Musgö saca su segundo disco, Un sendero, un trabajo que destaca en su carrera por estar en castellano, y llevar impreso sus raíces, Andalucía, pero llevado a su personalidad y lo actual. Un sendero transita entre lo electrónico y lo acústico con el arpa como protagonista. Según ella el disco es «poderío místico», pero en la entrevista nos da más detalles:
¿Cómo nace tu pasión por la música?
Me he criado desde muy pequeña en un entorno creativo con padres artistas, y la música, al igual que la pintura, la danza o el teatro, ha sido siempre para mí una forma más de comunicar y expresar sentimientos, al igual que el propio habla o la expresión corporal.
¿Qué significa en tu vida la música?
La música para mí es una puerta a un más allá en el que el pasado, el presente y el futuro se mezclan para sublimar las experiencias humanas y ayudarnos a entender (consciente o inconscientemente) con más claridad lo que está dentro y fuera de nosotros.
Arpa y Musgö inseparables, ¿concibes la música sin el arpa?
Sí. El arpa es mi instrumento y gracias a ella comencé a explorar la música desde dentro, pero en ocasiones escribo, compongo y produzco canciones completas antes de introducir el arpa, como en “Ya no tengo la piel tan fina” o “Tulipanes Rojos” de mi último disco.
Este 2019 salió tu primer disco ‘Open the Gate, ¿cómo recuerdas tu trabajo novel?
Con mucho cariño y agradecimiento. Con Open the Gate descubrí mi estilo personal tanto en la voz como en el arpa y la producción. Por muchos discos que seguro seguiré sacando, y por mucho que varíe mi música a lo largo de los años (que espero que así sea) mi sentir personal en la música siempre tendrá su semilla en Open the Gate.
Ahora ha salido Un sendero, ¿qué determina la salida de este disco, desde dónde se crea?
“Open the Gate” fue un disco para conectar con el más allá, con la magia, la intuición, el esoterismo… y todos esos mundos intangibles que nos rodean, pero que igualmente están ahí aunque sean invisibles. Con “Un Sendero” la intención es canalizar toda esa magia y sabiduría a la cotidianidad de la experiencia humana y la “encuerpación” de lo místico en nuestro templo, el cuerpo humano.
Has grabado el disco en dos países, ¿cómo ha sido y qué te aporta cada espacio de grabación?
El proceso del disco ha sido el mismo que el de Open the Gate, he realizado la composición de los temas y el groso de la producción en España, entre Madrid y Chiclana (mi tierra natal en Cádiz), y hemos terminado los últimos detalles en Londres en The Friary Studios, donde estuve realizando pinturas mural como Trueke a cambio del disco simultáneamente, pintando en los mismos días en los que grabábamos o producíamos el disco.
Primer disco en español, ¿cómo surge?
En Open the Gate ya hice mis primeras pruebas en español con “Qué es lo que pasa en mi casa” ¡y me encantó! Las energías que mueven el inglés y el castellano (con acentazo de Cádiz) son diametralmente opuestas y complementarias, todo un patio de recreo para una artista amante de la experimentación como yo. Con Un Sendero toca explorar el andaluz y todas sus posibilidades, sus sonoridades, su léxico único… es un sendero que estoy disfrutando mucho y que siento que abre un melón que va a ser fundamental para este proyecto. La raíz, mi tierra madre, y el tesoro nacional que es nuestro acento, el Andaluz.
En tus canciones hay una pequeña línea entre lo poético narrado y cantado, ¿cómo realizas esa conjunción?
El trip hop y el hip hop son estilos que me han influenciado mucho a la hora de componer la parte vocal de Un Sendero, algo así como un puchero de La Mala Rodríguez con Beth Gibbons con unos cuantos fideos de canto gregoriano (salvando las distancias). Me gusta crear diferentes bloques en los temas en los que la voz puede actuar como “pad” o como “batería”. Esto se ve muy claramente en “Fuego” o en “Reencarnada”. En las partes etéreas, se llama al alma, y en las rítmicas al cuerpo, el proceso perfecto para la “encuerpación” que tanto buscamos en este disco. Una danza entre el más allá y el más acá.
