Que el titular no os lleve a engaños, pero sí que contiene toda la verdad del festival. JAZZahara fue jazz, pero mucho más, fue música en todo la extensión de la palabra.
Lo normal es que cuando en el nombre de un festival vemos el nombre de un estilo musical sea completamente de ese género, pero bien es verdad que cada vez más la música se entrelaza mucho más de lo habitual, rompiendo fronteras y etiquetas, es algo cada vez más común. El festival, en este 2023, lo ha querido llevar a su escenario como el leitmotiv, como una bandera donde la música sea la protagonista y los artistas, dejando las etiquetas de lado. Alzo un ¡Bravo!, bien alto por ello, por ese regalo de la disparidad en tres jornadas, con cinco propuestas tan diferentes como personales.
Este 2023 JAZZahara se ha alzado en un fuera etiquetas, en romper barreras, y llevarnos por diversos derroteros musicales, ponernos en el escenario cuatro propuestas diversas, para las noches, totalmente independientes, una de otra, sin tener nada que ver, nada más que la música como protagonista y el jazz de nombre, porque los apellidos añadieron equilibrio a cada una de las propuestas que pudimos disfrutar. Además, estuvo la sesión matinal con una banda que nos lanzó a los orígenes del jazz desde su dixieland, incitando al público a bailar.
El arranque de esta edición fue con el trío formado por Josemi Carmona, Javier Colina y Bandolero y su disco Vida. El hecho de que la formación no tenga un nombre en concreto, quiere decir la magnitud que quieren dar a su proyecto, siendo los tres por iguales, y si os fijáis en las fotos, la palabra admiración está en sus miradas, además de la complicidad que da el hecho de sus años en trabajo en común.
La palabra fusión la tenemos asociada al mezclar el jazz y el flamenco, y ahí en esa vertiente se centró el inicio de JAZZahara, con los artistas Josemi Carmona, Javier Colina y Bandolero presentando Vida. Presentar es una manera de hablar, pero bien es verdad que en cierta forma es una primera vez, ya que como bien dicen sus componentes, cada concierto es un renacer, cada directo es un nuevo disco, el cual ha ido evolucionando con el tiempo y ha ido creando poso con los años. Doy fe de ello, pude disfrutar de Vida meses antes en Madrid, y ahora, en su paso por el festival se ve fresco a la par que compacto, mucho más dinamismo, complicidad y sinceridad en el escenario, con tres grandes artistas de la escena musical en diferentes tonalidades sonoras que cuando se unen conjugan la música en una, en su color que no es otro que compartir melodías llevadas al flamenco con el tono de jazz.
DESIRÉE DIOUF & DOUBLE SOUL prosiguieron la velada de la noche del viernes 27, la cantante sobresalió en su concierto arropada por sus compañeros. No sabría decir muy bien la razón, pero la cantante subió al escenario con un arma de doble filo que le jugó una pequeña mala pasada el proseguir después de la veteranía de la formación anterior o no se sabe muy bien el qué, pero costó que entrara en completa armonía en el escenario, su voz, potente, inició muy bien, pero bajó el listón en la segunda y tercera canción, pero arropada por sus compañeros subió y ahí demostró que sí, que Desirée posee un instrumento vocal extraordinario donde se dan cabida muchos matices para la diversidad musical en estilos y que puede abarcar la música en todo su esplendor. Su voz de soul total empasta con el jazz, pero con ese más actual, donde la inserción de varios estilos en cada tema es bien recibido y conjugado. Con la guitarra de Samuele Lorenzini y teclado y voz de Filippo Perbellini estuvo acompañada Desirée Diouf, un trío que llegó al culmen del concierto con el dúo vocal entre Filippo y Desirée.
Jugar en casa también podría haber sido una piedra en el camino de Pablo Castillo Quartet, pero no fue así, todo lo contrario. La formación, aun siendo su primer disco, tiene un handicap en su haber, y es tener muchas actuaciones en jam en común. Se conocen y llevan trabajando, de una manera u otra, juntos, tiempo atrás y eso se nota en el escenario.
El cierre del sábado 28 fue muy especial. Ramón López Trilogue, con el batería alicantino Ramón López y el clarinetista Louis Sclavis y el violinista Dominique Pifarely. Una formación muy particular, con un sonido que nos llevó a pensar por momentos que estábamos ante una orquesta de cámara, un concierto de lo clásico, a lo costumbrista, contemporáneo y lo más irreverente dentro del jazz. Ese violín nos trasladaba a Hungría y sus alrededores, un sonido tan peculiar como característico de los países del este o balcánicos que relataba historias clásicas y de música arraigada a la tierra, algo que siempre ha querido Ramón López con sus distintas formaciones, que lo tradicional siempre estuviera presente, no olvidar la tierra y el fondo de cada uno y que la música puede llegar a ser tan universal como particular, y eso es algo que los tres dejaron claro en el escenario. El trío rompió normas y barreras para destacar en la individualidad y en conjunto. Ramón López dio gran espacio a sus compañeros, y como el resto de formaciones, lo dejó claro en la entrevista previa y en la petición de que en las fotos no sólo apareciera él, que no quería ser cabeza de grupo, sólo uno más en el escenario.
Los organizadores del festival, Marina Fernández e Iván Pivotti, saben perfectamente que un evento de este tipo y en el enclave ubicado, al lado del mar y al aire libre, no deja de ser una explosión de libertad, armonía y fiesta, por ello siempre culminan el festival con un concierto matinal y con una banda que nos haga disfrutar de los inicios del jazz, eje principal del certamen. Este año no ha sido fácil, el tiempo pudo jugar en contra, pero fueron pacientes y supieron esperar a que el cielo se despejara para que Zahara acogiera al festival con sus noches mágicas, y mañana reluciente, como en ediciones anteriores.
Y sí, ya llegamos a la recta final, al deleite que aportaron The Dixielab. No hay mejor manera de terminar un festival que bailando al son de la música, y que la música baile al son del artista incitando al público a que siga su ritmo y la alegría que desprenden.
The DixieLab no son exactamente nuevos en el festival, parte de la formación está en O Sister! que estuvo en la edición del 2022. Los componentes del grupo son: Paula Padilla: voz, ukelele, Matías Comino: guitarra, banjo, Daniel González: contrabajo, Nacho Botonero: trompeta, saxos, clarinete, Pablo Cabra: batería, tabla de lavar.
Tres bases son fundamentales para la agrupación: el humor, la tradición y la música. Combinando todo, llevaron al escenario su trabajo HearMeTalkingToYou(BlueAsteroid2018) donde aúnan el jazz y el blues, y por supuesto el dixielab, el jazz proveniente de Nueva Orleans. Swing en todo su esplendor, respetar y alzar la música en el reconocimiento de sus orígenes con mucha vitalidad y alegría, todo ello en una mañana donde el público disfrutó de las canciones y de cómo Paula Padilla explicaba de dónde venía cada una de las canciones de su repertorio.