El próximo día 11 de junio Cádiz en Danza acogerá Luz sobre las cosas de Guillermo Weickert en el Gran Teatro Falla. El director y coreógrafo onubense nos habla de su carrera profesional, de la danza en estos momentos y de su participación en el Festival Cádiz en Danza.
Guillermo Weickert cursó estudios en el Instituto del Teatro de Sevilla, nos cuenta que allí la parte física y el cuerpo tenían una importancia vital, de ahí nació su pasión por la danza. En aquellos años se estaba formando lo que luego sería el Centro Andaluz de danza con la presencia de Ramón Oller, y ahí descubrí la pasión por la danza. Después estuve en Barcelona para hacer una inmersión en la danza, y aunque he tenido una perspectiva muy interpretativa, siempre me he considerado un intérprete que puede bailar e interpretar, entre actor y bailarín. Me han dado los cincuenta años más centrado en el mundo de la danza que en la interpretación, aunque he hecho las dos cosas.
Luz sobre las cosas la considera un trabajo de madurez, y que, aunque en los últimos años ha trabajado mucho para otras compañías, más que en solitario, tenía ganas de realizar una estructura desde su propia mirada, una creación de grupo. Sin pretenderlo mucho, ha sido una declaración de intenciones de lo que me gusta ver y hacer en un escenario. Como artista siento que poner una obra en los escenarios es todo un homenaje a la creación, y a un ejercicio de libertad frente a las presiones que todos recibimos a nivel sistémico, de producir, de generar productos en vez de dedicarnos a la libertad creativa; por eso me he dado el gusto de trabajar con unos artistas de primera línea, y no solo hacer eso, también poner mucha atención en el cómo se construía. El proceso de esta obra ha sido invirtiendo mucho en el tiempo de contacto, pienso que hoy en día se reduce mucho el tiempo de ensayo y los procesos creativos. Hemos puesto el acento en ello, invertido nuestros recuerdos en estar juntos, colaborar artísticamente, y encontrarnos no solo artistas de distintos ámbitos, sino también de distintas edades, que es una cosa que echo mucho de menos. Creo que hoy en día se separa y se compartimenta mucho a los artistas y es muy enriquecedor esa mezcla y ese encuentro con el otro.
El gusto con la edad, con tu propia obra, es que te sientes cada vez más libre y menos atado.
Las dificultades y sin ponernos muy dramáticos es el hecho del edadismo latente en todos los ámbitos de la sociedad, pero en el mundo de la danza y todas las artes escénicas se tiende a invisibilizar y parece que a partir de una edad te cuesta más encontrar tu sitio, y en ese sentido ha sido duro, y complejo encontrar la financiación, armar la producción, toda la logística de la pieza. Ahí hay una reflexión, a nivel de la comunidad autónoma y de Andalucía, de qué estructuras tenemos fieles de apoyo a la creación en Andalucía. Pero al final todo ha llegado a buen puerto y hemos encontrado muchas complicidades, detectados muchos agentes que nos han apoyado con total libertad y de las que nos sentimos muy contentos, tanto en la comunidad autónoma como fuera. Hemos tenido residencias en Barcelona, Valladolid y otras comunidades. Hemos creado un buen equipo y agradecemos a Cádiz en Danza porque realmente tampoco hay un circuito tan numeroso y activo para promover la danza. Una perspectiva que veo es que la programación se ha homogeneizado mucho, los que están se ven en todos los espacios, y hay poca independencia de programación como había antiguamente, en la que había muchos espacios y muchas líneas de programación diferentes. Por eso es muy complicado encontrar un hueco, y agradecemos a todos los festivales y espacios que nos ayudan a acercar la obra al público porque por la respuesta que estamos teniendo vemos que se apela no solo a un público especializado; el público general encuentra mucho disfrute y es una puerta muy buena para esta creación contemporánea.
Guillermo Weickert
Hablamos de cómo parece que últimamente los teatros abren más las puertas a la danza, pero no está muy de acuerdo con ello, dice que es una situación complicada, y que las programaciones deberían ser más plurales: Han subido el número de creadores y creo que tenía que haber una política de decisión de apoyar mucho más firmemente esa manifestación. En los países que son referencias para estas manifestaciones culturales nunca ha pasado porque sí, siempre ha respondido a una verdadera voluntad política de visibilizar, apoyar y de sentirte orgulloso de ese tipo de manifestaciones. Soy muy claro y entusiasta defensor de que realmente es una herramienta cultural que transforma la sociedad y que es superbonito ver los nuevos discursos y mensajes que como ciudadanos necesitamos, verlos encarnados en el cuerpo y en producciones. Para los tiempos que corren todavía hay demasiada compartimentación y una visión demasiado funcional, se carga mucho al artista, la responsabilidad de dar un mensaje claro y creo que las artes escénicas son otra cosa, los mensajes van, pero no tienen que ser un panfleto, una tesis, el público lo tiene que recibir como una manifestación artística que le llegue a través de los sentidos de la razón, pero sobre todo a nivel perceptivo, y en eso podemos avanzar mucho, porque hay creadores en el estado muy, muy potentes, que nunca llegarán a desarrollar su potencial sin apoyo y mejores condiciones para realizar su trabajo.
