Todos los sábados del mes de abril en la sala El umbral de Primavera, a las 20:30 horas, se representará «La claveles» de Azahara Martín y Carmen Rodríguez, dentro del ciclo [abril imaginario] 2024 (el certamen se realiza de jueves a domingo, con algunas sesiones matinales los sábados y domingos), organizado por [los números imaginarios] en su cuarta edición. Ambas dirigen e interpretan la obra donde el folclore y el folklore dialogan entre sí. Nos hacemos eco de la obra con una pequeña entrevista con ambas.
¿Cómo nace La Claveles?
Carmen: La Claveles nace de un deseo de hablar de nuestras inquietudes, de ponernos en riesgo a ver hasta dónde podemos llegar y de reivindicar a las amigas, a las ridiculizadas y a las de los márgenes.
Azahara Martín y Carmen Rodríguez, ¿cuándo surge vuestra unión laboral y como ha sido vuestro trabajo en común?
Carmen: El colectivo comienza con una amistad que se forja estudiando arte dramático en Réplika Teatro. Una amistad y una pulsión de trabajar juntas en las piezas académicas y trascender más allá de la Escuela. En la evaluación final me aconsejaron; “júntate con gente interesante”, y resulta que ya lo estaba haciendo.
[abril imaginario], ¿cómo entráis a formar parte de él?
Carmen: Llevábamos ya un año dándole vueltas al proyecto sólo de forma intelectual. Necesitábamos un empujón para materializarlo y un apoyo fuerte como es la asesoría de [los números imaginarios]. Preparamos un predosier, in extremis de la fecha de inscripción, y Carlos Tuñón nos contestó muy rápido. Nos comentó que había varias premisas en nuestro proyecto que encajaban genial con lo que buscaban; la mezcla de temas, a priori contrarios, la colectivización y la reflexión sobre lo disidente.
En estos meses en que habéis estado trabajando con las otras cinco obras, ¿qué cambios ha tenido vuestro trabajo?
Azahara: Todos los cambios imaginables. Le habíamos dado muchas vueltas en nuestra cabeza, pero nunca habíamos enseñado nada a nadie, ni siquiera lo habíamos puesto en el cuerpo. En el momento en el que ésto pasó y que nuestras compañeras pudieron darnos feedback, todo empezó a cambiar.
¿Qué parte de la obra ha avanzado o variado en estos seis meses?
Azahara: Absolutamente toda. Nos gustan las grietas, los espacios que no se pueden llenar y el vértigo.
¿Cómo podrías describir vuestra experiencia en [abril imaginario]?
Azahara: Ha sido maravillosa, especialmente en la posibilidad de encontrarnos con otras compañías, ver sus procesos, compartir los nuestros. Siempre ha habido una mano amiga sirviendo de apoyo. Además, el equipo de [los números imaginarios] es encantador y majísimo.
Carmen: Compartir toda la vorágine del proceso de creación con otras compañeras que están pasando por las mismas sensaciones, pero cada una con su proyecto propio ha sido clave. Este compartir ha evitado que tiremos la toalla cuando estábamos en crisis, nos ha hecho encontrar otras fórmulas, nos hemos inspirado las unas en las otras y, sobre todo, ha evitado que nos sintamos solas. Al final eso es lo importante, ver que no eres sólo tú la que está perdida, sino que el perderse es parte normal del proceso.
¿Nos podríais describir en una frase ‘La Claveles’?
Azahara: Con vergüenza y mucha sinvergonzonería, todo puede pasar.
Deseo y permiso, parecen palabras y actos totalmente contrarios, pero hubo una época en que iban unidas, sin la segunda no existía la primera, ¿Cómo ha sido trabajar sobre una realidad que parece que dista mucho de nuestros días, pero no tanto?
