Omar A. Razzak asegura que es imposible escribir una ficción sin tener un punto de una realidad. Esta opinión suya está en su último trabajo Matar cangrejos. Conoció años atrás parte de la situación que trata en la cinta, y en un primer momento quiso realizar el trabajo en un documental, pero pensó que no iba a ser algo que reflejara bien la realidad, por ello, entre ficción y realidad cocinó un guion que nos llevara por el mundo de la identidad de una ubicación, de una cultura, y de una familia, todo a partir de una foto de la llegada de Michael Jackson al aeropuerto de Tenerife, donde habían puesto dos niños con el traje típico del lugar.
Rayco, de 8 años, y su hermana Paula, de 14 años, matan el tiempo como buenamente pueden mientras esperan, junto a su madre y abuela, la gran visita de Michael Jackson a Tenerife. Al mismo tiempo su madre se ha enamorado y quedado embarazada de un extranjero y todo podría cambiar de un momento a otro. La isla no cambia, pero ellos puede que sí, incluso antes de la llegada del cantante.
Matar cangrejos tiene una particularidad que destaca y es cómo el director ha trazado los personajes, madre e hijos, sobre todo, además del resto de protagonistas, individualmente y también en el plano colectivo. Admite que el personaje que más le costó escribir fue el de la madre, y también el trabajo con la actriz, por el hecho de que ella misma no entendía las reacciones de su personaje.
Para mí la base fueron los dos niños, que están viviendo una realidad, pero cada uno está tomando caminos distintos, y era cómo manejar esos puntos de vistas sin que uno diga cómo estoy aquí o allá, y fue algo complejo, pero a la vez fue lo que más me ayudó a construir el montaje. Hay dos niños donde su realidad se rompe, como se distancian, pero cómo vuelven y construyen su propia identidad.
Omar A. Razzak
La cinta se centra en la familia, y alrededor de ella se construye la relación con el pueblo, sus dificultades y cómo es el día a día en un lugar que pende de un hilo, y donde cada uno tiene sus carencias. Cada protagonista tiene un rol, pero puede cambiar y ejercer de otro que no corresponda a su edad, eso sobre todo pasa en la parte femenina, donde los cuidados no solo pasan de generación en generación, se puede alterar el orden y a veces lo que la vida da y les toca vivir.
El director realiza durante la entrevista una metáfora comparando la música tradicional versus la moderna, y lo equipara a los personajes de la abuela y la madre, que son lo clásico enfrentado a lo libre, extremadamente. Ante todo, enfatiza el hecho de mostrar la búsqueda de la identidad, pero sobre todo que aquí lo marca y casi impone el lugar, cómo un lugar puede arrastrar a las personas a ser como son.
Solo hay un personaje profesional, la madre. Al ser niños los protagonistas no te queda más remedio que elegir casi siempre a no profesionales, pero sobre todo al querer realizar una película tan naturalista, tan localista no tendría sentido utilizar a artistas conocidos, no solo por sus rostros conocidos, si no por que entran en otro tono de interpretación, que me iban a llevar a otro terreno. Al final al hacer un casting, tu eliges a los mejores, y lo haces porque ves que son actores natos, aunque nunca se hayan enfrentado a una cámara. El más natural de todos es el señor mayor borracho, que vive en esa casa, y que lleva esa misma vida, al final es encontrar personas que quieran ser filmadas y mostrarse tal y como son.
Omar A. Razzak
La actriz profesional tuvo que bajar el tono para acercarse a la actuación natural del resto de protagonistas. El resto nos cuenta que son más inconscientes, es verdad que los más jóvenes están acostumbrados a las cámaras y ni se enteran de que están actuando y grabando. En todos estos matices que nos cuenta Omar A. Razzak sobresale Matar Cangrejos, en la naturalidad de los personajes, en no impostar nada y sentir que lo cotidiano es lo que sale de las imágenes.
Su próximo proyecto vuelve a tratar la identidad. En este caso pasa por algo que le toca de cerca, él es de origen sirio y su mujer es de Israel, y al tener un hijo se planteaban: quién era ese niño, qué identidad podía tener, yo soy musulmán, mi mujer es judía, vivimos en un país cristiano y teniendo varias nacionalidades. Mi mujer trabaja en la animación y ya hemos realizado varios trabajos y ahora estamos haciendo un diálogo entre lo que yo filmo y veo en Oriente Medio y lo que ella ve allí, ella desde la ilustración y yo desde la cámara. Será una película muy artesanal y pequeña que vamos hacer entre los dos.
Su sueño por cumplir es seguir creando cine, pero de lo que va a pantalla grande. Cree que es relativamente fácil lanzar el primer largometraje de ficción, lo complicado es continuar. Ha estado dentro de La Incubadora de la ECAM para Matar Cangrejos y dice haberse enriquecido con todo lo que allí aprendió y sobre todo dice que retroalimentarse dentro de un grupo que quieren hacer una película.