El cierre de Nuevos Territorios programado por Naike Ponce: «Jóvenes mujeres del flamenco» será de la mano de la pianista Mélodie Gimard que estará presentando su trabajo NUMEN.
Numen es el segundo trabajo de la pianista franco-española, en el cual indaga sobre su experiencia de la tradición flamenca desde el jazz o el clasicismo, sin dejar fuera a otras disciplinas contemporáneas. Aquí podemos conocer un poco más acerca de este trabajo y de su pasión por el flamenco, y por supuesto, disfrutarlo el próximo día 11 en la Sala Berlanga.
¿De dónde viene tu pasión por el flamenco?
Me enamoré del flamenco con 12 años, fue primero a través del baile porque hice el grado profesional de danza española en el Conservatorio, y me sentía muy identificada con esta manera de expresar la vida. Me enamoré del cante antiguo, era como una obsesión … Me acuerdo estar en el recreo con mi mp3 escuchando a Antonio Mairena y a la Niña de los peines, El Chozas y Morente. Mientras mis compañeros salían a jugar yo me quedaba ahí estudiando todos estos cantes, analizando para poder sacar todas las melodías al piano. Para mí, era fascinante. Pasé mi adolescencia haciendo idas y vueltas a Granada, Jerez y Sevilla para alimentarme de este arte y fue después de terminar la carrera de piano clásico en el superior que decidí pasar toda esta información al instrumento, todos los pasos en forma de notas, sacar falsetas y crear mi propia música basada en la tradición flamenca pero también en el jazz, música de raíz y el clásico.
¿Qué significa para ti la música?
Para mí la música es una forma de expresión, una forma de vivir, de aprender, de relacionarse, de luchar, de equivocarse y desarrollarse en la vida, tanto personalmente como profesionalmente. En mi caso no tuve mucha elección, ya que nací en medio de un concierto de mi madre, quien estaba actuando. Es como si todo hubiese sido orquestado para que la música forme parte de mi vida. Ahora se lo agradezco, porque me parece la forma más bonita de compartir con los demás. La música es una caricia para el alma.
Ahora vas a estar en el ciclo de Jóvenes mujeres del flamenco, Nuevos Territorios, ¿qué te evoca este título del ciclo, y que hay entre tu música y el nombre?
Es un honor para mí estar en este ciclo, junto a mis compañeras que quiero y admiro profundamente. Creo que “nuevos territorios” podría definir bastante mi propuesta, ya que soy francesa (ja, ja, ja) y que al ser pianista, mi toque tiene otras influencias musicales, quizás una visión diferente… o perspectiva, ya que me gusta transformar los palos en compases compuestos, introducir la improvisación como modo de conversación entre los músicos y proponer estructuras diferentes.
¿Qué significa para ti este tipo de ciclos y haber sido elegida por Naike Ponce?
La verdad es que estoy muy ilusionada de haber sido elegida por Naike, ya que significa que confía en mi criterio para proponer otra visión del flamenco con el público madrileño. Es una responsabilidad y una suerte. Naike Ponce es una mujer que admiro y una artista maravillosa que además está removiendo las aguas para introducir una visión más femenina dentro del “catálogo flamenco”, tiene mucho valor. Por cierto, adelanto una sorpresa … Colaborará en un tema durante el concierto: unas guajiras que grabamos para mi disco Numen.
¿Qué importancia crees que tienen este tipo de ciclos para el flamenco, y para la música?
Tiene importancia para diversificar las propuestas e introducir cada vez más la paridad en los ciclos de flamenco, así como en la escena musical en general. Esto nos permite inspirar a otros jóvenes y mujeres, para que sepan que tienen un lugar en los escenarios.
¿En qué estado de salud crees que está en estos momentos el flamenco, y si lo valoramos lo suficiente para darle el lugar adecuado?
Creo que el flamenco está en constante cambio, adaptándose al ritmo frenético de la sociedad en la que vivimos. Sin embargo, es cierto que se valora mucho más en países vecinos, no sólo por su exotismo como una forma de arte vivo exportado, sino también por los derechos y el estatus que los artistas tienen en esos países. En fin, es un tema complejo.
¿Qué trabas en el camino te has encontrado para sacar tus propios trabajos?
LA PANDEMIA: ja, ja, ja, saqué mi primer disco de flamenco en marzo de 2020… fue un intento de despegue totalmente fallido… Aparte de eso, ser francesa, paya y mujer no ayuda tampoco, pero como bien dicen, lo que no te mata te hace más fuerte. He tenido malas experiencias y he cometido errores como todos, quizás la ignorancia y no saber cómo funciona toda esta maquinaria hace que seas un blanco fácil para los depredadores de la industria, pero oye… de todo se aprende. Hay que tener mucho valor para sacar trabajos discográficos o tus propios espectáculos, es una inversión gigante donde aprendes a armarte de valor para invertir todo lo que tienes para ofrecerlo al público, junto con todos tus ahorros y tu corazón en bandeja. Pero forma parte del juego, quien no arriesga no gana.
