En esta decimoquinta edición de JazzCádiz querían dar relevancia al jazz español, tal y como nos comentó su directora, Marina Fernández, y lo han conseguido, además de llenar el escenario de un colorido musical de jazz fusión, recorriendo estilos diferentes, integrados y llevados al jazz.

Brazulada fue el despegue para nuestro disfrute de JazzCádiz el pasado 20 de julio. Proyecto de Julián Sánchez, acompañado de Enrique Oliver (saxo tenor), Fernando Brox (trombón y flauta), Valentín Murillo (saxo alto y flauta), Javier Galiana (piano y voz) y Joan Masana (contrabajo). Con la formación pudimos cerrar los ojos y trasladarnos hasta los ritmos de Brasil sin dejar de lado los sonidos andaluces que se insertan en la música jazz. Hay que destacar que varios de los que estuvieron en esta formación estarían después en «El carnaval de los animales». Pero Brazulada se compone de mucho más que los ritmos ya mencionados, si nos parábamos a escuchar con tranquilidad se podían notar sonidos neoyorquinos clásicos.

Fotografías: JCH

Si a una de las actuaciones la quisiéramos subtitular sutileza, sería la de Lucia Fumero, que inició la velada del día 21 de julio. Delicada, ecléctica, cálida en todo momento y con distintas variedades musicales dentro del jazz. Desde las notas más clásicas, a las más melódicas, pasando incluso por los sonidos pop, algo innato en ella. Nos llevó con su voz y su piano, acompañada de Martin Leiton (contrabajo y leona) y David Xirgu (batería y percusiones), por un concierto envolvente en armonías que nos revelan una personalidad, la de la artista, joven y vital en sus propias composiciones, que mostró en el concierto, con canciones de su primer disco Universo Normal.

Fotografías: JCH

La segunda actuación de la noche del día 21 también fue femenina: Lucía Martínez. Energía pura, un derroche de vitalidad y de compás a ritmo de la batería, la suya, y la de sus compañeros João Pedro Brandão (saxo y flauta), Pedro Neves (piano) y Carl Minnemann (contrabajo). Lucía Martínez Quartet navega por el jazz más contemporáneo, con la percusión como base y con ritmos muchos más electrónicos. Mostró las composiciones de su trabajo «Calma» donde la pasión da paso al collage, como ella llama a su música, que parte de sus vivencias, de sus recorridos musicales, que mezclan el jazz, el flamenco, el folk, las influencias más electrónicas de Berlín y todo lo que ha escuchado en Colombia. Es un placer ver como disfruta Lucía Martínez tocando, pero también como está ensimismada cuando sus compañeros entran en sus solos.

Fotografías: JCH

Como si de una orfebrería musical se tratase, sonó y brilló «El carnaval de los animales». Cabía la duda si todos los participantes de esta locura mágica musical estarían presentes en el escenario al unísono, o irían rotándose, pero al entrar al Baluarte de la Candelaria quedaba claro, que ahí, en el escenario, estarían todos, meticulosamente alineados para disfrutar unos de otros, así lo hicieron, y el público de ellos en su conjunto.

Cádiz dentro de una orquesta de jazz estaba compuesto por: Ana López Segovia (maestra de ceremonias), Carmelo Muriel (flauta /saxo alto), Pedro Cortejosa (saxo tenor / flauta), Carlos Ligero (saxo alto), Adriana Calvo Anillo (saxo alto), Jesús Núñez (saxo barítono), Carlos Villoslada (saxo tenor), Miguel López (saxo barítono / teclado), Lipi Calvo (trompeta), Julián Sánchez (trompeta) Pablo Castillo Gómez (trompeta), Alejandra Artiel (trompeta), Miguel Barrones (trombón), Luis Balaguer (guitarra), Nono García (guitarra), Javier Galiana (piano), Juan G. Galiardo (piano), Javier Bermúdez (bajo eléctrico / trombón), Alejandro Tamayo (contrabajo), José López (contrabajo), Juan Sainz (batería), Malick Mbengue (percusión), David León (batería), Carlos Cortés (percusión / batería) y ha sido una co-producción especial XV Anivesario Festival JazzCádiz, entre Dúo GLAMUR y Asociación Festival JazzCádiz. Javier Galiana y Miguel López han llevado al jazz una adaptación de la partitura de Camille Saint-Saëns.

