Tantas veces nos ha contado el séptimo arte cómo un animal como la ballena puede llegar a ser de peligroso para el hombre, tan bueno él, que nos lo hemos creído.

Las guardianas del planeta es una oda al mundo animal marino, a la naturaleza, al respeto por lo más ancestral y con historia como puede ser la ballena. Es un viaje por lo más profundo de sus vidas y sus días, de su evolución y de sus cambios.

Jean-Albert Lievre busca inspiración en el bestseller de Heathcote Williams, ‘Whale Nation’, para retratar al hombre y su evolución con respecto a las ballenas y el resto del entorno natural y medioambiental, y ver cómo queda reflejado con el paso de los años.

Una ballena queda varada en una remota orilla. Mientras lucha por salvar su vida, y algunas personas intentas que ello suceda, desde este lado de la pantalla podremos descubrir distintas historias de estos inmensos animales que habitan y cruzan los océanos. Muestra la vida de las ballenas y sus ritos, sus pautas de vida y sus propiedades positivas ante la naturaleza, su convivencia en el mar y cómo lo fue antes fuera del mismo. Una cinta que habla de ellas, pero también de la relación con el hombre, y de este con la madre tierra. Una búsqueda y casi plegaria de convivencia por el bien común del planeta en todo su conjunto.

De primeras podemos pensar que el documental que narra Jean Dujardin, de una forma poética hasta un cierto tramo del metraje, está simplemente orientado a visibilizar la evolución de la familia de los cetáceos, pero a medida que avanza la película podemos comprobar cómo el director ha buscado indagar desde cuándo se producen los posibles cambios en ellos y el porqué.

Durante la mitad de la película nos presentan a la ballena como un ser familiar, solidario, educativo y con un gran sentido de la protección y comunicación entre ellos. Su forma de vida, de alimentación, de comunicarse -símil de ser la primera red social del mundo por cómo se comunicaban- creadoras de naturaleza en sí en el mundo marino que sirve para mantener el oxígeno por medio del plancton. Una vida sencilla y austera hasta que llega el hombre con sus cuatro revoluciones industriales y llena su paraíso natural de plástico para colorearlo de pobreza medioambiental.

Una de las riquezas del documental es la configuración de las imágenes con la narración y con la banda sonora, algo tan importante que complementa las imágenes, ya que ensalza cada una de las secuencias y sirve de hilo conductor de todo el metraje.

Todo tipo de estilos musicales tienen cabida, comenzando por la música clásica, para seguir con el jazz convencional, electrónico, rock, R&B, instrumentación pura y dura, soul. Para tener posteriormente partes incluso cantadas con jazz vocal y swing que se insertan en la época de la felicidad y cría de las ballenas. Todo se va alternando y cuando aparece el hombre y la economía con sonidos étnicos y ahí en pocos minutos Eric Clapton toma el poder en voz con un blues contundente, para recalcar que el hombre ha llegado para imponer su ambición. La pérdida de terreno de mar, y por ende de su territorio y hábitat natural, por las masificaciones que restan espacio al agua. La música en todo ese tramo se vuelve triste, cálida con un poso de melancolía.

Lo visual, que destaca y se combina con la música, nos adentra en su mundo, en sus movimientos, en toda la combinación de estampas de las ballenas con el agua, las estrellas, la luna o las auroras boreales, entre otras escenas bucólicas adornadas con música operística, de jazz, soul y de relax.

Las guardianas del planeta termina con música negra y funk, y con la reflexión de que la tierra es un oasis perdido en medio del océano. Podríamos bailar al son de la música, pero sería mejor quedarnos con el mensaje de que somos, los humanos, un grano de arena en medio del universo para no pensar que tenemos el poder para crear y destruir a nuestro antojo.

Un gran trabajo que engancha y cautiva por su fondo y forma, por su historia narrativa, poética de primeras a visceral después, tejida a fuego lento con la música. El guion tiene una gran evolución natural y convincente, que no por ende la historia que trata. Importante sería ver la proyección en versión original para poder disfrutar de la voz en off de Jean Dujardin.

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