Nos gusta el cine, para disfrutarlo, para sentir emociones y que mejor aquellas que salen de las historias reales, cuentos no soñados, pero sí vividos, pero que en algunas ocasiones podríamos llamar pesadillas. Se lo podemos preguntar a Benjamín Ávila, el director de “Infancia Clandestina” quien nos narra una historia real de la dictadura argentina.

Muchas veces el dolor nos ciega y no nos deja mostrar con propiedad lo que sentimos, pero a Benjamín Ávila no le ha ocurrido esto, estoy segura de que le ha costado hacer esta película que es un homenaje a su madre desaparecida durante la dictadura de su país, pero no deja de ser un tributo en toda regla a ella y a todos los que la padecieron.

Juan ha vivido en el exilio, pero ahora regresa con su familia a Argentina, donde todavía están en el gobierno quienes les hicieron huir por ser montoneros. Es testigo del compromiso de sus padres en ser combativos con la Junta militar existente. Al volver su mejor aliado es su tío Beto, que combina sus ideales, sus ganas de vivir y la lucha, algo que trasmite a su sobrino, pero sobre todo cambiará cuando Juan se enamora de una de sus compañeras del colegio.

La historia se ha narrado de la manera más sutil y cautivadora: desde la mirada de un niño, desde esos años perdidos, no disfrutados fuera de su país y que cuando vuelve se ve envuelto en un mundo de adultos que no le dejan disfrutar de su niñez, de enriquecerse por sí solo. Muchos pensarán que la forma quiera enganchar por la parte sentimental, pero aunque lo hace, no lo hace con ñoñería, lo hace con un poso de realidad que se trasmite con los personajes y con sus luchas, por querer vivir con libertad. Una mirada de autor, puede que quiera reflejar lo que él vivió o no, pero si lo parece y el guion en completo y se nota que está hecho desde lo más profundo de él mismo.

Interesante como comienza la película un guiño al comic, pero también lo hace durante el resto de la cinta que cuando las imágenes son más impactantes nos las pasa al mundo comic rebajando la intensidad de las emociones sufridas y que no resulten tan agresivas, muy original.

Los protagonistas principales son Juan/(Teo Gutiérrez Moreno) y Beto su tío (Ernesto Alterio) que tienen una compenetración excelente en las actuaciones y en sus diálogos, empacan a la perfección. Una combinación magistral en la que ambos se apoyan para dar más credibilidad a sus personajes. Sobre todo cuando las conversaciones pasan a tomar un matiz poético y reflexivo sobre la vida, como disfrutar de ella y cómo asumirla día a día.

La cinta tuvo un largo proceso de festivales, el primero fue Cannes, le siguió San Sebastián. Su primer premio fue en el festival Iberoamericano de Huelva recibiendo el Colón a la mejor película, para después en su país conseguir diez premios en la VII edición de los Premios Sur de la Academia de Cine de la Argentina, entre ellos mejor película, director, actriz (Oreiro) y actor (Alterio). Representó a Argentina en los Oscars y los premios Goya. La película se estrenó en España de la mano de Wanda Vision.

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