Muchos estilos fusionados en tu música, ¿ponemos etiquetas a la música o mejor dejamos fuera los adjetivos y dejamos el nombre propio, música?
Pues no es que no me guste etiquetar mi música, es que con más de 10 años que llevo de carrera aún no lo he conseguido. Aunque hace unas semanas, en un artículo sobre el álbum de Achtung magazine, Marcelo Chaparro lo definió como “art pop o pop barroco” ¡y me encantó! Supongo que porque soy también artista plástica y me recuerda a los tiempos en los que tenía tiempo para fluir libremente con los pinceles…
¿Forma de componer?
Cada canción nace de una forma diferente y tiene su propio proceso. Intento aprender de lo que me pide la canción más que tener una metodología de creación, (de hecho, trato de evitarlo para no convertirme en una de esas artistas que hace temas y temas que suenan igual).
¿De dónde nacen tus composiciones y que quieres transmitir con tus letras?
De lugares, experiencias, sensaciones y conceptos muy diversos. Mi única constante es que hablen de algo real para mí, auténtico y coherente con mis valores y principios.
Tus composiciones reflejan mucho la vida y la mujer, ¿es lo que quieres trasmitir?
Estas intenciones quedan muy bien reflejadas en los agradecimientos que escribí para el libreto del álbum:
“A todas las personas que abren camino y a las que conservan los que son sagrados. A mi madre y a mi padre por darme la vida y las herramientas para surcarla con gozo.
A todas las piedras del camino que me han enseñado a poner límites y a descubrir la verdadera diosa que hay en mí. A todas las personas faro y a mis hermanas del alma, que con su ejemplo me enseñaron que ser mujer es mucho más de lo que yo me pensaba.
¡Bendiciones caminantes!”
¿Qué trabas crees que tenéis los artistas hoy en día para sacar vuestros trabajos?
El fast food musical que nos consume artísticamente. Los 10 segundos de canción que hay que hacer para ser viral en TikTok y “petarlo”. Los 4 o 5 videos semanales obligados con bailecitos absurdos. Esa presión de crear contenido que nada tiene que ver con la música, si quieres que te vayan bien las redes sociales.
Que quedamos muy pocas personas que escuchemos discos completos o que leamos entrevistas como esta (agradezco mucho a todas las personas que la estéis leyendo en este momento). Y aunque siempre ha sido un mal, ahora que todo va más rápido, creo que las modas y tendencias que nos dan el “trabajo hecho” están haciendo más mal que nunca, matando en muchas ocasiones el gusanillo de la exploración y la creatividad, y dando como resultado cientos y miles de canciones y proyectos cortados con el mismo patrón. Con tanta conectividad, estamos menos conectadas que nunca con nuestra autenticidad y nuestra brújula interna.
El Tragaluz nuevo sello discográfico, ¿cómo llegas hasta ellos, o ellos hasta a ti?
Paradójicamente, por lo mismo que criticaba en la pregunta anterior. ¡Me vieron en el story de un amigo en Instagram! Me invitaron a pasarme por su oficina y, en cuanto les vi las caras, supe que son el tipo de persona en cuyas manos pondría mi carrera musical. El amor incondicional por la música les rezuma por los poros, y cuidar al artista y respetar los procesos de su arte, además de dar los mejores consejos de la historia para no volvernos locas en este mundo tan intenso, es uno de los valores que amo del Tragaluz. Así fue y no puedo estar más feliz y más agradecida de que la vida juntara nuestros caminos.
¿Influencias?
Me gusta mucho la tortilla de patatas con salmorejo, el hip hop, las fragancias interesantes como las flores, los aceites esenciales, los inciensos… Me gusta la copla, la que suena como un vinilo antiguo escacharrao, la playa de la Barrosa de Chiclana de la Frontera, me gusta mamá Bjork, la patrona de todas las artistas raras, y sobre todo, salir a respirar al campo.
¿Un sueño por cumplir?
Tener mi propia sección en Cuarto Milenio.