En el año 2022 arrancó el festival Afro Blue, una nueva iniciativa para llevar a Segovia la mejor música afro posible y que ha continuado así, con esa filosofía, hasta este año. Las vicisitudes han acompañado al festival y las inclemencias meteorológicas han sido una de ellas. En la primera edición, el día anterior a la inauguración, las fuertes lluvias hicieron que el arranque fuera algo más tarde de lo previsto. En la segunda, 2023, un concierto tuvo que ser cancelado, previamente Ciara Thompson de The Buttshakers asustó al cielo con un «Shit it is raining», pero sólo ella supo pararlo esa noche.
La espada de Damocles del agua persigue a Afro Blue y este año los organizadores han tenido el corazón en un puño durante las dos jornadas, sobre todo la del sábado 8, por las lluvias anunciadas, y que hicieron presencia a mediodía para que uno de los conciertos matinales tuviera que tener lugar bajo el arropo de unas carpas que fueron el techo de baile del público asistente.
La inauguración el viernes 7 corría a cargo de Marta Mansilla, con su proyecto EME.EME.PROJECT, tenían ganas de estar en Segovia y lo demostraron, un concierto con gran empaste con el espacio, una sonoridad envuelta con la suavidad de la música que proyectan, que navega y transita entre el jazz, soul, afro beat y algún toque de blues, pero además Marta Mansilla se marcó un rap, el cual admitía después del concierto que el marco era propicio para ello. Aprovecharon para presentar canciones de lo que será su nuevo trabajo, además de seguir con la gira de Pacemaker. Una buena conjunción de ambos trabajos donde se ve la evolución de la formación, las ganas de variar y emocionar al público con distintos colores musicales, pero sobre todo disfrutarlo ellos y así poder contarlo y cantarlo al público. EME.EME.PROJECT es de esas formaciones que te encandila por su profundidad musical y por la coordinación que hay entre todos, ritmo y calma al mismo tiempo, pero con la potencia global que desprenden. Ante todo, este concierto saca a EME.EME.PROJECT fuera de los meramente festivales de jazz, dando al grupo ese otro sitio que puede tener, la música negra.
Da Break fue la siguiente actuación. La formación francesa lanzó un estallido de ritmo en el escenario para seguir calentando motores en una tarde más bailable, con más potencia vocal y con el ritmo en las venas de la cantante Jennifer Hawa Zonou. Mucho soul, hiphop, reggae y sobre todo funky en el escenario, invitando al público a seguir con sus canciones, a moverse y disfrutar con cada tema. Bailó hasta contagiarnos, hasta llevarnos a su terreno y su alegría. Un concierto lleno de vitalidad y diversidad de tonos musicales. Toda una explosión de entusiasmo, algo que es característico de todos los artistas que pasan por el festival, cada uno en su forma de expresión musical y escénica.
La tercera actuación puede que fuera la más esperada de la noche para muchos, de gira por España, Quinn Deveaux derrochó magia en el escenario, clase, soulman, una voz cautivadora y un bailar sin parar en el escenario. Recorrió todas las tablas para incitar al público a seguir su ritmo y lo consiguió. Con él la noche ya se calentó del todo, los asistentes se vinieron arriba y no era para menos, por el virtuosismo de él y de quienes le acompañaban en el escenario. Nos decía en una entrevista días antes que: La música negra es todos los estilos de música y deberíamos aceptarlo, y dicho y hecho, Deveaux nos hizo viajar, volar y soñar por todos los estilos que podamos pensar, el soul, el blues, el country, con toques de funky, un maridaje que cocinó con gran voz y gran soltura. Hay frescura en sus canciones, se desenvuelve en el escenario con elegancia a la par que con gran ritmo. Nos presentó parte de lo que será su próximo disco ‘Leisure’ y uno de sus últimos singles «You got soul» el soul más bailable que nos pudo dar, todo un soulman en el escenario, en toda la amplitud de la palabra.
Y para culminar la noche del viernes, nada más ni nada menos que el toque afro por excelencia del festival, Santrofi, formación de Ghana de ocho integrantes, donde los instrumentos eran muy variados, y nos trajeron su país y su música durante algo más de una hora a Segovia. Cuando los vientos entraban todo se tornaba incluso a jazz, y con toques de R&B, pero el afro beat era su eje central, sus movimientos y coreografías eran constantes, para provocar que siguiéramos su ritmo, su alegría y la energía positiva que desprendían, un fin de velada a la altura de un festival que busca la diversidad musical negra, y que nos da unos cuantos pellizcos de todo, incluso a veces todo en una coctelera y sólo queda agitarlo en el escenario. Dinámicos en todo momento, tanto que llamaron al público asistente a subir al escenario, y ¿qué pasó? que más de veinte personas se subieron a bailar con ellos, a seguir su ritmo y ampliar la fiesta en conjunto.
