Como si de un eco de la voz del protagonista se tratase, de sus raíces y esencia, arranca Ciento Volando, de Arantxa Aguirre, sobre la obra y vida de Chillida. De sus palabras a lo recitado por la actriz, y conductora del documental, Jone Laspiur, y con el fondo de la mar y sus vaivenes, pasamos a un recorrido por la obra del escultor donostiarra.
Jugar con un encargo y pasar a hacer tuya la película, es una peculiaridad de Arantxa. Posee ese toque propio de no rendirse a un tercero, de tener claro lo que quiere contar, pero ante todo, el cómo. Directora que juega con las metáforas en toda su filmografía, aunque no lo parezca a priori, y que además con la figura de Chillida se ha topado con un alma gemela, con ese artista que busca las semejanzas, los dobles sentidos y el fundir, nunca mejor dicho, todo en uno, y que de una historia surja otra.
Decía Chillida que Bach era la banda sonora de su vida, y como Arantxa Aguirre no deja detalle fuera de lugar, el inicio y el final están impregnados por la música del movimiento lento del Concierto nº 5 para piano de Bach, pero no es solo eso, todo el metraje está envuelto en música de cámara, destacando piano y cuerda. Es pura delicadeza la forma de unir imagen y sonido, de conjugar las distintas artes que al protagonista le gustaban y que aquí van en un formato especial, midiendo al detalle las grandes cualidades de Chillida y que dieron paso a su obra.
La película fue estrenada en San Sebastián y lo hizo en conmemoración del centenario del nacimiento de Eduardo Chillida, puede que no hubiera mejor lugar que acogiese ese primer pase, donde el escultor paseó y tantas influencias le dio.
Ciento Volando se divide en 14 capítulos que están llevados en torno a entrevistas con el arquitecto Joaquín Montero, el artista Fernando Mikelarena, los escultores Koldobika Jauregi (quien falleció recientemente y el documental rinde homenaje) y Andrés Nagel, la directora del Chillida Leku Mireia Massagué, el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao Miguel Zugaza, Ixiar Iturzaeta, Jexuxmari Ormaetxea, Nausica Sánchez, Kosme de Barañano, Íñigo Irureta y la artista Elena Cajaraville; también cuenta con la presencia de familiares del propio Chillida Ignacio Chillida (hijo de Eduardo Chillida) y Mikel Chillida (nieto), que crean y recrean la vida y obra de Chillida y centrándose en su mayoría de la parte artística en Chillida Leku y su legado. Estas declaraciones tienen un gran equilibrio entre lo personal y lo profesional y la influencia que ambas facetas se procesaban en la vida del propio Chillida.
Tiempo y espacio, esas parcelas que el escultor tenía como base, y que aquí cobran sentido, porque la directora nos lleva por los tiempos y etapas del artista, por sus variaciones, pero siempre mirando desde su enfoque y buscando su mirada personal, y casi todo centrado en ese espacio que creó con su obra: Chillida Leku. En este espacio donde los recorridos con los entrevistados se antoja como una charla con el propio escultor, un paseo donde el mismo contase el desarrollo de sus obras. En Ciento Volando se hace desde el recuerdo y el poso que el propio Chillida dejó en esas personas, que le conocieron en persona o no, pero que sí que tienen mucho que aportar sobre el artista.
Ciento Volando es una propuesta cultural con la propia cultura y arte como trasfondo y base, de regalarnos un viaje visual, poético y sonoro, todo en un conjunto donde la melancolía se acomoda en los recuerdos, dando así paso a la tranquilidad y el espacio de Chillida Leku, e incita a visitarlo. Es un trabajo bello que desprende respeto en todo momento, y realizado con elegancia y el sigilo que propicia el escenario donde se ha rodado y las obras en sí. Y para belleza esa carta que desvela el título te la película, no digo más, ahí queda muy bien reflejada la personalidad y el detallismo de Chillida, tanto persona como artista.
La cámara de Arantxa ha recorrido el Chillida Leku de distintas formas, pero me gustaría destacar cuando se ha centrado en esas ventanas que el escultor dejó en un lugar específico del caserío para ver una obra en concreto, y la cámara busca la mirada de él por medio de las ventanas rectangulares, de ojo de buey, cuadradas, acercándonos y alejándonos de la obra, pero para nada del artista. De esta forma pone el foco en las culturas, pero también en su forma de crear e incluso hacernos ver en pantalla lo que él vivía en el presente, dándonos a conocer que tanto el agua, fuego, tierra y aire fueron protagonistas necesarios en su vida y en su obra. La mar su calma, el fuego su herramienta, la tierra su espacio y sus raíces y el aire lo que daba a sus obras, espacios abiertos donde se convirtieran en una parte más del entorno, y que fueran cambiando con el tiempo y las miradas de aquellos que visitaran esos lugares.
Ese final, magnífico, funde toda la película en sí, en un todo, en la esencia de Chillida, sus bases y amores, y por ende una forma que Arantxa Aguirre gusta en terminar sus cintas, con el significado de la propia vida, y ya lo hizo en alguna película anterior, que no voy a mencionar para no desvelar mayores detalles. Para saber de qué se trata hay que ver Ciento Volando que se estrena este viernes 10 de enero, y en cines, por favor, que la fotografía, la música y todo en sí lo merece, pero por supuesto la obra de Eduardo Chillida.
TÍTULO: Ciento volando. Ehun txori zeruan. AÑO: 2024. DIRECCIÓN: Arantxa Aguirre. PAÍS: España. DURACIÓN: 93 min. GÉNERO: Documental. INTÉRPRETES: Jone Laspiur. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Gaizka Bourgeaud, Rafael, Reparaz, Txarli Arguiñano. PRODUCCIÓN: A Contracorriente Films, Bixagu Entertainment, Fundación Chillida. SONIDO DIRECTO: Carlos de Hita, Anartz Beobide. MONTAJE: Sergio Deustua. Cartel: Pedro Delgado, del Estudio sevillano Estornudo.