Germán Salto nos regala un disco en castellano. Ha pasado de sus dos trabajos anteriores con Salto, banda, a lanzar su disco homónimo con un cambio radical, idioma, banda, manager, productor y todo: antes todo era más democrático y ahora es más dictatorial al comenzar de cero.
Lo de dictatorial es una mera forma de hablar, porque en la conversación mantenida con Germán esa palabra se diluye y realmente refleja un disco en común, donde lo que ha querido mantener es su esencia. Él no cree que sus canciones hayan cambiado tanto en el fondo y la forma, solo en idioma, y que ha ido buscando otros sonidos junto a sus nuevos compañeros de viaje. Sigue con la meta en sus composiciones de que la melodía sea la protagonista.
Germán Salto es un disco compacto orquestal, con sus referencias musicales, algo dispares a sus discos anteriores, no desvelaremos cuales, ni las que una servidora ha sentido ni a las que él se refiere. Es un disco que da para escuchar en bucle, para crear esa narrativa que ha querido extender en nueve canciones que comienza y termina con un vals: No ha sido nada premeditado. Todo surgió en el estudio, tenía compuesto el vals final y mi idea era hacer una introducción; como era un disco de orquesta quería hacer una composición de cuerda con una pequeña obertura clásica, pero estuvimos probando cosas con Iñigo, el arreglista/productor -que realmente es el que sabe de partituras, yo solo sé canturrear, él es el bueno, quien escribe- y al final nos gustó mucho más escoger unos segundos del vals final para iniciar el disco. Fue algo muy improvisado.
Gustándome mucho escribir, leer y componer, priorizo siempre la melodía. Cojo la guitarra y empiezo a hacer melodías hasta que una me gusta. Esto me parece clave, sobre una rueda de acordes es muy fácil hacer una melodía bonita, pero de eso hay millones y no tiene mucho mérito. Por lo tanto, busco y busco algo nuevo con su estribillo y una vez peleada, estudiada y creada la melodía final busco una letra que encaje, pero siempre priorizando la melodía y nunca la letra.
Podemos pensar que este disco al ser orquestal varía mucho con respecto a todo lo suyo publicado anteriormente, pero Germán admite que al final lleva su línea inicial y de ello se ha dado cuenta al estar ensayando sin orquestas, con el grupo de rock que tiene ahora mismo. El disco se podría haber grabado sin orquesta, pero era un capricho mío. He de reconocer que soy de los que piensa que si una canción es buena funciona en cualquier formato.
Germán es constante, metódico y muy muy exigente consigo mismo. Dice tener el hábito de escribir diariamente, tanto música como relatos, estos últimos para no perder la costumbre de escribir. Pero sobre todo, en la música es meticuloso y admite que cualquier canción que componga si no le parece la leche, la descarta: no soy de esos de presentar 20 canciones para descartar algunas, puedo guardar ideas, pero no canciones.
Asombra que diga que no tiene recursos a la hora de componer, cuando cada disco suena distinto, cuando cada canción llega y sorprende, ya sea por la letra o por la música. Este disco tiene una musicalidad mucho más pop, con la parte sinfónica, y el anterior mucho más rock, pero Germán hace hincapié en que si el anterior lo hubieran grabado con cuerdas y banda de rock sonaría como el actual. Para él las composiciones son siempre iguales, es decir, que le gusta mantener su esencia y le gusta reflejarlo; que a la gente le llegue así: Todos somos el reflejo de lo que nos gusta y poco a poco nos vamos haciendo y sonamos a uno mismo. Al final cada uno vestimos la canción de distinta manera.
Su música, al completo, me lleva a muchas sonoridades, pero concretamente a algunas que le comento, y esto es lo que él piensa: Simon, de Simon & Garfunkel, es uno de mis letristas favoritos; de los Beatles, qué decir, quien no tenga una influencia suya no debería subirse a un escenario, y con respecto a CRAG fueron quienes bebieron de ambos y lo llevaron al castellano.
Siempre estamos hablando de etiquetas musicales cuando hablamos de música, o de cultura en general, pero para Germán es algo que no tiene mayor importancia, ni para bien ni para mal, dice no pensar en ello ni como compositor ni como oyente, pero sí que ve que muchas etiquetas están mal puestas.
En este proyecto ha tenido un cambio radical en formación. Iñigo, como productor y arreglista, con quien dice haber encontrado la horma de su zapato para este disco y los venideros. Pablo Solo en el bajo, Alberto Anaut en guitarra e Iñigo Pilati en batería. Encantado con la banda que va a tener en los directos.
La música en Germán Salto es toda suya, y las letras son dos de Santi Campos, una de ellas: «Arder, Humo y Desaparecer», para Germán es la mejor del disco. ¿Qué dificultad han tenido en esta parte letrista y compositor musical? Santi prioriza las letras y Germán la melodía, así que Santi ha tenido que ajustarse a lo que ya había creado Germán.
«No» es el primer single. Dice que lo eligieron porque es de donde partían y tenía mucha orquestación. Es una de las canciones más melódicas del disco, aunque hay otras con esa misma tonalidad y otras con más toques de rock, que al final nos llevan a que el disco suene en su conjunto a un pop rock orquestal.