El próximo día 9 de julio Cristiane Azem, coreógrafa y bailarina, estrenará su nuevo espectáculo, Jamsa, Ethno Dance en el Centro Cultural Paco Rabal a las 20 horas. Dos horas de danza donde diez bailarinas profundizarán en la vida nómada de las mujeres entre Oriente y Occidente.
Para conocer un poco la trayectoria y el trabajo de Cristiane Azem en la danza hay que saber la razón de esta frase suya: La danza es recrear el mundo a través de ella, y por eso preguntamos por ello:
Considero que en el arte hay una dicotomía, entonces no creas, reflejas; lo que eres, lo que la sociedad es, el alma humana. Es un espejo, no se crea se proyecta en un telón el alma. El artista es el vehículo de esa imagen proyectada, un reflejo de la sociedad. Pero cuando creas un mundo nuevo es un paraíso artificial. Son dos cosas, un reflejo muy puro de lo que somos, tanto luminoso como oscuro, porque ambos nos hacen reaccionar. Este paraíso nuevo lo hacemos mucho en mi escuela, un mundo nuevo de sueños, de anhelos que son una utopía, y donde mostramos ciertas partes en un estado ideal. Y como decía Calderón de la Barca, los sueños, sueños son, pero al mismo tiempo también son realidad, estamos creando algo por medio de una ensoñación, porque interactúan. Es algo de ida y vuelta. El mundo y la danza en algún momento se abrazan.
Recibir el arte de la danza es dejarse llevar, es como la música instrumental. El creador sabe el guion y su texto, pero el espectador capta por su propio ser, así que cada uno puedo llegar a crear su propia historia fuera de la del creador. Es un hilo trasmisor de emociones y de puntos paralelos, desde el escenario a la realidad.
Jamsa está inspirada por la poesía de Alejandra Pizarnik: «Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero”. Y Cristiane Azem nos recuerda otra frase de Pizarnik a colación de la danza, su forma de expresión y trasmisión de emociones: «Mucho se ha dicho sobre este tema abierto«. Según Azem la música y la danza no cierra un tema: Nos comunicamos con el cuerpo con la visualización, pero siempre abierto, el receptor va a leer por sus neuronas receptoras según sus vivencias, nada es de verdad ni cerrado, todo es una lectura única para cada persona. Cuando, actuamos si hay doscientas personas en las butacas, hay doscientas actuaciones e interpretaciones. Pero también están el mío y el de las bailarinas, cada uno es un show diferente.
De ahí partimos a hablar de la creación, al constante movimiento que está la creación de una obra. Puede comenzar de una manera la idea y terminar de otra: Coge alma, la obra tenía que ir, por un lado, pero quiere ir por otro, y a veces pasa incluso cuando ya estás en los ensayos y se lo tienes que decir a las artistas.
Esta forma, creativa y artística, que nos cuenta Cristiane Azem nos recuerda a la improvisación de las actuaciones en directo, y ella nos cuenta que ella es una improvisadora que no baila coreografía: Hago muchas sinergias entre la música que ocurre y mi cuerpo. Y a la hora de crear tengo esta plasticidad, dejo que las ideas vayan bailando como si hubiera una música sonando y las ideas pudieran hacer su improvisación también. De vez en cuando tenemos una revelación y ahí está la creación. De hecho, con las bailarinas nunca está todo cerrado, vamos formando a medida que veo la manifestación de cuerpo en escena. Necesito que su movimiento sea un creador conjunto de lo que va a pasar. Puede haber una idea o una música, pero realmente necesito la verdad de sus caras de sus movimientos, de lo que sienten para que parezca todo real. Por eso digo que me gusta crear a través de la idea no de la interpretación dancística, y que el movimiento brote desde un lugar, aunque también busco llegar a un lugar. Rompo mucho mis reglas y doy espacio a las bailarinas para que den lo que requiere el espectáculo.
Jamsa significa cinco, y además es la mano de Fátima, como nos cuenta Cristiane, es un símbolo muy antiguo que es muy normal que tenga un ojo en el centro. Para ella es algo muy místico, que se supone que es un símbolo de protección, pero para ella la mano es una gran antena de la energía del universo con una visión muy poderosa, siendo un canal de expresión. Es la mayor conexión que puedas tener con el universo. El espectáculo tiene la conexión de mujeres del mundo, hemos elegido cuatro historias y también la de las mujeres que vienen a la escuela. Jamsa es un portal mágico y una vez que entras ya no hay límites, puedes viajar de tiempo y de espacio, de la Armenia de la diáspora, o a un campamento gypsy, bohemio del este europeo, sin saber la época porque es cíclico y atemporal. Se puede hacer viajes a algo que ocurrió o algo que está eternamente ocurriendo. Es un símbolo reconocido en muchas partes del mundo, tanto oriental como árabes, por eso no nos hemos centrado en algo en concreto, y de ahí cinco historias que salen de la mano de Fátima.
