Hace un año elegí Un cielo impasible como una de las mejores películas de 2021, para mí, y simplemente mi descripción fue: David Varela con este documental, Un cielo impasible, nos da todo un optimismo. Esa parte la contesta la película en cada plano con los protagonistas adolescentes y lo hace el propio director en la entrevista que hemos podido realizar.
Sobrevolar por la historia de nuestro país no es nada fácil, porque queda mucho por contar y porque no todo el mundo lo quiere oír. David Varela ha realizado un ejercicio de recuerdo educativo, emplazándonos a viajar al pasado desde la mirada y la voz de las nuevas generaciones, esas a las que ponemos tantos peros y que aquí recogen el testigo de la voz y el debate.
Zona oeste de Madrid, Brunete, donde tuvo lugar una de las batallas más duras de la Guerra Civil Española. Ahora un grupo de adolescentes investiga, recita y debate desde los testimonios de los soldados protagonistas de esos terribles días. Del pasado al presente, con la memoria histórica democrática como voz.
Tras casi dos años de recorridos en festivales y centros educativos, Un cielo impasible, producida de forma independiente y colaborativa, llega a los cines el próximo viernes 20 en varias ciudades: Madrid, Vigo, Ferrol, Santiago de Compostela y Soria. Una película que lucha por su visibilidad, una propia metáfora del eje de la cinta, la difusión de los actos acontecidos.
¿Cuál es el germen de realizar Un cielo impasible?
El origen parte de una imagen, o de dos, en realidad. Imágenes que es mejor no desvelar al espectador que aún no haya visto la película, pero que terminaron formando parte esencial de la narración. Digamos que son aquellas con las que se realiza el despegue y el aterrizaje de los planos aéreos y que dan carta de naturaleza a una parte importante de la película. Esas imágenes fueron el disparadero estético, narrativo y conceptual del proyecto, y también la confirmación de que era necesario trabajar junto a las nuevas generaciones en un proceso participativo.
Utilizas el dron como un hilo conductor en la cinta ¿cómo nace esta idea?
Estaba ya desde el origen del proyecto, casi como su razón de ser. Queríamos investigar las posibilidades narrativas que tienen las imágenes del dron desde una óptica diferente a la ya estereotipada que se nos ofrece continuamente desde la publicidad, la televisión y el cine más convencional, donde lo espectacular prima sobre las ideas y la propia ética del plano. Ver y acompañar desde el cielo las historias que la película presenta, nos permitía abrir el campo de visión y plantear formas de mirar que conjugasen el campo de batalla con los diferentes tiempos que contienen esos espacios, al tiempo que nos permitía aplicar una idea del plano secuencia con una estructura interna muy precisa que diese lugar a diferentes interpretaciones. Todos estos temas fueron trabajados con mucha precisión y detalle con Raquel Fernández Núñez, la Directora de Fotografía. Ella me puso los pies en la tierra y supo guiarme hacia lo posible dentro de lo deseado. Por fortuna, logramos grabar prácticamente todos los planos que teníamos en el borrador de guion y crear esa estructura episódica que multiplica los puntos de vista.
¿Cómo ha sido el proceso de investigación y de elección de los textos que contiene la película?
Ha sido un trabajo abierto y participativo con los jóvenes protagonistas. Partimos de una bibliografía muy amplia sobre la Batalla de Brunete y la propia Guerra Civil que yo puse a su disposición y que leímos y comentamos en las reuniones que teníamos periódicamente. A partir de ahí, ellos fueron decidiendo qué textos y testimonios podrían ayudarnos a contar la batalla y las vivencias de los que la sufrieron. Recopilamos una gran cantidad de material que fuimos editando tras la primera fase de rodaje. En esas primeras versiones de montaje la cronología de la Batalla tenía un protagonismo demasiado marcado, así que decidimos recortar por esa parte y darle más presencia a los testimonios directos de soldados y mandos. Esas vivencias personales generaron aún una mayor implicación emocional de los protagonistas; se vieron reflejados en esas terribles experiencias que sucedieron en el mismo espacio donde ellos viven actualmente. Y, al darse cuenta de que muchos de aquellos soldados tenían por esa época una edad similar a la suya, se produjo una suerte de revelación colectiva que le dio una nueva vida al proyecto. A partir de ahí, empezaron a estar ligados al espacio y al pasado de una forma sensible y visceral que les unió generacionalmente.
