Cerrar ciclos y abrir nuevas puertas, eso lo que nos declara el director de Nocturama, David Linde, que tras veinte años que cumplen en esta edición, bajan el telón. El festival tendrá lugar del 5 al 8 de diciembre en Sevilla en distintos espacios: la Sala Malandar, el Teatro Alameda, La2 y la Sala Cite Cartuja Center.
Nocturama surgió en 2005, de la mano de La Suite, para proporcionar una programación musical a una ciudad sin apenas actividad veraniega, Sevilla. Como todo en la vida ha cambiado, el festival y la actividad cultural y musical en la ciudad. En estos momentos la vorágine es constante, y aunque el certamen sigue funcionando, como nos cuenta David Linde, hay que saber cuándo decir hasta aquí hemos llegado. Desde Nocturama desean dar relevo a otros proyectos, y no saturar al público ni a la ciudad. Durante veinte años han aportado muchas notas musicales, mucha diversidad y en esta edición no iba a ser distinto.
Buscamos la diferencia con respecto a lo que se esté programando en los mercados, es nuestra línea de siempre a la hora de cerrar un cartel. Queremos aportar a la ciudad algo distinto a lo que ya se está ofertando, aunque a veces puede haber coincidencias, porque ese es uno de nuestro leitmotiv que nos lleva a programar. Que el discurso de los artistas aporte algo más de lo que puede ser un mero entretenimiento, bien por su originalidad, discurso o su directo. Este año teníamos la tentación de hacer una programación conmemorativa de los 20 años, pero se nos alejó inmediatamente, porque nunca hemos sido amigos de la nostalgia en La Suite. Cada edición es especial y distinta, solo hay un guiño en la programación que es Sr. Chinarro, que fue el primer artista que actuó en Nocturama.
En el cartel están los ya consolidados Sr. Chinarro o Guadalupe Plata; junto a otros que destacan en la actualidad, como el cantaor Israel Fernández, que llegará acompañado por la voz de Lela Soto y el colectivo de músicos Frente Abierto. Dentro de los nuevos proyectos estarán Ruido Clavel, comisariado por el artista Pedro G. Romero -recientemente reconocido con el Premio Nacional de Artes Plásticas-, Ana Chufa y Julia de Arco, la artista más joven de la edición, 18 años, entre otros muchos. El alternar artistas conocidos y no tanto, es algo marca de la casa, y en sí es un efecto llamada, para que pudieran alternar y conocer nuevas propuestas. También para que el público tuviese en un solo día una diversidad que enriqueciese la oferta, incluso hemos mezclado estilos para eso mismo, para que el público que por sí mismo no hubiera ido, pero al combinarlos sí lo han hecho. Esto hace que se originen sinergias entre los distintos artistas que después se trasladan al escenario. Hemos buscado propuestas que no tienen cabida en otros circuitos como Rocío Guzmán, incluso el propio Sr. Chinarro, que lleva más años que un bosque y es un maldito para el sector. Así que seguimos en la línea de no ser nada comerciales.
La edición de aniversario número 20 tendrá un nuevo aporte junto al Colectivo Brecha (es un colectivo de mujeres y hombres nacidos en el siglo XXI, que están intentando cambiar y ocupar los espacios a nivel de gestión, programación y producción en la ciudad de Sevilla) y la Fundación SGAE un programa para “bandas emergentes y muy jóvenes”, que aunque lo de emergentes no es novedad en Nocturama, es propiciar de guardia de liderazgo en los actores culturales de la ciudad. Es una de las cosas que más ilusión de esta edición, por la generosidad de la Fundación SGAE al sumarse a este proyecto, y que haya relevo y esto se hace dándoles espacio, en esta ocasión en Nocturama. Con estos colectivos seguiremos trabajando, aunque ya Nocturama no esté.
Vamos a cambiar el foco, Nocturama 2024 es la última edición, y no va a volver nunca más, que quede claro. Lo único que la marca y el espíritu Nocturama de creación de público y buscar la diferencia va a seguir trabajando, pero no va a liderar ningún proyecto, va a apoyarlos por medio de un programa de mentoría y apoyos con el que estamos buscando la línea junto al Ayuntamiento de Sevilla. Serán tutorías, no que estén tutelados, y pretendemos mostrar la experiencia sobre todo en los procesos administrativos, y pondremos todas las herramientas que tenemos a su alcance.