El sábado fue una jornada intensa en todos los sentidos, en ese no saber si podría ser o no el certamen, y por todos los artistas que allí se convocaban para subir al escenario, porque además ese día partíamos desde las 11 de la mañana con dos conciertos matinales gratuitos, uno en el Palacio de Quintanar con Néstor Pardo, quien ya estuvo en la primera edición, y quien dijo haber actuado muy mal para que le castigaran a ese horario, cosa que a priori es todo un lujo, porque pueden disfrutar del resto de los compañeros, tema a tratar después. Néstor es tan buen orador como cantante y te lleva por sus anécdotas adentrándote en cada tema, en cada una de sus composiciones, que no son otras que canciones del más puro blues del Missisippi, al escuchar su concierto no sabes muy bien si acabas de bajar de un avión de vuelta o has salido de esas películas tan del oeste o de esa parte tan árida de Estados Unidos, pero lo que sí sabes es que has disfrutado de un concierto puro, desde las entrañas, desde la verdad de una voz que desprende blues cien por cien, y que lo disfruta en cada estrofa.
El segundo concierto matinal en el Jardín de los Zuloaga vendría a cargo de Trío Bravo, y la organización y los tres componentes hicieron gala de ese nombre, la bravura y el coraje de crecerse ante las adversidades y de proseguir con un concierto por el que muchos no apostaban nada y fue un todo musical y de resiliencia escénica. Bajo carpas y arropados por su música nos llevaron con vitalidad ante su gran ritmo con R&B, blues, soul, funk y rock and roll. Alberto Anaut a la guitarra y la voz, Gabriel Casanova al órgano Hammond y Javier «Skunk» Gómez a la batería cumplieron con creces las expectativas llevándose al público a su terreno, a su vitalidad y nadie desistió, e incluso Alberto invitó al escenario a Julián Maeso para que compartiera el piano con Casanova. Anaut nos deleitó con sus grandes riffs de guitarra, con su virtuosismo en el escenario junto con sus compañeros, haciendo del todo, un uno. Anaut en el concierto matinal, nos dijo: Dios mediante, nos vemos esta tarde con Combo Paradiso, desafiando al cielo y la lluvia que en esos momentos estaba cayendo y que hizo que se tuviera que desplazar en el escenario en varias ocasiones y moviera el pedal de su guitarra, ¿ésto frenó su actuación? No, todo lo contrario, hubo bises incluidos para un público que no dudó en seguir ahí de pie bailando y disfrutando de la energía positiva que todos desprendían, mientras los técnicos y organizadores del festival estaban al quite en todo momento de cualquier necesidad en los equipos para que el concierto pudiera llegar al puerto que llegó, a su fin y gran colofón de una matiné musical que desafió al público y al propio festival.
¿Quién dijo miedo de seguir con el festival tal y como estuvo lloviendo hasta casi las seis de la tarde? Desde luego la organización, no, porque arriesgó y ganó. El festival prosiguió a partir de las 7 contra todo pronóstico, pero como estaba previsto. Todos los artistas estuvieron ahí, participativos, con voluntad de sacar adelante una jornada y un festival por el que apostaban y lo demostraron con las cuatro actuaciones que nos esperaban. Valentía es la palabra de quien tuvo que tomar esa decisión y no se echó para atrás por mucho que dijeran que no era posible.
El festival tuvo el mismo orden musical que en la jornada anterior; fue de menos a más en musicalidad, que no quiere decir en calidad. Todos los grupos en su estilo, en su forma, han demostrado que el cartel de 2024 era completo, diverso y lleno de tonalidades musicales en torno a la música negra.
Arrancó la tarde del sábado 8 de junio con Zoe´s Shangai, una formación muy joven que apuesta por el soul, R&B y funk más relajado, con ella a la guitarra y voz, llevando a sus compañeros de soporte y de aporte, de completar cada canción con el bajo, teclado y batería, en muchas de las canciones con toques electrónicos. Un soul mucho más moderno y contemporáneo donde los vaivenes de sonidos más lentos y más fuertes son una tónica constante, pero con una música más relajante que lo que nos vendría después. Un buen aporte al festival, donde quieren aportes de todos los toques eclécticos que pueden dar todas las ramificaciones de la música negra. Su concierto tenía un plus emocional, era el primer concierto que daban después de tres meses de no subirse a un escenario y tras el fallecimiento de la madre de la cantante. Ahí esa dedicatoria y una de sus canciones finales «Mother».