Numen el día 11 en la Sala Berlanga, ¿qué nos vamos a encontrar en vuestra actuación?
Tocaremos algunos temas de mi disco Numen arreglados para esta ocasión a trío instrumental. Con piano, bajo y percusión. Aunque los temas evolucionan y maduran con el tiempo, al igual que tu estilo musical, este repertorio adquiere una nueva vida, un ritmo distinto y matices contrastantes que se van desarrollando con los años. Siempre hay algo nuevo por descubrir. Estaremos interpretando Alegrías, Tientos, Guajiras, Bulerías, Farruca y quizás una sorpresa especial a piano y voz, junto con mi querida Laura Marchal, con quien comparto cartel en este evento.
Numen es tu segundo trabajo, ¿cómo ha sido su creación?
Numen representa mi debut en el mundo discográfico de manera seria. Su gestación se nutrió de investigaciones y vivencias personales. Surgió en un momento crucial donde sentía la urgencia de plasmar mis emociones en música, de dar forma a relatos y reflexiones a través de notas. Este proceso significó explorar diversas formas de expresión, buscando albergar los multiversos musicales que conforman mi visión artística.
Ismael Alcina y David Domínguez te acompañarán, ¿cómo entran a formar parte del trío?
Son artistas increíbles con quienes disfruto mucho, sobre todo al cerrar los ojos para escuchar cada detalle de sus toques. Los dos tienen una amplia experiencia en el mundo del flamenco, pero también han bebido de otras músicas.
Esta diversidad nos permite tener una conexión especial en el escenario, donde podemos conversar a través de la música, improvisar y simplemente disfrutar del momento.
¿Cómo es tu forma de componer?
Un poco como yo… ¡Espontánea, barroca, sensible, juguetona y un poco complicada a veces!
¿Desde qué emoción o sentimiento se compone mejor?
Creo que partí desde la incomprensión. La frustración ha sido una musa durante mucho tiempo, pero con el paso de los años, aprendí a componer desde otras perspectivas, incorporando pensamientos políticos, lecciones aprendidas y reflexiones morales. También es importante plantearse cómo posicionarte como persona dentro del arte. ¿Cuál es el mensaje que deseas transmitir a tus oyentes? ¿Qué es lo que has venido a decir?
Además de pianista, eres directora musical. ¿Cómo se compaginan ambas facetas?
Bueno, tampoco tiene tanto mérito, es muy frecuente que el pianista sea el director musical de la banda, ja, ja, ja.
Ahora sí, existen dos perspectivas distintas al abordar esta cuestión. Por un lado, dirigir tu propio proyecto es algo que considero natural, ya que nadie más que tú conoce cómo deseas que suene la música. Es tu labor materializar esa visión, creando partituras y arreglos para que otros puedan adentrarse en el mundo imaginario que tienes en mente. Además, es importante hacer que todos se sientan cómodos con cada parte del proceso.
A veces me he encontrado en la posición de dirigir a artistas a quienes admiro profundamente, lo cual puede resultar un desafío, ya que la admiración puede nublar la objetividad. Sin embargo, esta experiencia me ha impulsado a trabajar más duro y a ser lo más clara posible en cuanto a los arreglos musicales.
En cuanto a compaginar, debo confesar que en ocasiones, al hacer la dirección musical de otros proyectos, tiendo un poco a descuidarme, ya que pierdo la noción del tiempo con tanto torbellino creativo y me concentro más en hacer que todas las piezas del puzzle encajen. Me apasiona producir y pensar en las voces de cada instrumento … Pero también me encanta que me dirijan, así me puedo dejar llevar para entrar en el mundo creativo de otro artista. Se aprende muchísimo también.
¿Influencias?
¡Oh, muchas y un poco randoms! En realidad, pasé mi infancia viajando en giras con mi madre, quien dirigía una compañía de danzas folclóricas ibéricas. Aprendí todo tipo de coplas, jotas, boleros, malagueñas, fandangos, milongas… Supongo que ese bagaje folclórico ha dejado una huella profunda en mis composiciones. Pero también me influenciaron la música clásica y contemporánea, los colores impresionistas, el jazz, la música sudamericana y “los sonidos negros”, como decía Lorca. Pero si se refieren a nombres en concreto, elegiría a 3: Debussy, Morente y Paco de Lucía.
¿Próximos proyectos?
Pues justo acabo de sacar un álbum a piano solo, titulado ‘CONFIDENCIAS’, con composiciones propias. Es una faceta muy íntima y minimalista que me apetecía compartir desde hace tiempo. Pero también estoy involucrada en varios proyectos que me ilusionan mucho y que me permiten indagar en otros ámbitos, como la investigación, la producción, los teclados y sintetizadores, sonidos electrónicos. Quiero saber un poco más para poder lanzar un nuevo trabajo más completo e interdisciplinario, mezclando visuales y mapping en directo, y trabajando sobre mis propias canciones, volviendo también a mis raíces aragonesas. Pero tiempo al tiempo…
¿Un sueño por cumplir?
Cantar y volar.