las productoras, como El viento de Sjöström, o …Y el mundo marcha del mismo Vidor, una de las cimas absolutas del séptimo arte; o que películas “panoramizadas” con fórceps con vistas a los televisores panorámicos, como es el caso de Psicosis de Hitchcock, se ofrezcan también en su versión primigenia en academic ratio. A pesar de que nunca ha habido tantos títulos disponibles como hoy en día y de que muchas películas nunca se habían visto en copias tan magníficas desde la época de su estreno, aún quedan muchas por salir a la luz o hacerlo en condiciones…

Fernando Usón Forniés

“Fernando Usón Forniés es también autor de los libros Nouvelle Vague. La ola que no cesa y, en preparación, King Vidor. La conquista del espíritu (lanzamiento previsto en 2022), así como del blog de análisis cinematográfico Capricho cinéfilo: https://caprichocinefilo.wordpress.com“

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