Carmen: Creo que la pieza en sí es una respuesta a esta pregunta 🙂 Una contradicción en sí misma. Las mujeres hemos sido hostigadas desde siempre con la imposición de cómo debemos amar. Antes, condenadas a relaciones heterosexuales monógamas, sumisas del hombre siempre. Ahora, estamos bombardeadas con la deconstrucción, cómo debemos hacernos valer e incluso con cómo poner nuestro deseo en el centro. Lo que nos pasa es que ya no sabemos hacerlo, la teoría la tenemos, pero quizás a la hora de la práctica no somos capaces y nos machacamos. Buscamos el perdón, no aceptar la imposición del otro de cómo debemos amar, pero tampoco hundirnos si no somos capaces de quitárnoslo de encima.
Folclore y Folklore, ¿cómo ha sido conjugarlos en la obra?
Azahara: Ha sido fácil en el sentido más puramente intuitivo, al final sentimos que es algo que ya está dentro de nosotras. Folclore, lo que nos viene dado, de la tierra y Folklore, lo que agarramos nosotras.
Supongo que mucha música y que la elección no ha sido fácil, ¿cómo ha sido esa faceta?
Azahara: Bueno, tenemos una playlist absolutamente caótica muy similar a cuando les niñes se ponen a mezclar bebidas en una fiesta de cumpleaños. Por suerte, no la hemos usado en la pieza. Al final, la música que aparece la hemos ido buscando a través de nuestras necesidades, es decir, montar determinada situación y luego indagar lo que mejor nos vendría. Aunque nos da pena que suenen menos folklóricas de las que nos habría gustado.
¿Qué queréis transmitir con vuestros trabajos?
Azahara: Cada día lo siento más como una declaración de intenciones, como un comunicado en el que demandamos nuestro espacio, ya sea en un espacio laboral teatral como en nuestro propio cuerpo.
Habéis dicho que el público es parte de la obra, ¿en qué forma y sentido?
Carmen: En la pieza, comenzamos diciendo; “Hemos venido a veros” y es verdad, la performance no puede suceder si no está el público, porque necesitamos interpelarles directamente para conseguir lo que buscamos; que nos quieran.
La palabra amigas apareció por vuestra parte en la rueda de prensa, ¿hay una búsqueda de la sororidad en la obra?
Azahara: Absolutamente. Es algo que durante el proceso también ha aparecido entre nosotras. Quiero decir que, aunque seamos amigas desde hace ya bastante tiempo, el montaje de esta pieza ha sido nuestro encuentro más sororo. Y al final es algo que se va a reflejar en la pieza y me parece precioso poner tan en alza a las amigas.
Comenté que las obras tenían un toque de atemporalidad y clásico, y la vuestra también, porque entre las mujeres, aunque no se dijera la búsqueda del deseo y de la identidad siempre ha existido, pero ahora es cuando sale a la luz; en cierta forma es como si ahora habláramos alto, y vosotras un poquito más y más claro ¿lo veis así?
Azahara: Sí, aunque también es algo que nos ha costado mucho y cuando hemos podido hacerlo siempre hay un resquicio (más o menos grande) de culpa. Supongo que eso es también uno de los motores que nos llevan a juntarnos como pareja artística, poder hablar y hacer sin demasiada culpa.
¿En qué estado de salud creéis que está actualmente el teatro en nuestro país?
Azahara: Un poco enfermo y patriarcalizado con muchísima gente absolutamente precarizada intentando poder hacerse un hueco para poder probar. Supongo que es como la relación entre un padre estricto y una adolescente no heteronormativa.
Carmen: Yo lo veo como las tiendas de fast fashion; consumo rápido y de mala calidad con un montón de gente detrás precarizada hasta unos extremos esclavizantes.
¿Influencias?
Carmen: Escritoras como Annie Ernaux, Irene Solá, Sylvia Plath o Valerie Solanas con su manifiesto Scum. Creadores escénicos contemporáneos como Alberto Cortés, Florentina Holzinger, Juana Dolores, María Velasco o, por supuesto, la ya no tan contemporánea Angélica Liddell, aunque más en su escritura que en su escenario. Por supuesto, hemos visto y revisto infinidad de entrevistas a Lola Flores, Marisol y Rocío Jurado.
¿Un sueño por cumplir?
Azahara: Estabilidad económica y mental.
Carmen: Poder dedicar mi vida profesional totalmente al teatro o la cultura.