Jamsa son cinco portales de tiempo y espacio
Cristiane Azem nos cuenta como la Jamsa representa la protección, tanto en los musulmanes y los cristianos, lo describe como una belleza para no dividir. Al mismo tiempo es una figura que aparece en la danza oriental en todos los países, incluso en España. Ahí sale la parte más pura, como coreógrafa, relatando como las bailarinas en Occidente entran por una puerta, que no es puerta si no portal, dando espacio a una realidad que es más verdad que su realidad. Esta fantasía que las mujeres prueban delante del espejo, cuando bailan juntas, es una verdad absoluta, ya que es algo que Occidente ya no practica; como las mujeres juntas cosiendo, tomando té, riéndose, hablando o llorando. Siempre que estamos recreando algo delante de un espejo creamos un mundo paralelo.
Quería plasmar en este espectáculo todo lo que había conocido en mis viajes de las culturas nómadas de mujeres, además de reflejar mi parte de cultura árabe, pero sin perder la esencia de todo lo que había creado con anterioridad. La primera historia es la realidad que entra por la puerta, que son las bailarinas de la escuela. El resto son cuatro viajes que hacemos juntas, siempre digo que viajamos a diferentes lugares, puede ser un mundo de belleza, de musas, de mujeres que tienen que ser desplazadas y que forjan su historia, recordándose por los años, formando la tradición que da alas con capacidad de resiliencia total. Así que este espectáculo está creado con danzas étnicas, por eso lo llamamos Ethno Dance.
La segunda historia elegida es la de los Bohemian, el este europeo, y Turquía. Ella cree que esto aporta algo distinto al mundo gitano español. Aquí han incluido un nueve por ocho algo que dice que no existe en el flamenco. Con ello quiere que se vea que la cultura gitana está también fuera de nuestras fronteras, y que en concreto la que muestra sería la zíngara.
Armenia es la tercera historia, donde reflejan Estambul y la cultura de Turquía. Aquí hay un punto de unión con su lugar de procedencia Brasil y Líbano, parte materna y paterna, donde los armenios tienen mucha emigración. Lo describe como fascinante su folclore, pero también describir la Diáspora. Los desplazamientos son algo constante en el mundo, y las mujeres caminan hacia lo desconocido, dejando su legado atrás, pero trasmitiendo a sus hijos algo que es imperdible.
En la parte Gypsy reflejamos la fugacidad de la vida, esta alegría de quien camina sin nada porque tiene todo. El todo de la libertad, del campo a través y de la cultura que llevas en tus canciones. No tenemos nada, pero tenemos todo, el país sin ejército, que son los gitanos.
La danza oriental está reflejada en la cuarta historia egipcia, en lo llamado Golden Age, de la danza en el cine. Insiste aquí Cristiane que esta danza no es para enseñar la sensualidad de la figura de la mujer, como muchos piensan, es para alejar la mujer de ese reflejo. Buscaba esa época la delicadeza, la belleza y la conmemoración de esa danza, de los gestos de unión del cuerpo con la naturaleza, dejándose arrastrar por viento, agua y arena. Ella ha querido mostrar esa evolución donde la tradición y cultura se han transformado en espectáculo.
La orientalista es la última historia. Esta parte es más enigmática ya que como relata Cristiane no se sabe nunca si existió, porque realmente es la musa, es la que inspiró la pintura y no sabes si estaba dentro de la fantasía del pintor. Es algo que está en nosotras, más indescriptible, es un proceso interesante para la inspiración. Creo que la musa desmaterializa la sexualización y que el desnudo es algo inefable e incorpóreo. La aproximación del mundo oriental al occidental fue una puerta a la fantasía. Esta historia realmente es la segunda en el espectáculo.
Cristiane Azem con Jamsa quiere destacar la potencia de las raíces, de las culturas, de las tradiciones. La tierra es un arma para crear para ella, por ello, busca formar un espectáculo que nos arraigue más a nuestro pasado y tierra pero quitando fronteras, para poder disfrutar de todo el movimiento que hay cultural en el mundo. Si ella con quince años en Brasil bailaba flamenco como si estuviera en Granada, como nos cuenta, quiere decir que ya estaba en su cuerpo, que las influencias venían del arte que vivía cada día y cultivaba, así que en Jamsa quiere quitar límites y ver la belleza de cada pueblo universal.
Jamsa está repleta de historia, ya que la coreógrafa, no solamente ha tenido que hacer un guion o guía para el espectáculo, ha tenido que retroceder en el tiempo hacia el pasado de la danza que quiere mostrarnos, de los países y culturas que desea reconectar con el público. Dice que ha aprendido, enseñado y desaprendido, y esta última parte es muy importante para ella, dado que con lo primero siempre buscamos la perfección y declara que la belleza visual casi siempre está en la imperfección.