Guillermo cree que ellos tienen que ayudar al público con sus trabajos a tener espíritu crítico y dejar que sean independientes en la lectura que se hace de los espectáculos. A mí me molesta mucho cuando me siento manipulado por las narrativas o las dramaturgias. La danza habla distinto a otras artes escénicas y por ello disfruto mucho cuando me consideran adulto para sacar mi propia lectura y siempre es más interesante el viaje del espectador que condicionar demasiado desde el trabajo del creador con una mirada simplista.
En la cultura hay que poner más cuidado en esa libertad y pluralidad, porque tiene un impacto muy fuerte en la ciudadanía.
Dice que las incorporaciones a su obra fueron de una manera muy orgánica. Luna Sánchez, bailarina de Cádiz: ha sido alumna mía y nos hemos ido encontrando por el camino bastantes veces, ya habíamos trabajado en una vídeo danza y teníamos esa cercanía y ganas de colaborar; me parecía muy bonito relacionar mi cuerpo de más de 50 años con una chica de veintipico y de cómo nos encontramos en el cuerpo, en el movimiento sin necesidad de tener una lectura afectiva entre nuestros cuerpos como parece habitual en la danza, ha sido complejo, pero quería bailar con gente de esa edad, sin otra lectura más, enriquece. Ella me ha aportado muchas cosas. Alberto José Lucena, de Jerez, desde la pandemia nos hemos ido encontrando y teníamos una buena conexión. Miguel Marín es un músico de referencia, de un grupo Piano Magic, un grupo de Reino Unido de finales de los noventa, y ha trabajado mucho para danza y ya habíamos trabajado juntos, pero aquí nos hemos dado el gustazo de hacerlo mano a mano. Hemos generado muchísimo más material del que ha quedado en el espectáculo y luego está Benito Jiménez referente de las artes escénicas desde la iluminación, pero también como pensador, tiene una visión supercompleja, crítica e interesante, su trabajo me ayuda en la dramaturgia del espectáculo porque tiene una visión muy potente. Se ha unido al espectáculo, Manu Meñaca un técnico ingeniero de sonido, y aquí aportar ese apartado era muy importante, porque se trata de generar atmósferas y espacios desde la luz y el sonido. Es una unión de todo, no solo de la escritura y la interpretación.
Su forma de creación es diferente dependiendo de la obra. Luz sobre las cosas ha sido por medio de una dramaturgia procesual. Tú tienes un deseo de contar algunas cosas, pero al mismo tiempo estás viviendo un proceso creativo con unos artistas en colaboración. La obra acaba siendo el resultado del encuentro de la idea primigenia y de cómo va pasando por los cuerpos con el trabajo con el equipo. Son resultados mucho menos narrativos, pero llegan con una potencia y una sensación lúdica muy fuertes, tanto al hacerlo, como al recibirlo como espectadores.
Un sueño por cumplir sería que este tipo de trabajos y de creaciones, que en muchas ocasiones no vienen de Europa, y que hay una materia prima, de todas las edades, muy potente, y que fuera un tipo de creación que se identificara con nuestro país, que se hiciera aquí. Pero sobre todo que el público general se lleve el gusto de haber ido al teatro, que para mí es uno de los ritos más importantes y más gozosos que nos quedan y que haya un disfrute muy grande. Este espectáculo tiene una estructura con la que te puedes acercar con la misma frescura que vas a un concierto, ya sea uno conocido o no y no necesitas referencias para disfrutarlo, solo el placer de ver esas artes escénicas que llegan de una manera sensorial y muy festiva. Que nadie se quede con las ganas de ir, por pensar que no va a entender la obra, no hay nada que entender más que lo que cada espectador se lleve. Todo es muy potente y sugestivo, a nivel sonoro y dancístico.
Guillermo Weickert
Idea, dirección, coreografía Guillermo Weickert | Composición musical y espacio sonoro Miguel Marín ‘Arbol’| Intérpretes Luna Sánchez, Alberto Lucena, Guillermo Weickert | Música en vivo Miguel Marín ‘Arbol’ | Diseño iluminación Benito Jiménez| Asesor espacio escénico José María Sánchez Reyn | Diseño espacio sonoro, sonido inmersivo y sonido directo Manu Meñaca | Diseño vestuario Victoriano Simón| Guarnicionería Almogaverwork| Asistencia ensayos Noemí Álvarez Alonso Mavens Jose María Sánchez Rey, María Cabeza de Vaca, Patricia Buffuna| Dirección producción El Mandaito Producciones S.L.| Diseño gráfico Lugadero | Fotografía Marta Morera, Maite Caramés y Juan Carlos Toledo | Producción: G.Weickert & El Mandaito| Coproducida por: El Mercat de les Flors en colaboración con la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales| Acompañamiento y Residencia artística de: Laboratorio de las Artes de Valladolid LAVA, Consejería de Cultura, turismo y deporte de la Junta de Andalucía, La Térmica Centro de Cultura Contemporánea, Ayuntamiento de La Rinconada y Ayuntamiento Punta Umbría. En complicidad con Teatro Central de Sevilla.