Las imágenes tienen la magia y la virtud de llevarnos a recuerdos, momentos e incluso otras imágenes, que aunque no tengan ni mucho ni nada que ver, pueden tener implícito en el mensaje algo parecido. Es lo que me pasó viendo Asedio, no podía dejar de pensar en El hoyo, película de 2019. En Asedio la vida pasa por encima de las capas sociales, mostrándonos qué nivel tiene cada uno y El hoyo nos narra una distopía de las clases sociales y de cómo se puede ascender y descender a los infiernos.
Asedio tiene in situ varios infiernos, la corrupción policial y de la sociedad en sí y la homofobia. Es un puzzle de cómo una persona se levanta un día de una cierta manera y se acostará de otra distinta. Un día en la vida de los protagonistas para que todo cambie de perspectiva.
Dani siempre ha querido ser policía para proteger a la gente y hacer justicia, pero cada día ve que la justicia es relativa y que es difícil ponerse de parte de los más débiles. Dos desahucios, dos escenarios donde no se encuentra identificada, pero debe hacer cumplir la ley, hasta que se da de bruces con una realidad paralela dentro de su profesión, antidisturbios. Su vida llena de altibajos intenta que se equilibre con su trabajo, pero con el tiempo comprenderá que ese mismo en el que busca la armonía será parte del desencanto de su propia vida. Ahora ella y sus compañeros se enfrentan a un desahucio en barrio conflictivo de Madrid, donde se verá inmersa en una lucha entre la conciencia y el deber. Allí se encuentra con una trama de corrupción policial, con un dinero escondido, con unos niveles de inmigración ocultos y de poder y con personas que ha desahuciado que podrán ser su salvación. En un solo día sus ideales se van al traste. ¿Es ella parte del problema existente? ¿Ha mirado hacia otro lado consintiendo todo? ¿Dónde están los límites?
La cinta tiene un gran arranque, una secuencia inicial con un protagonista que nos adentra en el mundo de los desahucios y no de aquellos de gente joven, todo lo contrario, de una persona mayor que pierde su hogar y sus recuerdos. ¿Y qué significa eso? perder toda una vida, todo un símil efectivo en imágenes. Aunque muy lejano este inicio de lo que vendrá después, nos pone en situación de cómo se enfrenta cada persona a una situación similar, a priori.
Miguel Ángel Vivas es un director que se adentra con facilidad en los géneros de acción, thriller y terror, mezclando en una coctelera habitualmente todos en uno. También tiene la habilidad de sacar de la zona de confort a los actores, como ha hecho aquí en Asedio con Natalia de Molina, que aunque tuviera experiencia dentro de los desahucios estaba en el papel contrario al que interpreta en esta cinta tan frenética y con tantas capas interpretativas.
Cada personaje tiene una historia detrás, se desvela poco de cada uno de ellos, pero se dejan entrever sus entretelas en los diálogos y en las secuencias que cada uno tiene con Dani, esa protagonista que está el 95% de la película en pantalla, y por ende convive con cada carisma y cada historia que hace en conjunto un reflejo de una parte de la sociedad y de los submundos interiores que no se expresan pero se sienten.
Pero sobre todo hay que destacar los últimos minutos donde las dos protagonistas cobran una relevancia especial, contando en meramente 5 minutos el compendio de la película, y no, con ésto no quiero decir que valdría con un corto, es una exposición de lo que ha llevado a cada una a esa situación frente a la sociedad y lo que cada una siente. Una reflexión que se ve acompañada por una cámara dinámica y una música que ensalza cada palabra.