Por momentos hay dron, narración de fondo y sonidos ¿Cómo realizas esa conjunción que nos lleva y nos dejas a nuestra propia imaginación e interpretación visual de los hechos, además de emocional?
Desde un primer momento tuvimos claro la necesidad de articular un sonido que más que acompañar o guiar al espectador, le colocase en un lugar de indefinición espaciotemporal. La relación entre diseño sonoro (de la que decidí responsabilizarme), música original (a cargo de Jonay Armas), y la concepción del sonido directo y la postproducción (de la mano de Sergio López-Eraña), debían formar un todo indisociable sobre el que vincular un pasado y un presente complementarios. Sonidos de guerra, ambientes de naturaleza, música concreta y composiciones sonoras ambiguas debían enmarcar las voces en off de los jóvenes, que hacen suyos los testimonios de los combatientes. Así podríamos generar una atmósfera cargada de sensaciones donde el espectador no tuviera anclaje en un lugar o un tiempo determinados, y pudiera así jugar a incluir su mirada y sus experiencias entre los espacios “vacíos” de las imágenes aéreas. Buscábamos con esto un espectador activo que participase en la recomposición de aquellas experiencias traumáticas. Una nueva experiencia colaborativa, pero esta vez con el espectador.
División de la película en dos partes, exposición y debate ¿cómo decides esta forma?
En realidad, se decide por sí misma. Llega con la naturalidad de los acontecimientos que suceden en los diferentes rodajes. La primera parte de la película está muy controlada y definida, tanto antes como después de rodar, pero llega un punto del proyecto en el que necesitamos parar y pensar en lo que estábamos haciendo. Y, sobre todo, fueron los jóvenes protagonistas los que necesitaron pararse a escuchar lo que habían dicho (y cómo lo habían dicho) y repensarlo todo desde una nueva óptica en la que no hubiese ya intervención alguna por parte de los adultos. Y es entonces cuando se produce otro momento esencial, casi mágico del proyecto: ellos se ven en pantalla y se escuchan a sí mismos diciendo cosas con las que podrían, meses después, no estar tan de acuerdo. Se plantea de nuevo el debate de la (im)posibilidad de acercarse a la historia reciente de España desde un punto de vista neutral, “equilibrado”. Y entonces cambian de rumbo; se les escucha pensar en voz alta y modifican su forma de argumentar en el preciso momento en que son grabados. Se posicionan y le otorgan a su voz y a sus palabras un componente más definido, más autónomo y menos dirigido.
Después de visionar la película me da por pensar y querer saber qué proceso ha sido el más difícil: el de planificar, grabar o el montaje por todas las horas de grabación que puedes tener.
En realidad, no teníamos demasiado material de rodaje. Acumulamos bastante material en los diferentes procesos de investigación, pero para el resto hubo que tener mucha precisión en lo que grabábamos, sobre todo con las secuencias con dron. Esa ha sido la planificación más compleja y minuciosa, la más preparada y localizada, aunque una vez en rodaje hicimos pocas tomas de cada plano secuencia y con pocos ensayos previos. El bajo presupuesto que manejábamos no nos permitía hacerlo de otra forma. Y, aún así, logramos llevar a cabo prácticamente todo lo previsto y casi siempre con la primera toma como buena. El montaje se fue desarrollando a lo largo de muchos meses, en diferentes procesos que iban en paralelo a la investigación, el visionado y la grabación de nuevos audios. Una cosa interesante que tiene el autoproducirse es que te puedes ofrecer a ti mismo la posibilidad de desarrollar estos procesos creativos en la forma y tiempos que creas más adecuados para que funcionen y se enriquezcan entre sí.
Hoy en día tenemos la típica frase en la boca, de que la juventud no sabe lo que quiere o frases hechas peyorativas, pero tu cinta nos habla de todo lo contrario ¿cómo ha sido el trabajo con ellos?
