Cuarenta y tres años dan para mucho. Para muchas alegrías y alguna tristeza, para muchos sueños, para muchos conciertos y canciones, y sí parece que incluso para un adiós, o un hasta siempre, pero sí se hace de la mejor manera, desde un escenario, desde la alegría de celebrar la música y su día, el día 21 en La Riviera, en Madrid, mejor que mejor. No será el único concierto que la banda Danza Invisible dé como fase final de su etapa musical, que no de amistad y de camaradería.

Se hicieron poco de esperar los cinco minutos de rigor, poco más, y la cola en la calle era inmensa minutos antes de empezar el concierto. El sold out ya llevaba meses anunciado, por lo que la fiesta estaba más que garantizada.

La banda al completo salió al escenario con la mejor de sus sonrisas, la musical ante todo, y con la energía que siempre han desprendido en sus directos. Como portavoz y voz, Javier Ojeda, salió exultante y con ganas de hacernos vibrar. Su look, ese ya tan suyo y característico, camisa por fuera del pantalón, corbata anudada pero no apretada y americana, que casi le sobró en la primera canción, pero que tardó en desprenderse. Y ahí, desde el minuto cero, agradeciendo al personal su asistencia, comenzó el show, el concierto y la celebración por todo lo alto.

Quien le hubiera dicho a ese chaval de 17 años de Málaga que un día diría que llevaba más de cuarenta años en la música, al igual que sus compañeros, y que quienes dijeron que su voz no valía, sería de esas que ahora mismo te impregna de soul, funky, reggae, pop o rock cada una de sus canciones incluso algún toque de punk en algunas de ellas, las menos, pero también. Acuñaron en su día el género del new wave, y sí, abarcan todos los estilos que ahí se unen. Javier Ojeda ha realizado en todos estos años una evolución magistral, que no hubiera sido posible sin todos sus compañeros de la banda, y así lo demostraron en este concierto, y él mismo lo dijo en varias ocasiones, que Danza Invisible son todos y cada uno de los integrantes que han pasado por la banda.

Lo digo casi al final: no son banda de calentar previamente a los conciertos la voz, son de la vieja escuela, de aquellos que acompañan sus conciertos con un whisky en la mano.

Su arranque fue con Tu Voz, nos llevó a ese 1987, de su disco Directo, y posteriormente Mercado negro donde ya, ahí, nos dio la pista de que aunque despedida se encuentran en gran forma, con una versión de su canción a la actualidad, sonidos que nos llevan al pasado, al disco Música de Contrabando de 1986, ese símil con darnos la vitalidad de la suya, de potencia y de su rasgadura sonora. De ese mismo disco nos tocaron Agua sin sueño, bajando un poco la potencia musical, pero no la vocal. De esta canción nos contó una anécdota, previo decir que no quería hablar mucho y sólo cantar, ya que se conoce y habla demasiado. Es la única canción que lleva la palabra tálamo en el estribillo.

Con Tiempo de amor alzó la voz y gritó: «Haz el amor y no la puta guerra», algo que volvería a repetir más adelante. Siguieron con No quiero bailar, Dame más, El pintor y la modelo, Estanquera, y al llegar a Por ahí se va, invitó al escenario al único invitado de la noche, Gino Pavone, percusionista que trabajó con ellos en los años 90. No somos antisociales, pero queremos que ésto sea una fiesta de Danza Invisible y el público.

A partir de ahí el baile estuvo más que garantizado, Catalina, ahí todo el mundo se lanzó a saltar y corear la canción, para venir después Contacto Interior, El Ángel Caído, Reina del Caribe, que dió otro subidón a la banda y al público, no paró de dar carreras en todo el escenario, para llegar a todo el público.

El fin del verano, Yolanda, esa versión con la sutilidad de su voz y la banda, A sudar y llegando a Naturaleza Muerta se marcaron un rap. Prosiguieron con la canción que dijo haber sido la que hizo que su familia, en concreto su padre, pensara que efectivamente podía ser músico, y que a partir de ahí creyó en él, con Al amanecer.

Danza Invisible no han sido de ocultar nada, de hecho fueron muy claros en el documental que recientemente se ha realizado sobre ellos, y contaron cómo fue la marcha de uno de los fundadores Ricardo Teixido, pero como dijeron es de justicia cantar y dedicar una canción a un artista que ha sido importante para ellos, y lo hicieron con Sin aliento. Ahí Javier Ojeda se bajó al público y prosiguió con A este lado de la carretera, tema con toques de country. Es evidente que la evolución de la banda ha sido muy buena, y de hecho los temas se han ido enriqueciendo con los años, insertando estilos diferentes en las mismas canciones, realizando versiones distintas, y así lo demostraron durante todo el concierto de despedida de Madrid, que como comentaron ha sido una de las ciudades que mejor ha acogido a Danza Invisible, eso sí, que después de tantos años y haber tocado en mil barrios, sigue, Javier Ojeda, sin orientarse.

Aquí hubo una despedida, pero era imposible que no volvieran a salir, ya que toda la sala no paró de decir su nombre, algo que últimamente se está perdiendo en los conciertos, parece que estamos estableciendo el hecho de que son de una duración y ya; pero Danza Invisible son de esa época que parecía que los conciertos no tenían fin tanto por ellos como por el público.

Al salir, Javier Ojeda contó que iba a seguir con una canción no programada, Quiero volverte a ver. Cerraron el concierto con la emblemática Sabor de amor, animando al público a que la fiesta continuara arriba del escenario y abajo. Siguió Espuelas, rasgando la letra, entregándose todos al mil por cien, y terminaron con El club, que fue un desenfreno total.

El concierto no tuvo una evolución en cuanto a elegir canciones cronológicamente, fueron alternando temas más vitales y otros con una carga de profundidad en la letra. Lo que no falló en la sintonía entre ellos, el buen hacer y hacernos volar por su música y por su ímpetu.

Chris Navas (bajo) y Manolo Rubio (guitarras, voz), fundadores originales del grupo, más Antonio Luis Gil (eléctrica) y Javier Ojeda (voz) dieron el resto para despedirse de Madrid, un adiós con sabor musical que siempre sabe mejor. Hoy día 29 de junio cerrarán esta gira Sin decir adiós, en Campo de Fútbol San Lorenzo, Laredo.

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