La mirada personal detrás de una cámara posee dos verdades: la que posee quien está manejando la misma y la que da a quien capta y a quien ve. Cada uno tendrá la suya, pero al final todo girará en una vertiente, cada uno sacando su conclusión.
O auto das ánimas es la ópera prima de Pablo Lago en el terreno del largometraje. Ha iniciado la andadura de director con una historia personal, desde su perspectiva y la necesidad de reencontrarse con ese niño que fue y sus vivencias, y ahora recordar todo detrás de una cámara en mano, captando la esencia de lo que ha marcado su vida.
Dentro de su carrera profesional siempre ha estado de director de fotografía, y nos cuenta que mientras estudiaba conoció el impresionismo y el neorrealismo y fue la mayor influencia que tuvo. Después de ver la película observamos que hay un halo de homenaje y de vuelta a los orígenes por parte del director, a contar y vivir todo lo que tuvo y que dejó atrás.
Tenía ganas de contar algo, esta historia y algo que expresar, y el cine para mí es la mejor herramienta para hacerlo. He dado voz a gente que no puede tenerla, y sí, es una vuelta a mis orígenes y en cierta forma un homenaje, aunque no era esa la idea, pero de alguna manera lo acaba siendo, a la zona y a la familia. Y también lo veo como un legado familiar, para cuando pasado el tiempo lo vean.
Pablo Lago ha contado con el apoyo de su familia, y han confiado totalmente en él. La cinta rebosa naturalidad y que cada protagonista se ha implicado de una forma natural, sin buscar dobleces, algo que buscaba el director, con un guion donde solo tenía planteado ir sacando temas y que todo fuera fluyendo, y así se percibe en el metraje, la pulsión entre el recuerdo de unos y de otros y sobre todo las costumbres en la familia y en el entorno.
Hay una necesidad de espontaneidad y es un tira y afloja, hasta cuánto puedes pedir, dónde quieren llegar sin quitar realismo y naturalidad. He tratado de llevar las conversaciones al estar detrás de cámara, pero lo que tenía claro que no quería hacer de esas charlas planos secuencias, así que había que condensar información, por ello cuando hablaba con mi madre, mi abuela o mi padre iba haciendo varias tomas y veía como todo iba cogiendo forma, para sintetizar todo lo que quieres contar. Fue un proceso largo pero fructífero.
Para el director, el hecho de tener esas tomas fijas y tan cercanas con sus familiares, no significa más que buscar la cercanía y datar con más verdad las secuencias. No ha utilizado demasiada música, más bien el sonido ambiente, y admite que para él los silencios cuentan, y aquí en las conversaciones de O auto das ánimas ayudan a que cada uno de los protagonistas se tomen su tiempo y que tengan un ritmo mucho más pausado para expresarse como quieran.
Muchas conversaciones con la madre y la abuela, con quienes nos cuenta Pablo, marcaron su infancia y estuvieron mucho más cercanas a él, y por ello las partes que ha grabado con su padre le resultaron más complicadas. Al final no deja de ser un dibujo de la época, del retrato de la sociedad de esos tiempos, donde la mujer era quien llevaba adelante la crianza de los hijos. Traza con buen tino cómo ir abriendo las hojas de su historia, de su familia y de lo que realmente quiere contar y hasta donde, por medio de esa tradición, que es juntarse en casa de su abuela a realizar un licor, algo que se hace a fuego lento, como él realmente ha forjado la película.