En la vigésimo octava edición del Festival Ibérico de Cine, celebrada del 19 al 23 de julio, el premio Onofre a mejor cortometraje recayó en Farrucas de Ian de la Rosa.
Este año ha sido una edición de récord en la convocatoria, recibiendo el doble de trabajos que en 2021. El director del festival, Alejandro Pachón, comentó al respecto: «muestra la vigencia de este género y el interés de las nuevas generaciones por seguir haciendo cine aún con más ahínco tras la pandemia y la relevancia de nuestro Festival dentro de la península Ibérica»
Farrucas mezcla la fábula y la realidad de cuatro jóvenes que celebran el cumpleaños de una de ellas en su casa. Cuatro actrices no profesionales que sorprenden por su frescura, con un guion que representa a la perfección su generación, sus sueños y anhelos y por ende la forma de llevar a su terreno todo ello.
Perpetua felicidad de Isa Luengo y Sofía Esteve se alzó con los premios de mejor dirección y mejor guion. Dos temas a tratar en la película, el descubrimiento y apertura sexual en la adolescencia y la relación paterno filial, dos cruces que pueden perfectos o, todo lo contrario, chocar entre ellos.
Laura Gómez-Lacueva recibió por Plastic Killer el premio a mejor interpretación femenina y Enric Auquer por Fuga a mejor interpretación masculina. Dos cortometrajes muy dispares, pero con dos interpretaciones que rozan los mismos límites, en no tenerlos en sus personajes. Laura Gómez-Lacueva encarna a una mujer con una vida totalmente ajena a la sociedad actual, en su mundo y con su razón de vivir. En la cinta además se aboga por plasmar el ecologismo, en tono de humor negro, muy mordaz y tintes de terror. Enric Auquer por su lado trasmite intranquilidad en todo momento, con una vida fuera de control, lo mismo que el personaje de Plastic Killer, pero aquí con toques más personales y mucho más sociales/familiares. Una lucha por sobrevivir con un final que deja el título como telón de fondo a especular.
O lobo solitário de Filipe Melo consiguió tres galardones, el del público de Badajoz, del Público de OLivenza y Mejor Fotografía a Vasco Viana. Seguramente, después de Farrucas, sea el cortometraje que más enganche al espectador, de ahí los premios del público. Va creciendo a medida que pasa el metraje, esa radio, ese locutor y esos radioyentes. Influye mucho los colores con los que trata la pantalla, con los que el espectador recibe a esos personajes detrás de un micrófono y la angustia reflejado en conversaciones exteriores. Duro e intenso reflejando problemas sociales de los que cuesta hablar. El premio del público de San Vicente de Alcántara fue a parar a Espinas de Iván Sáinz-Pardo; un trabajo compacto en temática, en actuaciones y con gran carga dramática que no se pierde, se agrava y se consolida con cada conversación de los protagonistas. Tiene en común con O lobo solitario las influencias del pasado en el presente, de cómo los fantasmas de acontecimientos sucedidos no se pierden, más bien conviven para marcar la personalidad de cada uno, aquí en Espinas para la fragilidad de la protagonista y en el trabajo portugués para recalcar la soberbia del personaje principal.
Nada nas Mãos de Paolo Marinou-Blanco, uno de los cortometrajes portugueses, logró el premio Luis Alcoriza del Jurado Joven. Es todo un viraje estético de la vida y la muerte, de la convivencia de la realidad con las despedidas por el final de una vida. Juega con los colores, con las voces y trasmite naturalidad ante una temática tan poco deseada a tratar.
El público infantil votó por B de Bendetta, de Amaia San Sebastián. Una cinta que evoca la imaginación infantil al mismo tiempo que busca el equilibrio entre la diversión y los miedos a lo desconocido, creando unos mitos que cada persona llevará a un terreno distinto. Muy actual el formato, como si de una agenda o diario tecnológico se tratase la presentación de los personajes y los actos.
No es de extrañar que el premio de la Mejor Música Original fuese para Zeltia Montes por Sauerdogs, es un personaje más en la historia y contribuye a enfatizar cada secuencia y remarcar a los personajes en cada situación, de fondo, constante y con la intensidad requerida en cada momento, la música nos lleva a ir procesando, casi por adelantado, lo que irá sucediendo, actúa de preaviso.
Packing a Wave, Golondrinas, Frio Polar y Carboncillo son cuatro trabajos de animación que merecen ser mencionados. Cada uno tiene su aportación personal a la selección del festival, Packing A Wave y Frio Polar nos lleva a lo más medioambiental, al cambio climático y a la concienciación al respecto, todo en dos cortometrajes sin diálogos, donde las imágenes cuentan por sí mismas, y la música tiene su gran aporte transmisor de la historia narrativa. Golondrinas juega con la amistad, la naturaleza y la imaginación y Carboncillo es todo un regalo visual donde la técnica sopesa cada movimiento y nos hace estar pendiente de la imagen en movimiento que juega detrás de la pantalla para que el espectador casi baile con la mirada e incluso cree el movimiento que deba dar.