El carnaval de los animales no fue solo un concierto, resultó una representación teatral de la mano de Ana López Segovia, que sacó sus dotes artísticas interpretativas para llevarnos por un mundo imaginativo donde la música de jazz se entrelazaba con los toques carnavalescos impuestos por la propia narrativa y por la puesta en escena.

Fotografías: JCH

Con la naturalidad que le caracteriza, Antonio Serrano entró en el escenario con su cuarteto, completado por Pablo Gutiérrez (piano), Toño Miguel (contrabajo) y Esteve Pi (batería) para presentarnos su trabajo Tootsology, que homenajea a su gran referente Toots Thielemans. Antonio Serrano demostró que el jazz admite todos los instrumentos musicales, en su caso la armónica, que dota de un ritmo y sonido diferente al género. Es verdad que la armónica es mucho más habitual en el blues o country, pero Antonio Serrano ha sabido insertar la armónica tanto en el jazz como en el flamenco, y aquí en JazzCádiz lo demostró con creces, incluso regalándonos un blues tan característico para el instrumento. La elegancia se hacía hueco en el escenario para que Serrano fuera la cabeza de cartel, pero no la estrella. Él se retiraba sigilosamente para que sus compañeros de concierto tuvieran sus momentos individuales o en trío. El artista madrileño levantó al público asistente con su concierto, pero no se quedó ahí su actuación, estuvo presente después en la jam session, pidiendo permiso a sus compañeros para poder unirse a ella. Disfrutó de la noche como el que más, y no se centró en su hora y media de escenario en cuarteto, quiso compartir con más compañeros de profesión su pasión, la música en vivo.

Fotografías: JCH

Nadie dudaba que llenaría el recinto del concierto. Salvador Sobral, un asiduo del festival y de Cádiz, mucho antes de ser un artista reconocido, fue el colofón del festival. Ese nombre del cartel que nadie quiere perderse, la guinda del pastel. Jugó con el piano y su voz para comenzar y terminar su recital. Subió y bajó del escenario cuál niño chico que disfruta con lo que tiene entre manos, la magia de su voz, pero también dió espacio a sus acompañantes para que tuvieran su propio tiempo y se pudieran lucir. Cuando Sobral canta nos lleva a fados, a bossa nova, pero de fondo en la musicalidad está el jazz, las partes más clásicas del género y luciéndose en ese cuarteto la parte del piano con el estilo «bebop», esa parte del jazz que improvisa con el piano. En el concierto el pianista, Max Agnas, y Sobral tuvieron una química especial, una sonoridad que empasta en música y voz. Estuvieron en las tablas compartiendo noche con ellos

André Rosinha al contrabajo, Bruno Pedroso a la batería y André Santos a la guitarra. Al igual que Serrano, Sobral se retiraba por momentos del escenario para dar espacio al resto con sus instrumentos, y aparecer al fondo del recinto de El Baluarte de la Candelaria.

Fotografías: JCH

En el artículo de la entrevista con Marina Fernández recuerdo haber escrito que, aunque quisieran que fuera nacional y de internacional estuviera Salvador Sobral, había más por la repercusión fuera de nuestras fronteras del resto de artistas, y después del concierto final he de decir que Sobral es más nacional que muchos de nosotros, al menos mucho más gaditano. El artista portugués estuvo todo el concierto hablando en gaditano, bromeando, con chascarrillos propios del lugar, incluso reclamando una actuación en el Teatro Falla de Cádiz. Sobral desborda energía, humor, carisma y música, y así lo demostró el pasado 24 de julio en JazzCádiz presentando su último disco bpm.

Fotografías: JCH

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