No sé por qué, pero tendemos a minusvalorar a la gente joven, y también a pensar que no van a ser capaces de entender determinadas cosas o a protegerlos en exceso. Este proyecto me ha fortalecido en dos ideas que ya tenía bastante claras en mi faceta como programador: las mentes de los jóvenes son, por naturaleza, más porosas y ágiles, y más sinceras, y si les acompañamos con respeto y les ofrecemos las herramientas para que ellos mismos recapaciten y tomen sus propias decisiones no nos dejarán de sorprender; la otra es que no hay mejor manera de aprender junto a un joven que aquella en la que no estás tratando todo el tiempo de enseñarle cosas, materias concretas. Es más fructífero, tanto para ellos como para nosotros, si nos “limitamos” a ofrecerles espacios y tiempos de reflexión compartida donde prime lo que ellos tienen que aportar, y donde se les faculte para aprender a través de la experiencia directa y las fuentes de información más cercanas a ellos. La juventud de hoy en día está mucho más y mejor formada de lo que estaba mi generación con su edad. Y no hablo sólo de conocimientos, me refiero fundamentalmente a su nivel de conciencia e implicación en la sociedad que les rodea. Tal vez deberíamos empezar a buscar más en ellos un aprendizaje en valores del que nos podemos nutrir los adultos si sabemos escucharles. Lo que he aprendido junto a ellos me ha cambiado mucho más a mí, que a la inversa.
¿Qué ha significado participar con la película en iniciativas educativas con Centros Escolares, y que has aprendido de ello?
Los mejores coloquios han sido las matinales con los Centros Escolares que se han ido programando a través de las áreas educativas de varios festivales de cine, algo que les agradezco de corazón. Ahí hemos vivido situaciones donde los alumnos han exigido en vivo ese trato de respeto a su inteligencia y capacidades del que hablábamos antes; también me han demostrado la imperiosa necesidad que tienen (y tenemos como sociedad) de que se les enseñe lo que sucedió durante la 2ª República, la Guerra Civil y la represión de la postguerra con el rigor y la honestidad que se merece una etapa de nuestra historia tan presente en nuestro días y tan instrumentalizada por políticos y medios de comunicación. Ha habido también reacciones y debates contundentes en los que algunos alumnos se revelaron ante la imagen que la película ofrece de su generación. No se resignaban con el hecho de que desconocen casi por completo la historia contemporánea española, aunque tengan la voluntad de aprenderla. El caso es que esto, por desgracia, es así, sólo hay que leer los últimos informes, encuestas y estudios académicos sobre el nivel en Memoria Democrática de las nuevas generaciones. Lo que no significa que la responsabilidad sea de ellos, por supuesto. Aquí se conjugan el miedo del profesorado a enfrentar estos temas en las aulas, el bajo nivel de muchos libros de texto, la presión e injerencia ideológica de muchas Comunidades Autónomas en la comunidad escolar y, por supuesto, la brutal polarización política de nuestro país, que tiene su perfecto reflejo en una sociedad cada vez más parecida a su clase política, o a la inversa, no lo tengo claro.
Ahora estreno en cines, después de haber pasado por muchos festivales, trabas muchas seguro, pero ¿qué es lo peor para llegar a la gran pantalla?
Es una cuestión económica, sobre todo. Si te autoproduces y trabajas con bajos presupuestos, como es nuestro caso, normalmente llegas a esta fase de la distribución con apenas dinero para invertir en comunicación, prensa, materiales… Eso te obliga a invertir de nuevo todo tu tiempo en tratar de llegar a algunas pocas salas donde el acompañamiento personalizado es vital para atraer algo de público. Pero eso provoca una nueva inversión en tiempo y dinero que te deja por completo exhausto. Es bonito llegar a un público diferente al de los festivales y mostrar la película en otros ámbitos, pero rentable no es.
Próximos proyectos
Estoy terminando un cortometraje sobre la exhumación que se produjo hace apenas unos meses en el pueblo de Brunete. La primera de combatientes de la batalla que se lleva a cabo, y una de las pocas que se han realizado en la Comunidad de Madrid. Un auténtico disparate si te paras a pensar que han tenido que pasar más de 80 años para que se empiecen a llevar a cabo desde las instituciones públicas estas acciones de justicia reparativa básica.
La crisis climática y sus catastróficos efectos, ya evidentes, será el eje sobre el que quiero levantar mi próximo proyecto de largometraje.
Un sueño por cumplir
Vivir dignamente de mi trabajo.
UN CIELO IMPASIBLE (2021) David Varela España / 81 min / documental Guion: David Varela Fotografía: Raquel Fernández Núñez Edición: David Varela Producción: David Varela Montaje: David Varela Sonido: Sergio López- Eraña Música: Jonay Armas Intervenciones: Jimena Gómez De Diego, Paula Gordils Carrillo, Andrea Lázaro Pacios, Jacobo Llavona Pastor