Hay cosas universales y el hecho de que en cualquier momento de nuestra vida, o momentos, se pueda ser carne de cañón, de ser la diana de risas para el resto de los mortales es todo uno. Nadie se libra, siempre haremos algo, consciente o no, que será para que nos llamen carajote, con todas las letras y con ese ímpetu en pronunciación tan del sur de nuestro país.
Somos Carajotes comienza desde fuera de los escenarios, y como no queremos dar spoilers meramente decimos eso, que los primeros minutos el escenario está vacío, pero allí están dando paso a lo que será su actuación de 90 minutos que nos harán recorrer nuestras vidas, etapas, y posibles situaciones vividas en nuestras propias carnes o como meros espectadores, como en la obra en sí. La actuación va desde lo universal a que cada uno escoja qué parte conoce o no de sí mismo o de las personas que rodea su vida, comenzando con la explicación de dónde viene la palabra carajote, otro spoiler que no vamos a hacer, porque no tendríamos la gracia que tienen Los compadres contándolo.
En una comedia en directo no pueden faltar todos esos temas que estén en ebullición en la sociedad en ese momento, no constantemente, pero sí con distintas pinceladas, como no quiere la cosa saliendo con toda naturalidad, y aquí no podía ser hemos: todas, todos y todes, sí es sí, bullying, la Casa Real… y así numerosos temas que se insertan de una manera locuaz en los diálogos que Alfonso Sánchez y Alberto López, Los compadres, tienen en esta obra.
Ya desde el inicio hacen cómplices al público, una dinámica que se desarrollará durante todo el espectáculo, incluso, estando en Madrid, metiéndose un poco con el hecho de que los madrileños estén más tiempo en Cádiz que en su ciudad natal. Los gags que aparecen con espontaneidad se repiten, hacen que todo tome la vitalidad de una conversación donde lo dicho cobra sentido y se vuelve a reflejar para dar más ímpetu a todo el contexto.
Recorren las fases del carajote: el nacimiento, al inconsciente y salvaje, al consciente y al rebelde, y todo con la evolución de lo personal, de las anécdotas, teatralmente hablando, con un guion dinámico, irónico e incisivo, que refleja las aristas del ser humano desde el punto cómico que finalmente no deja de ser esa parte que hace que todos seamos iguales: ser alguna vez en la vida carajotes. Reflexiones tan transcendentales y filosóficas como intranscendentales y mundanas.
Si alguna vez has pensado que tú nunca lo has sido, Los compadres te demostrarán que sí, que de serlo no nos libramos nadie, además teniendo como consecuencia al reconocerlo las risas garantizadas. Todo es directo, sencillo, como su escenario, dos asientos, dos botellas de agua, unas cervezas y su presencia.
En estos momentos estarán actuando en Madrid, hasta el 14 de julio en el Teatro Quique San Francisco. Una gran oferta para el verano, un espectáculo al aire libre, tanto como lo son Los compadres en el escenario.