Para parte de los componentes de Combo Paradiso, Afro Blue es jugar en casa. Juan Zelada estuvo en la segunda edición, Adrián Costa en la primera con Los Saxos del Averno y en la segunda edición en solitario. Alberto Anaut en esta tercera, como Trío Bravo, y sólo faltaba Julián Maeso por ser protagonista en Afro Blue, aunque estuvo por la mañana en un par de temas acompañando al teclado a Gabriel Casanova. Formación que ha sacado su trabajo Todo bien todo el rato, un disco lleno de vitalidad, de anhelos a música de toda la vida, adaptaciones y creaciones propias de cantautor que reflejan su forma de contar y de cantar desde su mirada musical: amplia, no se quedan es un estilo, recorren todos, varían, cambian de instrumentos Costa y Maeso, y en otras ocasiones incluso Juan, aunque aquí, esa tarde no lo hizo, el piano fue su aliado, junto a su voz en varios temas. Alternan cada tema el vocalista y se compenetran con la audacia de las ganas de celebrar la música todo el tiempo, algo parecido al título del disco. Son vitales, buscando el feedback del público. Son la demostración de que si ellos se divierten en el escenario, el público lo hará, y esa complicidad que tienen entre los cuatro lo hace posible. Arnau siguió su tónica general de riffs guitarreros durante todo el concierto, Maeso nos deleitó con esa voz que recuerda la música de C.R.A.G, Adrián demostró lo que ya nos adelantó en el concierto acústico del 2023, que la música que su abuela le enseñó, como Toda una vida, resuena con su voz a clásico de por vida y más si le dan otras aportaciones y notas musicales, y como no, Juan no paró a los teclados impregnando todas las canciones del vigor musical necesario para que todo fuera una fiesta.
Y sí, la dama del soul más clásico Michelle David lució después en el escenario, junto a The True Tones, Paul Willemsen (guitarra, bajo), Onno Smit (guitarra, bajo) y Bas Bouma (batería). Elegancia, suavidad y potencia en voz a partes iguales, llenando los Jardines de los Zuloaga con soul en toda la extensión de la palabra, dialogando con el público y lanzando mensajes positivos. Una actuación cargada de vitalidad sonora, de bailes, de coordinación entre los cuatro, que demuestra que su trabajo es consistente, y dotado de una perfección sonora en todo momento. Michelle se crió con el góspel y se notó en esos largos solos que hacía, en su poderosa voz que llevaba con energía cada tema y que además bailaba, mientras que sus compañeros de tablas se lucían con los bajos, guitarras y batería. Sus canciones hablan del amor y de la unidad, y es algo que remarcó en todo momento con respecto a la sociedad actual, por lo que busca un mensaje alegre y conciliador, pero sin perder la fuerza que el soul puede dar en tono y forma. Concierto con gran sabor de boca por la garra con la que los cuatro se convierten en uno con toques de góspel, soul, blues, jazz y afro beat con alma propia y con una música, la suya, totalmente atemporal.
Si la primera jornada se cerró con afro, la segunda no podía ser de otra manera que con blues. Marcos Coll y Will Jacobs dieron el brindis final del festival a golpe del más puro blues. A ellos se unieron Javi Vacas al bajo y Julian Vaughn a la batería. Cuatro grandes en el escenario, para ser el colofón de fiesta de la tercera edición. Will Jacobs, a sus treinta años, maneja los directos al son de su guitarra y voz con gran seguridad, con el aplomo de los grandes del blues, y con una energía constante, que no decae, en todo el show. ¡Qué decir de Marcos Coll!, que potencia y fuerza son su característica principal en la armónica, con la experiencia de una trayectoria larga y prolífera con todos los compañeros que ha colaborado. Ambos han vivido la pasión por la música desde la adolescencia y eso se nota: las ganas de estar, de contar, de transmitir coraje y arraigo musical, y centrarse en el blues, pero sin cerrar puertas. Cuando Marcos Coll era protagonista, Will Jacobs junto con Javi Vacas bailaban, con coreografías, bajo su guitarra y bajo, respectivamente, al ritmo y son de la armónica y acompañando con sus instrumentos. Pero hubo tiempo para todo en el cierre, para que Marcos Coll presentara dos temas de su nuevo trabajo en solitario, Nómade, pero acompañado por sus tres compañeros de concierto, dos canciones que evocaban sus raíces, de dónde viene en La Mancha, homenajeando a la música de raíz que dice no querer perder. Pero no solo fue ésta la sorpresa. Adrián Costa fue llamado al escenario por su hermano musical, como dijo Marcos Coll, y ahí reunidos Los Reyes del KO (para muchos programadores de festivales de blues y soul los mejores artistas españoles en ese estilo), las dos guitarras, de Adrián y Will, lucieron enormemente junto al bajo, la armónica y la batería. Portentosa actuación final con el blues como esencia y potencia. Una delicia de cierre.
Para finalizar, destacar el buen rollo de todos los artistas al finalizar su actuación en esta segunda jornada y disfrutar de la del resto de compañeros. Un día difícil que finalmente tuvo un remate espectacular, con buen hacer y armonía. Y sobre todo el poder ver finalmente una sonrisa en la cara de los organizadores, Dolo, ante todo, de SoulMatters quien además se despidió de nosotros con una frase: Ya tengo en la cabeza la mitad del cartel de la cuarta edición. Sólo queda un año para ello; descontando días.
Nota. Fotos realizadas por Juan Cea para Afro Blue