Tendemos a decir qué en una obra, del tipo que sea, el personaje o el protagonista es una de los actores que representa la misma, pero no siempre es así. A veces esa persona es un mero transmisor del protagonista que en definitiva es la historia o el fondo de la misma.

El perdón, interpretada por Juana Acosta y Chevi Muraday, tiene un protagonista muy principal que es la memoria, esa losa o ese regalo que convive con nosotros. Aquí no es otro que el recuerdo y la aceptación de la muerte del padre por parte de Juana Acosta.

Ese recorrido, hacia poder enfrentarse a la verdad, lo realiza por medio del antes, el después y el ahora. Cada una de esas partes son como las estaciones de un año, como se avanza y lo que aporta lo pasado en el presente y por supuesto en el futuro. Todo ello comprendido en una performance donde Juana Acosta retoma su pasión por la danza, que aquí en El perdón actúa de hilo conductor de esa catarsis que la actriz realiza encima de las tablas.

Desde el primer instante la tonalidad negra y los momentos intensos invaden al espectador, ese escenario negro con un pequeño halo de luz destacando un teléfono con una conversación de fondo, que no se oye bien, pero que se intuye asfixiante, dura y conmovedora. Ese comienzo será el inicio de una noria de sentimientos, de recuerdos, de emociones agolpadas en la voz de Juana Acosta desde el antes al después y viceversa.

Un texto que ensalza lo que la actriz sufriera el 19 de mayo de 1993 cuando su vida cambió, cuando un teléfono sonó e hizo que uno de sus pilares se derrumbara, pero también se remonta a tiempos mejores, a sus días felices hasta llegar a esa fecha. Durante el tiempo que nos cuenta lo ocurrido se plasma ante todo como Juana no quería reconocer o hablar de lo sucedido para creerse viviendo en una realidad fuera de la verdad y no tenerse que enfrentarse a los hechos, cómo si por no hablar no hubiera sucedido.

Al final de la función en un momento que Juana Acosta vuela y su cuerpo parece efímero y volátil, no pude más que irme a una secuencia de Sobre lo infinito de Roy Andersson, esa mujer volando por encima de una ciudad y de lo que escribí lo siguiente: Sobre lo infinito posee un guion construido a base de microrrelatos, combinando lo negativo con puntos positivos para desgranar una sociedad que se envuelve en tonos grises y que a veces saca hasta algún que otro color. Y aquí, en El perdón existen esos matices, mostrar las luces y las sombras de la vida, las rosas y sus espinas por medio un desnudo emocional ante el público.

El Perdón es para Juana Acosta el arranque y el primer trabajo que sale de su productora Calité Films que ha fundado con su hermana Valentina, y donde pretender impulsar la mujer como creadora cultural.

Reparto: Juana Acosta y Chevi Muraday Dirección y coreografía: Chevi Muraday Dirección de escena: David Picazo y Chevi Muraday Textos: Juan Carlos Rubio Ayudante de dirección y repetidora: Paloma Sáinz-Aja Dirección musical y música original: Mariano Marín Diseño de iluminación: Nicolás Fischtel (AAI) Espacio escénico: Chevi Muraday Vestuario: Losdedae Fotografías: Félix Valiente Dirección de producción: Gachi Pisani- GP Management y Distribución de Espectáculos S.L.

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