¿Qué ha sido la más fácil y lo más complicado de estos veinte años? Lo más fácil contar con la complicidad de los artistas, porque siempre hemos cuidado tanto al artista como al público, y consistía en cosas tan simples como los tiempos de preparación, los hoteles, los servicios técnicos, y los artistas descubrieron que en Sevilla había un festival donde se les cuidaba y ellos han sido nuestros mejores embajadores, y por eso hemos conseguido artistas con cachés grandes, a otro precio mucho menor. Lo más complicado con el tiempo ha sido encontrar un buen poso de artistas con los que contar, para marcar la diferencia, y poder conformar un cartel coherente. A veces han sido muy coherentes, pero nada comerciales, y esos años hemos sufrido un poco.
Hacer las cosas simplemente porque funcionen, sin que haya una diferencia, una calidad de distinción, no compensa. Ahora mismo, con el festival estamos ofreciendo cosas que se pueden encontrar en otros lugares, y desde La Suite queremos realizar eventos que sean diferentes. Podríamos haber seguido y convertirnos en un clásico, y esa no era nuestra intención.
David Linde nos cuenta que el proyecto que se va a quedar y que este año ya ha tenido la segunda edición, Micro Clima, donde han insertado a artistas experimentales y han dado un nuevo espacio. Se ha terminado la edición de Cádiz y hemos comenzado ahora en Sevilla. Era un proyecto que en La Suite llevaba ya varios años diseñado y el año pasado el Festival de Cádiz, Música Española nos acogió y este año ha seguido. Estamos luchando porque siga siendo gratuito, porque tenemos claro que la música no tiene que ser rentable, es cultura. En Sevilla nos acoge Off Sevilla, y eso de que festivales acojan a otros festivales está muy bien.
El balance para David Linde es muy positivo, aunque asegura que han tenido años muy complicados: por la relación con algunas administraciones públicas, pero en general muy positivo. Hemos tenido siempre el cariño y el apoyo del público, hemos sido un festival como muy pocos haters. Son dos décadas en las que hemos vivido experiencias maravillosas que dan para un libro.
Además de los días de conciertos, Nocturama tendrá una exposición retrospectiva de los carteles de cada edición y la presentación del primer ensayo del periodista cultural Oriol Rosell (Un cortocircuito formidable. De los Kinks a Merzbow: un continuum del ruido), y nos cuenta David que de esta parte se está encargando Jesús Barrera, que ha sido el comisario de los carteles del festival. Tenemos una pequeña pinacoteca particular de trabajos de artistas emergentes en su día y que ahora ya están consagrados: Manuel León, Barahona, Julepe… de grandes artistas, fundamentalmente andaluces.
Le preguntamos si no tiene algo de nostalgia a la hora de preparar esta última edición, y asegura que no, que ni siquiera asistiendo a ver esa exposición, que lo que tendrá será alegría. Se muestra honestamente orgulloso de su trabajo, de su labor realizada en equipo durante veinte ediciones, y cree que terminar así, es lo mejor que pueden hacer. Realmente, no es terminar, porque si releemos la entrevista, hay un hilo de donde tirar, un futuro donde sus semillas darán fruto, aunque no sea con el nombre de Nocturama ni con su dirección, pero sí con su espíritu. El tiempo dirá si con tanta libertad con la que ellos han trabajado.
Cuando terminas algo, hay cierta liberación, porque programar te da mucha responsabilidad, con tu público, con la marca, y digamos que muchas veces tú mismo te ves limitado a la hora de meterte en según qué temas, por respeto a la trayectoria. Por eso digo que es una celebración concluir un ciclo. Las cosas tienen que tener una funcionalidad, y nosotros somos responsables de no engañar al público, y cuando se ve que eso puede desaparecer, sería engañar primero al público y luego a nosotros mismos, y a ellos se les engaña una vez, pero no más. Puede que me pueda entrar algo de nostalgia dentro de un año, pensando que tendría que estar preparando la edición veintiuno, y tener la sensación de nido vacío, pero casi te aseguro que no. Desde La Suite tenemos alergia a la nostalgia.
¿Un sueño por cumplir? Me encantaría que, por lo menos en Sevilla, que es en la ciudad en que yo trabajo, que hubiera un buen número de programadores, de productores y de gestores musicales, que tengan menos de cuarenta años, y que la ciudad vuelva a tener el nervio que tenía cuando yo comencé.