En distintas situaciones, pero casi como si de espacios teatrales se tratase, Mario Hernández nos enfrenta al duelo dialéctico y emocional de una pareja de amantes que sienten más de lo que quieren reconocer(se).
Ara (Carla Bruni) y Edu (Salva Reina) son actriz y guionista respectivamente, desde hace una década son amantes y hoy se van a reencontrar en un festival, ella presentando parte de su próxima película y él invitado a una charla. Hacen un paréntesis en sus vidas siempre que se ven, como si de unas vacaciones placenteras se tratase, pero en esta ocasión saldrán medias verdades y mentiras piadosas a la palestra que harán que todo sea distinto.
Un debut en el largometraje por parte de Mario Hernández que nos lleva por un trabajo que bien podría estar lleno de paréntesis -como la relación de los amantes- para poner en dualidad la palabra, esa que utiliza en todo el metraje como nexo de unión entre los protagonistas, pero dejando evidente que también procesa la distancia lo propiamente dicho entre ambos personajes, además de sus propias vidas.
Muchas preguntas surgen en cada secuencia: ¿qué están sintiendo en ese momento?, ¿qué hay de verdad detrás de cada palabra, de cada silencio?. Miles de perdones se agolpan en 90 minutos, miles de reproches, miles de alabanzas y muchísimas emociones a flor de piel que ambos transmiten con sencillez, sin ninguna parafernalia, pero sobre todo con la calidad de esos diálogos que van dejando una cadencia de sus corazones y sus sinrazones.
Numerosas etiquetas aparecen en todo el metraje, condensado en ese certero tiempo que ni excede ni falta; los amantes, los celos, la pareja, la maternidad, el matrimonio o el compromiso, pero todo reprochable para el contrario, no para uno mismo.

Entre ambos un hilo, un nexo, una comunicación -que parece- verdadera, pero que esconde la realidad que ninguno de los dos admite reconocer, y cómo no, una dependencia, no sólo física, más bien como soporte emocional para llevar, o sobrellevar, su día a día, además de esconder entre líneas, ambos, el amor que se procesan, aunque no puedan decirlo.
El director ha jugado con el tira y afloja en las conversaciones, en las miradas que esconden silencios punzantes y ambos actores han llevado su personaje al extremo, para bien, ambos luchan por no pisarse ni sobresalir por encima del otro, porque cada uno tiene momentos álgidos, como si de un partido se tratase y la pelota estuviera en su terreno, y espera el rebote para contestar y contraatacar. Una lucha de emociones por encima de los sentimientos, la lógica y la razón; el corazón ya es otro cantar o contar.
Aunque ambas actuaciones son de alabar, destacar la de Salva Reina, actor encasillado en comedia y que sale más que solvente de un trabajo complejo, donde la carga dialéctica es enorme, actoral ídem, y demuestra que el papel le queda a medida, o mejor dicho que él cogió la medida de su personaje.

Dirección: Mario Hernández Director de fotografía: Alex Bokhari Sonido: Carlos Bonmatí Director de Arte: Óscar Sempere Directora de producción: Concha Campins Montaje: Dani Aránega Maquillaje: Beatriz Millas Vestuario: Menchu Pizarro Productores ejecutivos: Carlota Amor, Juan José Amor, Salva Reina y Fede Pajaro Actores: Salva Reina, Bruna Cusí, Abril Montilla, Jose Fernandez, Marta Méndez Producción: Godello Entertainment, Producciones La Cochera, Sierra Gador Producciones y The Lobby. Género: Drama – Romance – Comedia Duración: 90 minutos