Segundo largometraje de Juan Miguel del Castillo: La maniobra de la tortuga, tras atraparnos con Techo y Comida. Reaparece siete años después con este drama y thriller policiaco, adaptación de la novela homónima de Benito Olmo del 2016. Hoy día 13 de mayo ya está en los cines.

Juan Miguel del Castillo descubrió la novela en una feria del libro, y se vio atrapado por su historia, el maltrato machista y que estuviera enfocado en Cádiz, pero reconoce que los tintes de thriller policiaco le echaban para atrás a la hora de poder realizar el guion, por ello, cuando pensó en realizar la película quiso que José Rodríguez, que ya tenía experiencia en el género, estuviera en el proyecto: quería hacer una buena adaptación, pero con cambios. Aquí hemos apostado por mayor foco en el personaje de Cristina y en el mensaje de fondo, hemos puesto más peso en ello.

No era su única limitación para llevar a cabo el proyecto, tenía que lograr tener productores, y lo hizo. Tras realizar Techo y Comida con 150.000 euros, ahora podía contar con mayor presupuesto para realizar La maniobra de la tortuga.

Natalia de Molina encaja perfectamente en el personaje, de hecho, el personaje era de Granada. El resto del reparto ha sido un trabajo de casting, pero el descubrimiento ha sido Fred Tatien. Había visto algún papel pequeño en otras películas, pero en el casting daba el perfil completo, la fuerza bruta de tipo duro que estaba en la novela, pero que también tiene una sensibilidad muy grande, yo quería un personaje que llorase ante la cámara y mostrase esa vulnerabilidad, esa mochila que tiene, ese sufrimiento, y él lo tenía, lo rudo y la parte más humana, y para mí fue un regalo. Al resto a muchos los conocía, y estoy contento con el resultado final.

No le gusta ensayar, admite que le gusta que la emoción que se trasmita por parte del actor sea la inicial, la pura, que vaya de primeras y nada moldeado, busca la frescura y la naturalidad. Dice que simplemente días antes ve las escenas con los actores. En este caso nos comenta que las escenas dramáticas de Fred y Natalia lo hablaron, pero nunca interpretaron, le gusta la magia de la primera toma, de las primeras emociones: esos cartuchos si los juegas antes en ensayos se queman, a mí esta fórmula me funciona, por ello prefiero reservar todo para que surja en el rodaje. Simplemente hablamos para entender el fondo del texto. Me gusta que todo sea muy natural y realista, alejarme de todos los efectos, busco la cercanía y lo natural, porque hay más emoción. Es ir a lo mínimo y trasmitir lo máximo, que es complejo, porque a veces es más difícil que si todo es más grandilocuente. Pero todo esto es gracias al equipo y los actores.

Queda claro que no es de ensayar, pero sí de planificar la imagen y la cámara antes de rodar. Es uno de los hándicaps de sus películas, ese tratamiento de buscar al protagonista constantemente con la cámara, seguirlo, dejarlo en primer plano o de espaldas observado. Esta forma ya estaba en su primer trabajo y aquí vuelve a fijar la cámara en los personajes principales, en querer trasmitir la angustia del momento, sobre todo la del personaje que encara Natalia Molina.

En una secuencia en concreto donde la sensación de agobio es máxima para ella, está realizada con una Snorricam, nos cuenta el director, que la actriz lleva colgada en el pecho para captar el primer plano, pura angustia y Juan Miguel afirma que para Natalia de Molina fue complicado, ahí es ella la operadora, con un gran peso de la cámara y el resto de equipo alrededor. Esa amenaza y esa ansiedad lo trasmite muy bien ese plano, nos quedamos asombrados de su trabajo. Para mí el cine es eso, la cámara, algo fundamental, es como la pluma para un escritor, y hay que elegir muy bien cada encuadre y cada momento. Lo consiguen, ese plano cuenta mucho del dolor e impotencia del personaje. Por otra parte, está el personaje de Tatien, está observado tanto en primer plano y como en la distancia, representación de su papel de policía, hay un equilibrio buscado entre la narrativa y cómo lo cuentan y la actuación de él.

La maniobra de la tortuga posee muchas aristas de denuncias sociales, de abusos hacia la mujer, el personaje de Natalia de Molina, con la violencia de género, ese padre, inspector de policía, que perdió a su hija años atrás en una desaparición y encontrada muerta, y la otra trama que ocupa al inspector relegado a Cádiz, la aparición de una joven en circunstancias muy parecidas a las de su hija. Todo trenzado entre personajes con pérdidas, con dolor, con miedo a vivir y meramente sobreviviendo, y con la justicia ausente -algo recurrente en los guiones de Juan Miguel del Castillo- Cuando adaptamos la novela con José Rodríguez teníamos una frase constante: El sistema no funciona, también hay pinceladas de la inmigración, de la corrupción policial, el sistema judicial, todo está presente en la película y sobre todo la violencia machista y aunque hay profesionales trabajando en ello, no todo va bien. La película no quiere dar lecciones, solo visibilizarlo, todos tenemos que aprender de ello. Pasa lo mismo que con Techo y Comida, no aportábamos soluciones de nada, pero si mostrábamos lo que hay.

Le preguntamos por su tercera película y si será también de temas sociales, y Juan Miguel dice que está abierto a todo, pero que ve que al final la injusticia social le tira: Me motiva, las películas además de entretener tienen que tener mensaje y ese es el cine que me gusta hacer. Te tienes que casar con un proyecto porque dura mucho tiempo, siempre digo que es como un hijo, aquí hemos estado siete años, y es para siempre, y yo me siento muy cómodo haciendo este cine. No descarto una comedia, el tiempo dirá.

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